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Vocativo



El caso vocativo es un caso que se emplea para identificar el nombre al que se dirige el hablante. Se encuentra, entre otras lenguas, en el latín, el polaco y el lituano.

Cuando se utiliza un vocativo, el elemento a quien se dirige el hablante se expone, directamente. Por ejemplo, en la oración «No te entiendo, Juan», Juan es un vocativo que indica el receptor del mensaje, o la persona a quien el hablante se dirige.

En algunas lenguas, la función del lenguaje conocida como función fática, o de contacto, sirve para verificar que existe un canal abierto de comunicación. En el pasado, cuando un barco se cruzaba con otro en alta mar de noche, o cuando alguien arribaba a una casa o alquería sin que se supiese si había alguien dentro, se solía expresar con una fórmula fática ad hoc que tenía la misma función que un vocativo: "¡Ah del barco!", o "¡Ah de la casa!".

En el árabe no existe el caso vocativo pero sí una partícula que sirve para marcar esta función, (يا), que se usaba en el español medieval; lo recoge, por ejemplo, el Cantar de Mio Cid en la frase "hya Mío Cid...". Este vocativo árabe, pronunciado ye' en árabe andalusí por el cierre vocálico (o imala) fue de uso frecuente y aún se conserva en uso, con notable vitalidad, en la Comunidad Valenciana.

También ha pasado al castellano un vocativo en la palabra chaval, ya que chavalé, de la que procede, es en el idioma romaní (gitano) el vocativo de la palabra chabuk ("muchacho"), que por su parte ha dado lugar al castellano chavo.

En el valenciano y en el español rioplatense se utiliza el vocablo "che" para marcar el vocativo, y por lo general su uso se restringe a la conversación informal. Ejemplo: "Che, Carlos, ¿me pasás la sal?". Se ha especulado si el che valenciano tiene su origen en una evolución del vocativo árabe ye,[1]​ pero el hecho de que en la actualidad en la Comunidad Valenciana se usen tanto che como ye resta credibilidad a esta hipótesis.

En el náhuatl del siglo XVI, para marcar el vocativo los hombres cambiaban la sílaba tónica de la penúltima a la última sílaba, utilizando el sufijo : cihuātl (/ˈsi.waːt͡ɬ/), mujer - cihuātlé (/si.waː't͡ɬe/) - "Oh, mujer"; mientras que las mujeres simplemente cambiaban la sílaba tónica de la penúltima a la última: cihuātl (/ˈsi.waːt͡ɬ/), mujer - cihuātl (/si.waːˈt͡ɬ/) - "Oh, mujer"[2]:81.



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