El yambo (en griego antiguo, ἴαμβος, íambos) es un pie de métrica constituido por una sílaba breve y otra larga. Originariamente, el yambo era uno de los pies de la métrica grecolatina.
En la literatura griega el yambo da nombre a la poesía yámbica, la cual parece tener su origen en las canciones populares ligadas a los cultos religiosos del nacimiento y la muerte. La palabra, proveniente del término asiático iambos, aparece por primera vez en un texto de Arquíloco de Paros, con el sentido de composición satírica. Este tipo de poesía emplea en su métrica el yambo y su pie contrario, el troqueo.
En el libro VII de la Política, donde Aristóteles habla sobre la mejor forma de gobierno, expresa lo siguiente: "a los más jóvenes, la ley debe prohibirles los espectáculos de yambos y de comedia, antes de alcanzar la edad en la que tendrán derecho de sentarse en las mesas comunes y a beber; la educación los habrá hecho a todos inmunes contra los efectos nocivos de tales representaciones."
En los poetas latinos que siguen en la métrica los moldes griegos, como Catulo u Horacio, el verso yámbico mantiene, en los lugares pares, yambos puros (˘-), o tríbracos (˘˘˘), con resolución de la larga en dos breves, cosa que no altera el número de moras. Los pies impares, en cambio, pueden ser condensados, es decir, aparecer una larga que puede resolverse en dos breves, por lo que en estos lugares impares pueden teóricamente aparecer un espondeo, un dáctilo (-˘˘), un anapesto (˘˘-) o un proceleusmático (˘˘˘˘).
En los poetas latinos que no siguen los modelos griegos, como Plauto o Fedro, todos los pies, menos el último, pueden ser condensados; en todos pueden aparecer la sustituciones antedichas. En esta versificación «a la latina» es el pie la unidad métrica, por lo que debe hablarse de cuaternarios, septenarios y octonarios.
El ritmo yámbico en la métrica de lengua española se produce cuando llevan acento las sílabas pares de un verso, es decir, se trata de un pie formado por una sílaba no acentuada seguido de otra acentuada. Se considera que el pie yámbico es el más semejante a la cadencia natural del habla. Ejemplo: «¿Adón - de vás - perdí- da?».
Estébanez Calderón cita como versos yámbicos usuales los siguientes:
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