x
1

Órdenes militares



Las órdenes militares fueron instituciones religioso-militares creadas en el contexto de las Cruzadas como sociedades de caballeros cristianos (miles Christi), inicialmente para la defensa de los Santos Lugares (Templarios, Hospitalarios y del Santo Sepulcro) y luego aplicadas a la propagación o la defensa de la fe cristiana, ya fuera en Tierra Santa o en otros lugares, contra los musulmanes (como las órdenes militares españolas durante la Reconquista), contra los paganos (como la Orden Teutónica en el Báltico) o contra cristianos heréticos (como las militia Christi que combatían a los albigenses). Los caballeros de las órdenes militares estaban sometidos a los votos canónicos de las órdenes religiosas, siendo "mitad monjes, mitad soldados". Posteriormente muchas órdenes se secularizaron.

Con la denominación de "militares", "ecuestres" u órdenes de caballería se multiplicaron desde finales de la Edad Media y durante el Antiguo Régimen todo tipo de instituciones vinculadas de distintas maneras a los estamentos privilegiados (nobleza y clero); identificando a sus miembros con hábitos y cruces distintivas, muy usadas en heráldica. En la Edad Contemporánea, perdidas sus funciones militares y políticas y su poder económico (desamortización), únicamente tienen un papel honorífico y representativo de determinados círculos sociales; aunque la Soberana Orden de Malta sigue teniendo consideración cultismo-estatal en las relaciones internacionales.

La principal característica de las órdenes militares religiosas es la combinación de modos de vida militares y religiosos. Algunos, como los Caballeros de San Juan y los Caballeros de Santo Tomás también cuidaron de los enfermos y los pobres, como la Orden de San Lázaro de Jerusalén. No eran instituciones exclusivamente masculinas, pues las monjas también podían asociarse a un convento de la orden (comendadoras). Sin funciones militares se crearon también "órdenes desarmadas": las órdenes redentoras de cautivos (trinitarios y mercedarios).

Los miembros religiosos de las órdenes militares podían estar, y de hecho a menudo estaban, subordinados a hermanos no ordenados. Prácticamente la mayoría de los miembros no eran religiosos; existiendo muy distintos grados de pertenencia, desde el de los monjes-soldados hasta el de los simples caballeros asociados y todo tipo de servidores.[1]​ El cargo rector de una orden militar recibía la denominación de Gran Maestre.

El papel y la función de las órdenes militares a menudo han resultado oscurecidas por la fijación en sus gestas en Siria, Palestina, Prusia y Livonia. Tenían posesiones y miembros a todo lo largo de Europa Occidental. Fueron el hilo conductor de innovaciones culturales y técnicas, como la introducción del batanado en Inglaterra por los Caballeros de San Juan, o la infraestructura bancaria de los Templarios.

Joseph von Hammer comparó en 1818 las órdenes militares cristianas, en particular a los templarios, con ciertos modelos islámicos como la secta chií de los hashshashin. En 1820 José Antonio Conde sugirió que se modelaron con base en los ribat, una institución religiosa fortificada que unía la vida religiosa con la lucha con los enemigos del islam. A pesar de lo populares que sean estos puntos de vista, muchos los han criticado, con el argumento de que no hubo ribats en Palestina hasta después de la fundación de las primeras órdenes militares.

En la época moderna, por lo menos desde siglo XIX hasta nuestros días, se ha visto una proliferación de órdenes autoproclamadas y falsas. Las órdenes falsas afirman su antiguo linaje sin ningún tipo de base, y las autoproclamadas no han sido establecidas por un jefe de Estado legítimo. Mientras que todas las órdenes falsas son autoproclamadas, no todas las autoproclamadas son falsas.

Se entiende oficialmente como su año de fundación aquel en que reciben la aprobación por el Papa de Roma, o este les asigna unas reglas. Naturalmente, primero hay que solicitarlo, para lo cual ha de haber previamente un conjunto de personas dispuestas y dotadas de medios que demuestren su buena disposición. De esta forma suele llevar a confusión la diferencia de fechas entre el momento en el que un grupo de caballeros se organiza, presta juramento y entra en lucha, hasta aquel en el que queda confirmada oficialmente su existencia como orden militar. Un ejemplo extremo: en 1550 el Papa Julio III reconoció la Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge con la bula Quod Aliasla, después de la caída de Constantinopla, habiendo documentos anteriores que atestiguan su existencia siglos antes en Bizancio, bajo regla del obispo San Basilio (que les habría sido otorgada por el papa San León Magno en el año 456). De identificarse esta como la primera orden militar, su fecha de creación se remontaría a 312 d. C., cuando el emperador Constantino el Grande, en vísperas de la batalla contra Majencio en puente Milvio, vio una cruz en el cielo con el lema In Hoc Signo Vinces («Bajo este signo vencerás»). Constantino llevó el signo a batalla y, tras la victoria dio libre culto a los cristianos (Edicto de Milán), y armó a los primeros cincuenta caballeros, la Caballería Aurata Constantiniana, que llevaban el lábaro transformado en cruz grabado en estandartes y armaduras (se denominada aurata por el collar de oro que llevaban sus dignatarios).[2]

Según el derecho público y a partir de la existencia de un poder soberano o no, se pueden hacer las siguientes distinciones dentro de las órdenes ecuestres:

Aquellas órdenes conferidas directa o indirectamente por el sumo pontífice y llamadas, por ello, de colación y de subcolación respectivamente. El único ejemplo de la segunda es la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Se discute si tales órdenes son emanación de la soberanía espiritual de la Iglesia o de la temporal. Durante el período comprendido entre 1870 y 1929 la Iglesia continuó usando del ius honorum.

Estas órdenes no derivan de antiguas religiones monásticas, sino que participan del carácter laico de las órdenes estatales. Excepto la del Santo Sepulcro, no pueden ser conferidas a eclesiásticos y, en cambio, pueden serlo a no cristianos.

A su vez se dividen en:

Merecen especial mención las

Se llaman así a las que constan de una religión con una orden de caballería anexa. El único caso es el de la Orden de Malta.

Se trata de aquellas órdenes que antes de la Revolución francesa pertenecían al patrimonio heráldico de una dinastía reinante y que fueron transferidos al patrimonio heráldico de la Corona. Ej.: el ramo portugués de la Orden del Cristo que, al acabar la monarquía pasó a la república.

Aquellas órdenes que gozan de personalidad jurídica pública según el ordenamiento interno de un Estado. Son órdenes laicas posteriores a la Revolución francesa.

Aquellas órdenes no ligadas a la soberanía del Estado, sino al príncipe soberano que, destronado, conserva el ius collationis. Se distingue de las Órdenes de Corona, que son instituidas por el soberano en cuanto tal y ligados a la Corona, con lo que su pérdida comporta la del Gran Magisterio. En ese caso la Orden puede extinguirse o ser asumida por el soberano o el régimen sucesor.

Aun cuando no resulta exhaustivo, se puede citar dentro de este grupo a las siguientes órdenes:

Aquellas no ligadas ni a la Santa Sede, ni a un Estado soberano, ni a una dinastía que antes fuera soberana. Algunas fueron creadas por nobles y en su mayoría se encuentran extintas, como las órdenes precedentes:

Otras fueron asociaciones privadas de configuración caballeresca, pero no órdenes en el sentido estricto, aunque se denominen como tales. Dentro de esta categoría —separándolas de las fraudulentas— cabe añadir toda una serie de órdenes ya desaparecidas, algunas de las cuales han sido restauradas por iniciativa privada y no tienen más reconocimiento oficial que el de simples asociaciones, sean estas de derecho eclesiástico o civil. Incluso, se crean institutos bajo la apariencia de órdenes de caballería, con oscuros fines.

La caballería militar se origina en la época de las Cruzadas. Son religiosos y militares. Generalmente surgen de iniciativa privada. Se trata de entes autónomos bajo la protección de la Santa Sede.

A esta categoría pertenecen las ramas militares de algunas Órdenes religiosas, como los Mercedarios. Cuando cesaron las funciones militares se convirtieron en caballería honoraria.

Son instituciones creadas por los Papas o por los Soberanos, con aprobación papal, con la finalidad de recompensar méritos y sin que comporten deberes o vínculos. A ellas se añaden las ramas militares de órdenes religiosas que se transforman, las Órdenes nobles y la Nobleza ecuestre.

Surge en el siglo XIV y siempre fue directa o indirectamente conferida por la Santa Sede. Excepcionalmente, algún Papa creó órdenes regulares y militares, pero o bien desaparecieron o se convirtieron en honoríficas.

La caballería honoraria de la Iglesia, destinada al principio solo a soberanos, príncipes, embajadores, altos dignatarios y generales, fue extendida a personas famosas de las artes o las ciencias y a cuantos habían prestado algún servicio señalado a la Iglesia o al Pontífice. En los siglos XVII y XVIII —período de decadencia de la caballería— algunos títulos ecuestres fueron unidos ex iure a determinados altos puestos de la Curia Romana y del Estado Pontificio, a los Colegios de jurisconsultos y otros institutos análogos, a los docentes (e incluso a veces a los titulados) de algunas Facultades universitarias. Así se acentuó cada vez más la diferencia entre la caballería de honor y la regular.

En la época contemporánea algunos viejos institutos ecuestres de la Santa Sede desaparecieron, otros fueron modificados y se instituyeron otros.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Órdenes militares (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!