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Órgano de tubos



Órgano hidráulico o hydraulis · Órgano portátil · Órgano positivo · Regal · Claviórgano · Armonio · Órgano de cine · Órgano electrónico · Órgano Hammond · Música para órgano · Órgano de cámara · Piano con pedales ·

El órgano es un instrumento musical que produce sonido al conducir aire insuflado por medio de una turbina con un fuelle, a través de unos tubos preseleccionados desde un teclado. Debido a que cada tubería produce un solo tono, las tuberías se proporcionan en conjuntos llamados rangos, cada uno de los cuales tiene un timbre y volumen comunes en toda la extensión del teclado. La mayoría de los órganos tienen muchos rangos, con distintos timbres, tonos y volúmenes diferentes que el ejecutante del instrumento (llamado organista) puede emplear individualmente o en combinación, mediante el uso de controles llamados registros. Se puede clasificar al órgano como instrumento de viento o aerófono en la categoría instrumentos de teclado y, también, dentro de la subcategoría aire insuflado, junto al acordeón y al armonio.

Un órgano de tubos tiene uno o más teclados (llamados manuales) que, a diferencia del piano, el cual tiene ocho octavas, cada manual suele tener seis. Además, ciertos órganos suelen tener una pedalera tocada por los pies; cada teclado controla su propia división o grupo de registros. Los teclados, la pedalera y los controles para los registros se encuentran en la consola del órgano. El suministro continuo de viento del órgano le permite sostener notas mientras se presionan las teclas correspondientes, a diferencia del piano y el clavicordio, cuyos sonidos comienzan a disiparse inmediatamente después de presionar una tecla. Existe una amplia variedad y tipos de órganos, dependiendo del lugar donde estén ubicados. Pueden ser para catedrales, iglesias más pequeñas, capillas o salas de conciertos, de allí que variará su cantidad de registros y tubos. A su vez, existen órganos portátiles que se pueden mover de un sitio a otro, puesto que, normalmente los órganos se construyen para que permanezcan allí por todo su periodo de vida útil. Un órgano portátil puede tener solo una o dos docenas de tubos y un manual; el más grande puede tener más de 33.000 tuberías y siete manuales.[1]

El timbre de cada registro dependerá de la forma, tamaño, material o mecanismo de producción del sonido. Se maneja mediante uno o más teclados para tocar con las manos, y otro consistente en unos pedales en la parte inferior que, generalmente, gobiernan los registros más graves, aunque también se puede emplear para generar otra voz aguda, dependiendo de las prestaciones del instrumento. Los distintos registros se accionan mediante unas palancas o botones al alcance de la mano del organista. Todo el sistema puede ser mecánico, eléctrico o electrónico dependiendo de la naturaleza de la fabricación del instrumento.

Los órganos se instalan en iglesias, sinagogas, salas de conciertos, escuelas, auditorios de universidades, otros edificios públicos y en propiedades privadas (muy frecuente en las casas de los organistas). Se utilizan en la interpretación de música clásica, música sagrada, música secular y música popular. A principios del siglo XX, se instalaron órganos de tubos en los cines para acompañar la proyección de películas durante la era del cine mudo; en auditorios municipales, donde las transcripciones orquestales eran populares.[2]​ El comienzo del siglo XXI ha visto un resurgimiento del órgano en las salas de conciertos. El órgano cuenta con un repertorio sustancial, que abarca más de 500 años.[3]

El órgano es uno de los instrumentos más antiguos que todavía se usan en la música clásica europea y se cree que tiene su origen en Grecia. Sus primeros predecesores fueron construidos en la antigua Grecia en el siglo III A.C. La palabra órgano se deriva del griego όργανον (organon),[4]​ un término genérico para un instrumento o una herramienta,[5]​ que viene del latín organum, un instrumento similar a un órgano portátil utilizado en los antiguos juegos de circo romanos.

Al ingeniero griego Ctesibio de Alejandría se le atribuye la invención del órgano en el siglo III A.C, cuando ideó un instrumento llamado hydraulis, que entregaba un suministro de viento mantenido a través de la presión de agua a un conjunto de tuberías.[6]​ El hydraulis se usó en las arenas del imperio romano. Las bombas y los reguladores de agua de los sistemas hidráulicos fueron reemplazados por una bolsa de cuero inflada en el siglo II D.C.[6]​ y comenzaron a aparecer los verdaderos fuelles en el Imperio Romano Oriental en el siglo VI o VII D.C.[7]​ El geógrafo persa del siglo IX Ibn Khurradadhbih (fallecido en 911), en su discusión lexicográfica de los instrumentos, citó al urghun (órgano) como uno de los instrumentos típicos del Imperio Romano Oriental (Bizantino).[8]​ A menudo se lo usaba en el Hipódromo en la capital imperial de Constantinopla. Un visitante sirio lo describe diciendo que era accionado por dos sirvientes que bombean "un fuelle como el de un herrero" y que es tocando mientras los invitados comían en la cena de Navidad del emperador en Constantinopla en 911.[9]

Hasta el siglo XII se emplearon los dos sistemas, que resultaban siempre muy complicados, y al llegar al siglo XIII se abandonaron completamente los hidráulicos. Se generalizó desde entonces en las iglesias el instrumento, que fue adquiriendo lentamente su perfección hasta el siglo XVI. En el siglo XIV se simplificó el juego de los fuelles que antes exigía la fuerza de muchos hombres y se convirtió el teclado en cromático siendo antes diatónico.

En el siglo XV se construyeron órganos de dimensiones más grandes y fijos (continuaron los portátiles y pequeños para iglesias menores) y se le añadieron pedales. En el siglo XVI se aumentó el tamaño de los órganos, se los encerró en una caja, tal como hoy los conocemos, y se inventaron los teclados sobrepuestos.

En el siglo XVII Fray José de Echevarría introduce la llamada "caja de ecos", un artilugio que permite realizar efectos sonoros de "cercanía y lejanía", y la trompetería horizontal en forma de tiros dando al instrumento unas sonoridades muy ricas y potentes.

En el siglo XIX se perfeccionó hasta el punto de alcanzar un solo órgano la extensión de diez octavas con cinco teclados. En las últimas décadas, con la aplicación de la electricidad a los órganos, se ha conseguido simplificar los sistemas de palancas y dar mayor rapidez a todos los movimientos.

Los órganos portátiles, tanto el portativo como el órgano positivo, se inventaron en la Edad Media. Hacia mediados del siglo XIII, los retratos representados en las miniaturas de manuscritos iluminados parecen tener teclados reales con teclas equilibradas, como en las Cantigas de Santa María.[10]​ Su portabilidad hizo que el portativo sea útil para el acompañamiento de música sagrada y secular en una variedad de entornos. En el siglo XI, el monje Theophilus describió en su tratado, conocido como Schedula diversarum artium ("Lista de diversas artes") o De diversis artibus ("Sobre diversas artes"), todos los pasos necesarios para la construcción de un órgano eclesiástico.

Órganos grandes como el instalado en 1361 en Halberstadt, Alemania,[11]​ es considerada como la primera instalación documentada de órganos "permanentes" y, probablemente, llevó a Guillaume de Machaut a describir el órgano como "el rey de los instrumentos", una caracterización que hasta el día de hoy se aplica con frecuencia.[12]​ El órgano Halberstadt fue el primer instrumento en utilizar un diseño con teclas cromáticas en sus tres manuales y pedalera, aunque las teclas eran más anchas que en los instrumentos modernos.[13]​ Tenía veinte fuelles operados por diez hombres, y la presión del viento era tan alta que el organista tenía que usar una gran fuerza de su brazo para mantener presionada una tecla.[11]

Hasta mediados del siglo XV, los órganos no tenían mando de registros. Cada control manual se clasificaba en varios tonos, conocido como blockwerk.[14]​ Alrededor de 1450, se diseñaron controles que permitían que las filas de blockwerk se cambiaran individualmente. Estos dispositivos fueron los precursores de lo que en la modernidad se conoce como registro.[15]​ Las filas más agudas de blockwerk permanecieron agrupadas bajo un solo control de registro; estos registros se convirtieron en mixture.[16]

En la música clásica el órgano, como solista y tocado solo, ha tenido grandes compositores que le destinaron obras célebres, sobre todo en la época barroca, edad de oro del instrumento; destaca el aporte de Johann Sebastian Bach en el siglo XVII y Olivier Messiaen en el siglo XX. Sin embargo, el órgano, por ser un instrumento completo (es decir, que tiene todo lo necesario para interpretar una obra casi de cualquier tipo), no tiene necesidad de depender de otro instrumento, ya que sus registros y su arquitectura musical (la forma como se gobierna el órgano) lo hacen independiente. Es el único instrumento para el cual se han compuesto "sinfonías", debido a la paleta sonora de los instrumentos más grandes, particularmente mejorada en el s. XIX.

Ya en la edad media hubo colecciones de piezas para órgano solo; en el Renacimiento tuvo su primera edad de oro. Antonio de Cabezón (1510-1566) es uno de los mejores organistas de su época y uno de los más destacados en el ámbito español; para el órgano escribió tientos, pasacalles, variaciones, etc.

En el barroco, el órgano tuvo su apogeo y época dorada, tanto en intérpretes como en compositores y organistas.

En Italia destaca la figura de Frescobaldi (1585-1641), cuya obra Fiori musicali (1635) es una de las más importantes en el ámbito teclístico.

En los Países Bajos hay otro ilustre ejemplo con Jan Pieterszoon Sweelinck (1560-1621). Él y Frescobaldi son los dos primeros genios de la literatura barroca del teclado.

En Francia el órgano tenía un papel relevante en la vida musical, y la escuela francesa del órgano tuvo su máximo apogeo entre 1660 y 1720. Los más ilustres exponentes de la escuela es F. Couperin (1668-1733). Después la escuela, junto con la escuela del clave, pierde prestigio y la música francesa del instrumento desaparece ante la indiferencia de los grandes compositores, como J. P. Rameau (1683-1764). En 1790 ya está en plena decadencia y hay solo compositores menores.

En España hay numerosas figuras destacables durante todo el periodo, desde Francisco Correa de Arauxo y Juan Cabanilles hasta Antonio Soler (1729-1783), cuya producción organística es la más importante del siglo XVIII en el ámbito iberoamericano.

En Inglaterra los dos más ilustres representantes son Purcell (1659-1695), que compuso piezas de temática libre, y Händel (1685-1759), que compuso conciertos para órgano y orquesta.

En Alemania el órgano tuvo una importancia capital en todos los sentidos; la calidad y cantidad de las obras y el gran número de compositores durante todo el periodo hicieron que el órgano tuviera ahí el máximo apogeo.

La escuela alemana, que puede dividirse en la del norte, la del sur y la del centro, tuvo su apogeo entre 1650 y 1750 con los tres compositores más importantes de la literatura Alemana: Pachelbel (sur) (1653-1706), Buxtehude (norte) (1637-1707) y, sobre todo, Bach (1685-1750), cuya aportación fue la más importante del periodo barroco.

Después de la época barroca y de la muerte de los grandes compositores del periodo entre 1706 y 1750, el órgano entró en decadencia en la música de concierto; la indiferencia de los grandes compositores hace que se le reserve casi exclusivamente para música religiosa. En el periodo clásico, Mozart y Haydn solo compusieron algunas sonatas y fantasías el primero, y el segundo, conciertos para órgano. Beethoven, por su parte, lo usó en su gran Missa Solemnis.

En el romanticismo, salvo contadas excepciones, siguió relegado por los grandes compositores, aunque Mendelssohn, Anton Bruckner, Brahms, Jesús Guridi y Franck destinan grandes obras a este instrumento, como los corales (1897) y las sonatas (1845) de Brahms y Mendelssohn respectivamente.

Sin embargo, los organistas y compositores belgas César Franck (1822-1890) y Jacques-Nicolas Lemmens (1823-1881) recuperan las obras de Bach y hacen revivir el órgano, lo que lleva a una edad de plata con sus discípulos franceses Alexandre Guilmant (1837-1911) y Charles-Marie Widor (1844-1937). Las sonatas del primero y, sobre todo, las nueve sinfonías del segundo, representan obras que explotan las enormes posibilidades del gran órgano romántico, gracias también a la labor innovadora del organista Aristide Cavaillé Coll (1811-1899). Puede decirse que Widor es al órgano lo que Bruckner a la orquesta sinfónica: un autor que, al explorar las posibilidades más amplias y complejas del instrumento, lleva la forma sinfonía/sonata a su máxima expansión, sin romper con la tonalidad clásica.

De entre los discípulos de Widor seguramente el más notable es Louis Vierne (1870-1937), que llegó a recibir el estímulo y aprecio de César Franck. Autor de seis importantes sinfonías, de numerosas piezas de fantasía y de diversos estilos para órgano. Asimismo, con Vierne los conciertos de órgano en París adquieren la categoría de acontecimiento cultural, y el autor llegará a dar varios recitales por los Estados Unidos. También tuvo éxito como intérprete Joseph Bonnet (1884-1944), discípulo de Guilmant. Bonnet compuso solamente para órgano, y casi toda su obra entre 1908 y 1913. Autor ecléctico, recuperador de la tradición gregoriana y notable maestro de la variación, compuso desde obras litúrgicas hasta otras de corte romántico o impresionista.

Con ello, en el siglo XX el órgano recupera otra vez su papel de instrumento rey, y alcanza su cumbre en la ricas y complejas obras de Olivier Messiaen (1908-1992), así como en el concierto de órgano (1938) de Francis Poulenc, aunque el autor sin duda más prolífico es Marcel Dupré (1886-1971).

En el Museo de la Música de Barcelona se expone una importante colección de órganos barrocos, clásicos y románticos de distintos orígenes.

En el año 2006, el Papa Joseph Ratzinger dijo, con motivo de la inauguración de un órgano tubular en Ratisbona, Alemania: "El órgano ha sido siempre considerado, y con justa razón, el rey de los instrumentos musicales, porque eleva todos los sonidos de la creación [..] y da resonancia para la completitud de los sentimientos humanos, de alegría a tristeza, de ruego a lamentación. Al trascender el mero ámbito humano, tal como hace toda música de calidad, (el órgano) evoca a lo divino. Su gran rango tímbrico, yendo de suave y llegando a un atronador fortissimo, hace de él un instrumento superior a todos los demás. Es capaz de hacerse eco y de expresar todas las experiencias de la vida humana. Las múltiples posibilidades del órgano, de alguna manera nos recuerda a la inmensidad y magnificencia de Dios."

El órgano, aparte de ser un instrumento solista, ha tenido otras facetas en las obras, como acompañamiento o realización del bajo continuo.

En la edad media y el renacimiento, el órgano, antes de que se compusieran obras a "solo" o como solista, se utilizaba para acompañar o entonar el canto gregoriano, misas, motetes y piezas polifónicas de Leonín y Perotín (de la Escuela de Notre Dame), siendo el único instrumento que se podía tocar en la música religiosa.

En la época barroca, con la aparición del bajo continuo, el órgano, junto con el clave, el fagot y el laúd adquiere una importancia capital, porque el órgano permitía hacer acordes juntos y alargar notas para realizar el bajo continuo. Entonces, desde 1600 hasta 1750, el órgano esta prácticamente como parte del bajo continuo en todas las obras vocales religiosas, y también, se puede decir la instrumental. Todos los compositores barrocos hicieron la técnica del bajo continuo, entre ellos, Monteverdi, Lully, Brutexude, Couperin, J. S. Bach, etc. Como ejemplos de obras que requieran el apoyo del órgano haciendo el bajo continuo se podían citar las 200 cantatas sacras de J. S. Bach (1685-1750) o el Gloria RV 589 de Vivaldi (1675-1741).

Además de la técnica del bajo continuo, al órgano también se le dio un papel de acompañante melódico. Como ejemplos, se pueden mencionar algunas arias de cantatas sacras de J. S. Bach o los himnos de H. Purcell (1659-1695).

En el clasicismo y épocas posteriores, con el desuso del bajo continuo, el órgano recupera el papel de acompañante y entonador, y se relega básicamente a la música religiosa, como algunas piezas de voz y órgano de C. Franck.

Véase Categoría:Organistas

Hablando de compositores para órgano, el periodo barroco fue el más fructífero para el instrumento, con compositores de gran renombre como Dietrich Buxtehude, Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Händel, Johann Pachelbel y Antonio Vivaldi, del romanticismo Mozart, Franz Liszt, Robert Schumann, Alexandre Boël, Felix Mendelssohn, Anton Bruckner, Bartholdy, Léon Boëllmann, Johannes Brahms y César Franck. Del siglo XX tenemos a Charles-Marie Widor, Jehan Alain, Olivier Messiaen, Francis Poulenc, Jeanne Demessieux y Marcel Dupré.

Como improvisadores se pueden destacar a Charles Tournemire, Marcel Dupré, Pierre Cochereau y Pierre Pincemaille.

Como intérpretes se pueden destacar a Albert Schweitzer, Lionel Rogg, Helga Schauerte-Maubouet, Diane Bish, Virgil Fox y Adelma Gómez. La francesa Marie-Claire Alain es considerada la organista de mayor éxito, con cerca de doscientos cincuenta discos editados y cuatro millones de copias vendidas, grabó en tres ocasiones la obra integral de órgano de Johann Sebastian Bach, además de registrar las obras de una docena de compositores.

A partir de la primera mitad del siglo XX el órgano se encuentra en bandas sonoras de cine, compositores como destinan brillantes participaciones en algunas de sus bandas sonoras haciendo una función completamente diferente visto desde entonces.

A partir de aquí, el órgano, conforme avanza el siglo XX encuentra un hueco en más ámbitos musicales, como las bandas sonoras de series o anuncios.

Un interesante ejemplo son las piezas contemporáneas de órgano compuestas por Hans Zimmer para la película Pirates of the Caribbean: Dead Man's Chest, donde dedica dos temas al antagonista de la película Davy Jones y su mascota el Kraken, lo interesante aquí es que el órgano ha sido llevado a una nueva faceta: una partitura que no incluye pedales y además tiene un amplio apoyo de instrumentos digitales para orquesta. Hans Zimmer también compuso la banda sonora de "Interstellar", donde el órgano era el solista de las piezas, acompañado de una orquesta y demás recursos del mencionado compositor.

También tenemos a otro compositor: Danny Elfman, quien compuso melodías de órgano similares en torno al apoyo de otros instrumentos, dedicadas a las películas Batman y Batman Returns.

Más recientemente, a partir de la década de 1980, compositores de música para videojuegos han utilizado samples para emular este instrumento en algunas piezas de sus bandas sonoras para videojuegos.

Es a partir de la generación de 16 bits (1989-1996) donde, teniendo una calidad de sonido decente en las consolas Mega Drive, Super Nintendo, las Recreativas y Neo Geo se percata un buen sample que emula el sonido real de un órgano.

Uno de las primeras apariciones del órgano es en la banda sonora de la recreativa Vampire Killer (1988) de Konami, ligando entonces para siempre en las bandas sonoras de la saga Castlevania.

En 1991 encontramos dos excelentes bandas sonoras, Super Castlevania IV y Super Ghouls ghosts donde el órgano tiene un papel bastante importante.

También, en el mismo año, Nobuo Uematsu le da un papel importante en las bandas sonoras de Final Fantasy IV (1991,) y más adelante en Final Fantasy VI del año (1994) de Square, donde se ve una fuerte influencia de la escuela alemana barroca con Bach, Buxtehude, etc. y hay pistas memorables como "Dancing Mad".

Michiru Yamane, compositora de muchas de las bandas sonoras de los juegos de la saga Castlevania, le un papel estelar en los juegos Castlevania Symphony of the Night (1997), Harmony of Dissonance (2002), Aria of Sorrow (2003), Lament of Inoccence (2003) y Curse of Darkness (2005) donde la música está muy influenciada también por la música organística del barroco.

Otro ejemplo del uso del órgano en bandas sonoras en videojuegos es Tri-Ace en la mayoría de sus videojuegos actuales, como Star Ocean o Baten Kaitos (este último desarrollado por Tri-Crescendo, compañía gemela de Tri-Ace que desarrolla las bandas sonoras). El célebre músico que compone las obras es Motoi Sakuraba, conocido por crear las BSO de numerosos RPJ's.

En The Legend of Zelda: Ocarina of Time el antagonista, Ganondorf, espera a Link tocando el órgano.

En Crash of the Titans durante la pelea contra N.Gin, este toca un órgano mientras sus mutantes atacan a Crash.




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