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1810 o ¡Los Libertadores de México!



1810 o Los Libertadores de México es una película silente mexicana dirigida y producida por Carlos Martínez Arredondo y Manuel Cirerol Sansores; protagonizada por Elena Vasallo de Bravo, Alfredo Varela, Carmen Beltrán, José Viñas y Juan Cirerol Sansores.

La película es conocida por ser el primer largometraje de ficción del cine mexicano,[1]​ tiene una duración de una hora aproximadamente y fue producida por la compañía mexicana Cimar Films.[2]​ El film se estrenó el jueves 27 de julio de 1916 en el Teatro Peón Contreras situado en la ciudad de Mérida en Yucatán.[3]​ Su trama combina elementos ficticios e históricos que se desarrollan durante el inicio de la guerra de Independencia de México en el año de 1810.

El estatus actual de la película se desconoce, es una de las películas silentes mexicanas perdidas o que no se preservaron pues no hay ninguna copia de este trabajo en ninguna institución dedicada al acervo fílmico como la Cineteca Nacional o la Filmoteca de la UNAM.

La trama ficticia de la película ocurre durante el inicio del movimiento de Independencia de México. En el año de 1810, una familia humilde conformada por la Madre Patria (Carmen Beltrán) y sus tres hijos Carmen (Elena Vasallo de Bravo), Martín y Lucas (Manuel Cirerol Sansores) oculta a un indígena llamado Felipe (Felipe Bravo), quien es perseguido por un intendente español (José Viñas) y sus hombres, lo que provoca que los hermanos de Carmen sean encarcelados por encubrimiento. El intendente español se enamora de Carmen al conocerla, pero ella está enamorada de un joven de clase acomodada llamado Nicolás (Armando Camejo) quién le corresponde con su amor generando un triángulo amoroso en torno al cual girará la trama de la película.

Preocupado por la familia de la joven, Nicolás paga por la libertad de los hermanos de Carmen, mientras que el intendente español sigue con la obsesión que ella le ha generado. En vista de los problemas ocurridos, la familia de Carmen llama al padrino de la joven, el cura Miguel Hidalgo y Costilla (Alfredo Varela), para ayudar a la familia a recuperar la tranquilidad. Hidalgo advierte al intendente español que no se atreva a atentar contra Carmen y apela a la razón y la justicia. Sin embargo, el intendente hace caso omiso y rapta a la joven. Esta, al no hacer caso a las insinuaciones de su raptor es llevada a la cárcel. Una vez encerrada, el intendente trata de abusar de la joven, quién es oportunamente rescatada por Felipe, el indígena que había protegido su familia antes. Felipe, apoyado por un guardia conspirador, saca a Carmen de la prisión, pero ambos son descubiertos y regresados a la prisión junto con Nicolás quién planeó la fuga.

Mientras tanto, ocurre el estallido de la Independencia de México debido a la denuncia de un traidor. El cura Miguel Hidalgo reúne hombres al toque de la campana de la iglesia de Dolores Hidalgo en Guanajuato y después toma la Alhóndiga de Granaditas, en donde aparece El Pípila incendiando sus puertas.

La película termina después de estos sucesos, donde los libertadores de México también logran liberar a Carmen y Nicolás. Ambos regresan a salvo a su hogar junto a la Madre Patria, dejando atrás la esclavitud mientras la Nueva España se está convirtiendo a cada instante en una nueva nación libre e independiente.[3]

El cine, desde su llegada a México con los hermanos Lumiere fue muy bien recibido, las salas de cine siempre contaban con una entrada bastante buena y la impresión que causaba en la época era única, logrando atraer el interés en toda la sociedad.[4]​La producción de cine en el país tuvo muchas limitaciones debido a las conflictos sociales, políticos y económicos que sucedieron a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Pese a las dificultades se lograron producciones cinematográficas que fueron realizadas con equipos importados de Francia y Estados Unidos, tal y como la gran mayoría de las películas que se distribuían en el territorio mexicano.[5]

A finales de la primera década del siglo XX la producción de cine ya estaba bien establecida en el país y había superado su lugar como un pasatiempo infantil y banal.[3]​Se empezaron a producir cortometrajes y mediometrajes, los cuales en gran parte eran registros de acontecimientos políticos o sociales.

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial y la suma de otros factores surgió en México un interés y una necesidad de producir cine mexicano, debido a la entrada a la guerra de los países que producían cine que se importaba en el país como Francia y Estados Unidos; los cuales ahora tenían que destinar sus recursos a la guerra y a la industria armamentista reduciendo de manera drástica su producción de cine durante toda esta época.[6]

Luego de un par de ensayos fílmicos, Carlos Martínez de Arredondo y Juan Cirerol Sansores, dos jóvenes entusiastas del cine y la fotografía, comenzaron a planear su proyecto más ambicioso hasta esa fecha, una película basada en un tema de gran interés nacional: La Independencia de México. El argumento de la obra fue escrito por el dramaturgo Arturo Peón Cisneros y el rodaje se realizó en las haciendas de Tixcacal y Opichen. Para el rodaje se construyeron decorados de poco más de 80 metros de largo por 25 de alto con la finalidad de copiar la fachada de la Alhóndiga de Granaditas y de la iglesia de Dolores. Se confeccionó una gran cantidad de vestuarios para representar a los soldados españoles y se utilizaron cañones del museo local de Yucatán, así como también se utilizaron alrededor de 400 hombres de las tropas proporcionados por el entonces gobernador Salvador Alvarado. La producción se logró de manera satisfactoria pese a las dificultades técnicas como el montaje y desmontaje de los escenarios, la filmación de la película realizada con una sola cámara y las complicaciones para filmar las escenas que requerían ser tomadas de noche.

Según palabras del propio Martínez de Arredondo, su intención al hacer la película era algo más que solo presentarla en la manera común, ellos adaptaban a la película música especial con la colaboración del Fausto Pinelo y preparaban el foro donde la cinta se presentaba para recrear los ruidos incidentales necesarios y que todo culminara con el himno nacional ejecutado por una orquesta.[3]

El estreno de la película se llevó a cabo el jueves 27 de julio de 1916 en el Teatro Peón Contreras de Mérida. Su estreno fue un evento muy anunciado por la prensa de la época y su costo iba desde los 60 centavos a $18 Pesos. Debido al éxito que tuvo la cinta (en la crítica y en la taquilla) en su segunda exhibición el 29 de julio del mismo año se abrió la taquilla todo el día y se recomendaba acudir con anticipación por las entradas para evitar aglomeraciones. La película se presentaba en dos partes y era acompañada regularmente por otro evento. El film tuvo un éxito sin precedentes que provocó la disputa entre empresarios por conseguirlo y exhibirlo en sus foros. La reseña de la cinta era en general muy similar: “El tema de la cinta es la Independencia de México, entrelazándose con episodios históricos que se relacionan con los mexicanos bajo el dominio español, y un asunto novelesco perfectamente bien desarrollado".[7]

1810 o Los libertadores se exhibió en la Ciudad de México el 15 de septiembre de 1916 en el Teatro Hidalgo y fue recibida con el mismo éxito por la gente y la crítica. La película recorrió con gran éxito el territorio nacional y llegó a ser elogiada por publicaciones especializadas en cine de Estados Unidos.[3]​ Los productores que distribuían cintas extranjeras en el país tenían que aplazar el estreno de sus películas en vez de una exhibirlas simultáneamente pues esto disminuía sus ingresos debido a la preferencia del público por la obra cinematográfica yucateca.[3]




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