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Acinonyx jubatus



      Presencia posible       Presencia media

Felis jubata Schreber, 1775[3]
Felis guttata Hermann, 1804
Acinonyx rex Pocock, 1927
Acinonyx venator Brookes, 1828

El guepardo o chita (Acinonyx jubatus)[1]​ es un miembro atípico de la familia de los félidos. Es el único representante vivo del género Acinonyx. Caza gracias a su vista y a su gran velocidad. Es el animal terrestre más veloz, ya que alcanza una velocidad punta de 115 km/h en carreras de hasta cuatrocientos o quinientos metros.[4][5][6][7]​ Las hembras pueden tener hasta cinco cachorros por camada. Su presa principal es la gacela de Thomson.

Es un felino de gran tamaño: mide entre 110 y 150 cm de longitud, a lo cual hay que añadir una cola de entre 55 a 80 cm.[8]​ Su altura a la cruz es de 74 a 90 cm y pesa entre 35 y 60 kg: los machos son de un tamaño ligeramente mayor que las hembras.[8]

El guepardo posee una anatomía especializada para la carrera. Posee el mayor corazón en proporción a su tamaño de todos los felinos,[9]​ lo que le permite bombear la sangre con más fuerza hacia todo su cuerpo. Sus pulmones y fosas nasales son muy amplios para absorber más oxígeno; además, posee una larga cola, que puede alcanzar la mitad de la longitud de su cuerpo, lo cual le da estabilidad en la persecución. Sus garras no son retráctiles, a diferencia de las de los demás félidos: esta característica mejora su tracción en altas velocidades.[cita requerida]

Cuando nace, la cría tiene una abundante melena clara sobre el dorso, en contraste con la mayoría de los felinos.

El guepardo es el animal terrestre más veloz del mundo: corre a una velocidad máxima de entre 95 y 115 km/h (puede alcanzar los 95 km/h en solo tres segundos),[10][11]​ aunque, si no alcanza su presa en menos de unos cuatrocientos metros, abandona la persecución.

El nombre guepardo (guépard en francés, ghepardo en italiano y Gepard en alemán) proviene del griego γατόπαρδος gatopardos y del latín medieval gattus pardus, con el significado de «gato leopardo». Por otra parte, chita proviene del hindi chiitaa, que probablemente tiene su origen en el sánscrito चित्रय [chitraka], 'abigarrado', 'embellecido', 'pintado',[12]​ de donde pasó al castellano a través del inglés "cheetah". Los dos términos son ampliamente usados en español, con muchos documentos que lo avalan,[¿cuál?] a pesar de que el Diccionario de la Academia Española sigue sin incluir la voz "chita".[13]

Lynx

Acinonyx jubatus Guepardo (Acinonyx jubatus)
(Guepardo)

Puma concolor Puma (Puma concolor)
(Puma concolor)

Herpailurus yagouaroundi Jaguarundi (Herpailurus yagouaroundi)
(Jaguarundi)

Felis

Otocolobus

Prionailurus

Los parientes más cercanos del guepardo son el puma (Puma concolor) y el jaguarundi (Herpailurus yagouaroundi).[15]​ Juntos, estas tres especies forman el linaje Puma, uno de los ocho linajes de los felinos existentes; el linaje Puma divergió del resto hace 6.7 Ma. El grupo hermano (cladística) del linaje del Puma es un clado de los gatos pequeños del Viejo Mundo que incluye los géneros Felis, Otocolobus y Prionailurus.[14]

Las tres especies del linaje Puma pueden haber tenido un ancestro común durante el Mioceno (aproximadamente 8.25 Ma).[16][17]​ Algunos sugieren que los guepardos norteamericanos posiblemente migraron a Asia a través del estrecho de Bering, entonces se dispersaron hacia el sur a África a través de Eurasia al menos 100.000 años atrás;[18][19][20]​ algunos autores han expresado dudas sobre la ocurrencia de gatos similares a los guepardos en Norteamérica, y en su lugar suponen que los guepardos modernos han evolucionado de poblaciones asiáticas que eventualmente se extendieron a África.[21][22]

Se cree que los guepardos han sufrido dos cuellos de botella genéticos que redujeron significativamente la variabilidad genética de las poblaciones—una 100,000 años atrás (algunos la han correlacionado a una migración de Norteamérica a Asia), y la segunda 10.000–12.000 años atrás en África (posiblemente por el evento de extinción del Cuaternario).[19][23][24]​ Según los estudios genéticos más recientes, su reproducción en aquella época se produjo desde un grupo muy reducido, lo que en la actualidad les concede a todos un mapa genético muy parecido.[25]

El guepardo tiene un registro fósil que se extiende por Norteamérica, Europa y Asia.[26]

Acostumbrado a que los carroñeros de mayor envergadura o fuerza (como la hiena, el león, el leopardo) o incluso el babuino, le roben las piezas que caza, el guepardo se ha habituado a cazar en las horas centrales del día, cuando los otros depredadores duermen. Su estructura física adaptada a la velocidad limita su capacidad de lucha y defensa, ya que su cuerpo es esbelto y fino a expensas de una musculatura potente y la fuerza en sus zarpas lo limitan al momento de enfrentarse a un oponente con dotes más defensivas. Así, es probable que el guepardo sufra una fatal derrota. Por este motivo se retira antes de que esto suceda y de este modo evita ser herido. A la hora de cazar, evita también la presencia de los turistas, que, en otros momentos menos calurosos del día, suelen estorbar con su curiosidad en el momento decisivo de la caza. El calor hará más corta su carrera, y luego todavía tendrá que arrastrar la presa hasta un escondite a la sombra donde quede a salvo de los demás.

Tiene una vista privilegiada, que aprovecha para observar a sus víctimas desde la distancia, tumbado en un promontorio o subiéndose a un árbol. Es paciente y tranquilo: sabe escoger su presa y esperar el momento adecuado.

El guepardo no se precipita durante la caza. Otros depredadores, como el león cuando está hambriento, desperdician energías corriendo sin mucho tino detrás de las presas. El guepardo, en cambio, espera. Y cuando finalmente empieza a correr, acierta en la mayoría de las ocasiones. Su efectividad se ha estimado en un 60 %, frente a poco más del 25 % que consigue el león[cita requerida]. El guepardo logra entre 150 y 300 presas anuales, frente a las 30 o 40 que consigue el león.[cita requerida]

A diferencia del resto de los felinos, sus uñas no son retráctiles, sino que le sirven para aumentar la tracción. Puede alcanzar velocidades de hasta 115 kilómetros por hora, pero durante su formidable carrera no puede mantener esta velocidad más de 500 m. Se han verificado velocidades en los guepardos de más de 114 kilómetros por hora, pero en casos muy aislados. La velocidad media del guepardo oscila entre los 98 y los 108 kilómetros por hora.

Suele cazar gacelas e impalas, aunque también atrapa crías de otros mamíferos, especialmente de ñu y cebra.

Escoge la táctica de caza en función del terreno y la situación. Si el terreno le permite acercarse sigilosamente, pondrá en práctica toda su habilidad de felino para atacar desde lo más cerca posible, y aprovechar luego la desbandada para lanzarse sobre la víctima más cercana ignorando al resto.

Cuando el terreno es demasiado regular, estudiará la situación desde lejos esperando que algún adulto se retrase o buscando un ejemplar más vulnerable que el resto. Si no tiene más remedio, también puede comenzar la carrera desde lejos, manteniendo una carrera de fondo que separe del grupo a alguna hembra en gestación o a alguna cría a la que atacará enseguida.

Los guepardos son polígamos. Terminada la cría de su anterior camada, la hembra buscará uno o varios machos que la fecunden, y dará a luz una camada de entre dos y cuatro crías después de un periodo de gestación de 90 o 95 días. Las crías suelen pesar unos 300 g.

Tan pronto como la noche se lo permita, la madre trasladará a los pequeños de lugar, poniéndolos a salvo de otros depredadores como leones, leopardos, hienas y licaones. Si descubren la camada cuando la madre está cazando, no tendrán ningún problema en incorporar los pequeños a su dieta del día.

Los cachorros no serán capaces de seguir a la madre hasta las cuatro semanas de edad. Los otros animales, el frío y el hambre hacen estragos entre ellos antes de cumplir los tres meses. Solo tres de cada diez sobrevivirán a este periodo.

La hembra se ocupa de los cachorros sin que el macho la ayude en ningún momento. Para enseñarles a cazar suele capturar vivas algunas crías de gacela que luego les ofrece para despertar su instinto de cazadores. A los diez meses, los pequeños ya pueden cazar algunas piezas pequeñas.

Al cumplir un año y medio, la camada pierde todo contacto con la madre, pero siguen juntos hasta el primer celo. Entonces las hembras se separan e inician su solitaria vida. Los machos, en cambio, permanecerán juntos para cazar en grupo de manera más efectiva y defender mejor su territorio, lo cual hace que formen un fuerte vínculo entre ellos. No obstante, a veces se han observado alianzas entre machos no emparentados.

Tiende a padecer estrés, por lo que en los zoológicos se aleja de los visitantes a las madres con crías y suelen mantenerse separados los machos y las hembras hasta el tiempo del celo.

El guepardo no puede rugir, a diferencia de las especies del género Panthera: emite un sonido agudo, llamado gañido (el guepardo «gaña»), muy parecido al de algunas aves, para hacer posible el encuentro con otros guepardos o con las crías, en el caso de una hembra tras la caza.

Se reconocen 5 subespecies:[27][28]

Durante un tiempo, se clasificó erróneamente al guepardo real como Acinonyx rex, cuando en realidad se trata de una mutación que hace que las manchas de su pelaje confluyan en bandas longitudinales y curvas. Por lo tanto, el nombre científico Acinonyx rex no es válido.[29]​ El gen recesivo debe ser heredado de ambos padres para que la característica se manifieste, siendo una de las razones por las que es tan raro.

Los restos fósiles más antiguos de A. jubatus proceden de la Capa I de la Garganta de Olduvai, formada en el Gelasiense (Pleistoceno Inferior), cuyo techo está datado en 1,8 millones de años.[3]

La piel de guepardo era considerada como un símbolo de estatus. Hoy, los guepardos tienen una importancia económica creciente para el ecoturismo y también se encuentran en zoológicos. Atraen también la curiosidad de los safaris fotográficos, en los cuales se reúnen a veces hasta quince grupos de personas. Esta intrusión es molesta, pero constituye una alternativa económica a la caza furtiva o al tráfico de animales.

Los guepardos son mucho menos agresivos que otros felinos grandes y pueden ser domesticados, por lo que los cachorros a veces son vendidos como animales domésticos.

Anteriormente eran cazados —incluso a día de hoy— porque muchos agricultores creen que se comen al ganado. Cuando la especie pasó a estar amenazada, se lanzaron numerosas campañas para tratar de educar a los agricultores y animarlos a conservar al guepardo. Pruebas recientes han mostrado que los guepardos no atacan ni comen al ganado si pueden evitarlo, ya que prefieren sus presas salvajes. Sin embargo, no tienen ningún problema para incluir tierras de labranza como parte de su territorio, lo cual causa a veces conflictos.

Los egipcios antiguos los tenían habitualmente como mascotas y también eran entrenados para cazar: se cree que llevaban los guepardos a los campos de caza, vendados, encapuchados y sostenidos con correas, mientras los perros ponían en retirada a su presa. Cuando la presa estaba lo suficientemente cerca, los guepardos eran probablemente liberados y se les retiraban las vendas. Esta tradición llegó a los antiguos persas y luego a India.



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