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Adamitas



El adamismo (del fr. adamisme) o adamianismo fue un movimiento religioso de corte gnóstico surgido en torno a mediados del siglo II d. e. c. caracterizado sobre todo por el hecho de que sus integrantes, tantos hombres como mujeres,[1]​ se mostraban «completamente desnudos en público, o por lo menos en sus reuniones, [pretendiendo así] remedar la inocencia de Adan y Eva antes de su caída»,[2]​ descrita en Génesis 2:25,[3]​ si bien cabe reseñar que existen notables desacuerdos tanto de carácter teológico como histórico entre los diferentes autores que a lo largo del tiempo se han venido ocupando del mismo como Ireneo de Lyon, Agustín de Hipona, Teodoreto de Ciro, Clemente de Alejandría, etc.

Así mientras que según este último «hacían quitar las luces de sus reuniones para evitar la vergüenza que les hubiera ocasionado el verse de tal manera»,[4]Epifanio de Salamina (quien los sitúa cronológicamente entre los alogianos y los sanseanos, después de los montanistas y antes de los teodoristas) niega que no utilizasen ropa alguna «con el objeto de imitar a nuestros [primeros] padres», llegando a asegurar que antes de entrar en sus templos, a los que llamaban «paraísos»,[5][6]​ elegían a «las mujeres que más les agradaban para entregarse después a oscuras a todo género de excesos».[7]

Tampoco existe unanimidad sobre que su fundador fuese un tal Pródico, discípulo de Carpócrates,[5]​ o aún este mismo incluso,[8][6]​ como «parece acreditarlo la circunstancia de que algunos escritores han hablado de los adamitas del siglo II sin nombrarlo, mientras que otros han referido las extravagancias y excesos de herejes del mismo tiempo que no seguían absolutamente sus preceptos y formaban reuniones aparte».[4]

En cuanto a sus costumbres sexuales destaca su aversión al matrimonio fundada en «la razón ingeniosa de que Adán no había conocido a su mujer hasta después de haber pecado y salido del Paraíso»,[10][4]​ si bien autorizaban «las uniones vagas y aún las incestuosas».[2]

Según Tertuliano se opusieron también a la unidad de Dios, la necesidad de la oración y tildaron el martirio de locura y extravagancia.[5][11]​ «[…] no había distinción entre presbíteros y legos y tanto la fornicación como el adulterio eran acciones santas y meritorias».[12]

Si bien el movimiento originario desapareció en el siglo IV «algunos protestantes como los valdenses o los anabaptistas holandeses adoptaron posteriormente las mismas prácticas»:[13]

Se tienen además varias noticias de un breve resurgimiento de la secta en la zona de Bohemia a raíz del edicto de tolerancia religiosa promulgado por José II en 1781, así como de que a mediados del siglo XIX fue preciso llamar al Ejército para que interviniese en el distrito de Chrudim (actual República Checa) contra un grupo de adamitas dirigidos por un tejedor ambulante llamado Pelzmann.[19]



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