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Aislamiento térmico



Aislamiento térmico es el conjunto de materiales y técnicas de instalación que se aplican en los elementos constructivos que separan un espacio climatizado del exterior o de otros espacios para reducir la transmisión de calor entre ellos. Asimismo se utiliza para reducir la transmisión de calor desde conducciones que transportan fluidos a distinta temperatura de la ambiente. También se aplica a la acción y efecto de aislar térmicamente.

Existen muchas situaciones en las que es conveniente reducir el flujo de calor en una dirección determinada. El caso más común es el aislamiento de edificios para minimizar las pérdidas de calor en invierno y las ganancias en verano, aunque existen otros muchos como el aislamiento de cámaras frigoríficas, de tuberías de distribución de líquidos calientes o fríos, de hornos y calderas y en general de todos aquellos aparatos, elementos o espacios, en los que se utiliza energía y en los que se necesita mejorar la eficiencia en su consumo.

El aislamiento térmico es la primera, más barata y más efectiva medida para el ahorro energético.[1]

Todos los materiales de construcción son aislantes, pero en este caso se utilizan los aislantes térmicos específicos que son aquellos que se caracterizan por su baja conductividad térmica.

Se pueden clasificar, según su composición, en tres tipos de materiales:[2]

A la hora de seleccionar el material, la propiedad principal a tener en cuenta, es la resistencia térmica, la durabilidad, la estabilidad dimensional, las prestaciones acústicas, reacción al fuego, y en general todas las características incluidas en el Marcado CE, obligatorio para estos productos. Todo ello hace, que al seleccionar un aislante haya que fijarse atentamente en sus propiedades, las cuales deben de estar reflejadas en la documentación que el fabricante debe, preceptivamente, acompañar al material[3]​ y que son:

A la vista de estas propiedades, se selecciona el más idóneo y se procede al cálculo[4]​ del espesor óptimo para conseguir la mejor relación costo/ahorro energético.

En el momento presente, dada la situación de la energía en el mundo, el ahorro de energía es una de las preocupaciones principales de cualquier país desarrollado. En España, el consumo de energía se distribuye entre un 25% para el sector industrial, un 39% en transportes y un 36% en agricultura, pesca, alimentación y sector doméstico. El sector doméstico supone un 17% de la energía total consumida, y de él un 68% corresponde a calefacción y Agua caliente sanitaria, lo que supuso 15.015 kTep en el año 2013, o lo que es lo mismo, 175 mil millones de kW.hora.[5]

Un pequeño ahorro en este concepto supone una gran cantidad de energía. De ahí que el Plan Energético Nacional[6]​ prevea y obligue a una serie de medidas de ahorro, de las cuales, la primera es el aislamiento térmico de los edificios. En este sentido, el Código Técnico de la Edificación, contiene el documento básico DB-HE1[7]​ en el que se recogen las condiciones y los métodos para limitar la demanda energética[8]​ del edificio y con ella el consumo energético.[9]

Para ello, la norma establece los valores límite que deben tener las transmitancias[10]​ de cada cerramiento que forma la envolvente[11]​ del edificio, en función de la zona climática[12]​ en la que se asienta el edificio.

Por otra parte, las instalaciones de calefacción, climatización y ACS, están reguladas por el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE),[13]​ cuya instrucción técnica IT 1 en su apartado 1.2.4.2 sobre aislamiento térmico recoge las características que debe cumplir el aislamiento de tuberías, conductos y aparatos con fluidos calientes, en función de su temperatura, así como remite a la norma UNE-EN-ISO 12441[14]​ para el cálculo de los correspondientes espesores.



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