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Alcalosis



La alcalosis (o alcalemia) es un término clínico que indica un trastorno hidroelectrolítico en el que hay un aumento en la alcalinidad (o basicidad) de los fluidos corporales, es decir, un exceso de base (álcali) en los líquidos corporales. Esta condición es la opuesta a la producida por exceso de ácido (acidosis). Se puede originar por diferentes causas.

El mecanismo subyacente consiste en la acumulación de bases o pérdida de ácidos sin una pérdida equivalente de bases en los líquidos del organismo, lo que provoca una reducción en la concentración de iones hidrógeno en el plasma sanguíneo arterial. Generalmente se utiliza este término en aquellos casos en que el pH arterial es mayor a 7,45. [1]

La disminución en el nivel de dióxido de carbono o el aumento del nivel de bicarbonato son las causas directas de este fenómeno, siendo los pulmones y los riñones los que regulan el equilibrio ácido-base del cuerpo.

La alcalosis respiratoria se debe a una ventilación excesiva de los pulmones.[2]​ Se produce también cuando una persona asciende a altitudes elevadas.[3]​ El bajo contenido de oxígeno del aire estimula la respiración, lo que hace que se pierda demasiado CO2 y aparezca una alcalosis respiratoria leve.[4]​ El riñón trata de compensar esa alcalosis con un aumento en la reabsorción de ácido carbónico.[5]

La alcalosis metabólica es ocasionada por un exceso de bicarbonato en la sangre.[6][5]

Algunas causas de la alcalosis metabólica son:[6]

Algunas causas de la alcalosis respiratoria son:[2]

Pueden presentarse cuadros de confusión, con mareos, náuseas y vómitos, a menudo acompañados de temblores, espasmos musculares (tetania), y entumecimiento en la cara o las extremidades.[7]

Los datos clínicos utilizados para el diagnóstico de la alcalosis metabólica incluyen los niveles plasmáticos de bicarbonato y de potasio, la concentración de cloruro en orina y la presión parcial de dióxido de carbono (pCO2).[7]

El tratamiento de la alcalosis depende de la causa específica. Para corregir las pérdidas químicas se pueden necesitar medicamentos, siendo necesario controlar los signos vitales (temperatura, pulso, frecuencia respiratoria y presión sanguínea). Se puede administrar cloruro de amoníaco por vía oral, transformándose en el hígado la porción amoníaco en urea, reacción que libera ácido clorhídrico (HCl), con lo que se equilibra el pH.[6]

Para la alcalosis respiratoria se debe aumentar el espacio no oxigenado (inhalación de CO2 haciendo respirar al sujeto en una bolsa o funda), tranquilizarlo o con sedación.[2]

La mayoría de los casos de alcalosis responden bien al tratamiento. Normalmente, los individuos con riñones y pulmones sanos no experimentan una alcalosis significativa.



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