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Alcolea de Torote



Alcolea de Torote o Alcolea de las Amargas[1]​ es un despoblado de la provincia de Guadalajara (España). Se encuentra a medio camino entre las localidades de Galápagos y Torrejón del Rey, en la confluencia de los arroyos Torote y Albatajar.

El lugar pudo estar poblado ya desde la romanización de Hispania.[2]​ En el año 1974, fueron desenterradas, por un labrador mientras araba en unos campos próximos y en buen estado de conservación, dos estelas funerarias, aunque bien pudiera ser que hubiesen sido trasladadas desde algún otro lugar.

Luego vinieron los visigodos y, a continuación, los árabes. Está documentado que en el siglo X se construyó una fortaleza árabe, lo que significa el nombre de “alcolea”, para proteger, en primer lugar, los territorios adyacentes, además de servir de contención y protección de la cercana Guadalajara, a solo 20 km, de las frecuentes incursiones cristianas. La fortaleza fue ganada definitivamente para la causa cristiana por Alvar Fáñez de Minaya, sobrino que fue de Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid”, poco antes de su conquista de Guadalajara y como paso previo a la misma. La ocupación debió ocurrir por la misma fecha de la toma de Guadalajara, en el año 1086. La fortaleza debió de quedar muy dañada. En 1195, Alfonso VIII es derrotado por los almohades en la batalla de Alarcos, quienes a continuación arrasaron Madrid, Alcalá de Henares, Talamanca, Guadalajara y otras poblaciones y fortalezas, entre ellas, probablemente, Alcolea.

Adquirió independencia geográfica por sí misma a finales del siglo XII. Capital de un alfoz al mismo tiempo que empezó a ejercer jurisdicción eclesiástica y jurídica sobre las aldeas de Torrejón de Alcolea, Valdeavero, Ribatejada y Galápagos. Las tres últimas poblaciones aún existen hoy en día. En el siglo XIII perteneció al señorío del Monasterio de la Vid. Pasó en 1311 a poder de las monjas de Santa Clara de Guadalajara. En 1332, las monjas lo cedieron a censo al Arzobispado de Toledo.[3]​ A finales del siglo XVII, Alcolea, ya había quedado despoblada y abandonada y sus casas derribadas. Entre las hipótesis que explican la desaparición del poblamiento está su ubicación en zona de confluencias de arroyos y existencia de aguas estancadas, que terminaron siendo aguas insalubres; otra hipótesis supone que fue afectada por una epidemia de cólera que causó gran mortandad. Poco a poco la población fue emigrando a terrenos no lejanos y más sanos para, finalmente, instalarse en la aldea de Torrejón del Rey. En Alcolea, como cuenta el diccionario de Madoz, el último edificio en pie fue la iglesia, al final derruida por ser cobijo de forajidos y bandoleros. Las más nobles piedras fueron usadas en siglo XVIII para construir el Ayuntamiento de Torrejón del Rey.

En el diccionario de Madoz figura en la página 455 del Tomo I,[4]​como sigue:

El condado de Alcolea del Torote fue concedido por el Rey Carlos II por Real cédula de 30 de agosto de 1697 y Real despacho del 20 de octubre siguiente, con el Vizcondado previo de Jaraquemada, a Jerónimo Francisco de Tordesillas y Cepeda, hijo de don Rodrigo Antonio de Tordesillas Cepeda y Calderón, Tesorero del Real Alcázar de Segovia y Regidor de la ciudad y de Juana de Brizuela y Gamboa.[5]​ Actualmente, doña Belén Juliá Díez de Rivera, (23-11-1942) es la XIII Condesa de Alcolea de Torote.



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