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Alfarería de trampa y cerámica de engaño



Alfarería de trampa y cerámica de engaño, son denominaciones populares en el argot del alfarero que agrupan una serie limitada de piezas cerámicas creadas por la fantasía del artista y en su mayor parte tan solo útiles como objeto de adorno. Entre las primeras, las más conocidas y variadas son los botijos y jarras de trampa, y entre las segundas los imaginativos platos de engaño, frecuentes en muchas fábricas de loza fina y genuinos representantes del gusto más kitsch.

Existen muy diferentes modelos de botijos de trampa o de engaño; el inconveniente suele provenir de haber sido concebidos con innumerables pitorros, y la dificultad de uso en adivinar cuál es el agujero por el que podrá beber agua sin mojarse. Los modelos más frecuentes son los de varios pitos y una sola boca.[1]​ Entre las muchas variedades, están por ejemplo:


De entre las piezas de loza decorativa sin utilidad doméstica, las más populares han sido quizá los fruteros de chasco, habituales en centros de tradición como Talavera de la Reina o El Puente del Arzobispo. Pueden considerarse hijos de los sofisticados platos de engaño de origen galo (objetos de la familia del trompe d’oeil), joyas kitsch del diseñador de cerámicas buscando la ilusión óptica con objetos tridimensionales: frutas, hortalizas, e incluso animales. La fábrica de Moustiers fue una de las que durante la época del barroco, entre sus colecciones dedicó una parte a los platos de engaño.[4]​ Uno de los más célebres ceramistas franceses Bernard Palissy fue el creador de una serie de loza con relieves naturalistas y esmaltes policromos, muestras de estas piezas se encuentran en el Museo National de Cerámique de Sèvres, en el Museo del Louvre o en el Museo Victoria y Alberto en Londres.[5]

Diseño de Bernard Palissy (h. 1575). Museo Británico.

Real Fábrica de Loza y Porcelana de Alcora (h. 1770).

Real Fábrica de Loza y Porcelana de Alcora (Castellón de la Plana, España).

Frutero ligur, Génova (h. 1575). Museo Lindenau de Altenburgo (Alemania).

En España, una de las mejores colecciones de loza de engaño, y no sólo de platos, se encuentra en la Real Fábrica de Loza y Porcelana de l'Alcora, atribuyéndose al escultor Julián López la creación de la mayoría de los modelos.[6]​ Originalidad y fama confluyen en la colección de fauna de Alcora, con un amplio repertorio animal distribuido en un igualmente extenso catálogo de piezas de loza doméstica: soperas, salseras, pisapapeles, mancerinas, joyeros y vinajeras, convertidos en perros, ranas, lagartos, gallinas, cisnes, palomas, carneros, perdices, etc.[7]​ En este caso el engaño visual inutiliza el valor doméstico del objeto y su uso queda restringido a lo decorativo.




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