Alonso de Berruguete nació en Paredes de Nava.
Alonso González Berruguete (Paredes de Nava, c.1490-Toledo, 1561) fue un escultor y pintor español, hijo del pintor Pedro Berruguete y uno de los referentes fundamentales de la escultura española del Renacimiento. También realizó obras pictóricas.
La colección más importante de su obra se encuentra en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
Tenemos pocos datos concretos acerca de la vida del artista, aunque se conocen bien su familia, las fechas y precios de sus obras o los pleitos que tuvo. Como hijo de un pintor afamado, aprendió pintura y escultura en el taller familiar; sus obras de entonces evidencian el contacto con los escultores activos en Castilla, fundamentalmente en Burgos, Ávila, Valladolid y Palencia.
Desde 1507 estuvo en Italia ampliando sus conocimientos de pintura, principalmente en Florencia, donde debió llegar hacia 1512. Allí es citado varias veces por Vasari en sus Vidas de artistas, quien constata sus contactos con Bramante, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. Estuvo entre los manieristas toscanos discípulos de Andrea del Sarto y hay quien afirma que participó activamente en la génesis del Manierismo pictórico florentino. Ejemplos de ello son cuatro curiosas pinturas, con un colorido caprichoso y cambiante, y figuras de proporciones alargadas: un tondo de La Virgen con el Niño y san Juanito (Florencia, Palazzo Vecchio), una Virgen con el Niño de expresión risueña y una Salomé (ambas obras, en la Galería de los Uffizi) y una Alegoría de la Templanza, de concepto similar a la Salomé y que era inédita hasta fecha reciente. Ha sido adquirida por el Museo del Prado en 2017 con fondos del legado Carmen Sánchez, pasando a ser el primer ejemplo del artista en la pinacoteca madrileña.
Copió el Laocoonte y sus hijos recién descubierto en Roma por encargo de Bramante, y eso hace suponer que se alineaba en el grupo rival de Miguel Ángel. Vasari lo nombra al hablar de la vida de Sansovino que estuvo en Roma a partir de 1506:
Los largos años de estancia en Italia le permitieron conocer profundamente a los maestros del Quattrocento y los modelos de la escultura grecolatina clásica; en su obra hay una admiración profunda por la obra de Donatello, quien le inspira algunos tipos, y, desde luego, Miguel Ángel, por sus volúmenes rotundos y la atormentada terribilitá de su obra final. De Leonardo da Vinci aprendió a individualizar los rostros, pese a lo cual todas las influencias confluyeron en un estilo muy personal y un temperamento fuertemente expresivo, que se refleja en sus figuras de un contorno llameante y anguloso que revive la estética del Gótico. Vasari afirma que en Florencia copió los cartones de Miguel Ángel realizados para la decoración mural de la Sala del Gran Consejo (La batalla de Cascina).
Se supone que Berruguete debía tener bastante conocimiento del cuerpo humano, adquirido a fuerza de observación, de estudios prácticos sobre el natural, como sus modelos, y posiblemente a estudios científicos hechos en tratados de anatomía y acaso en la disección de cadáveres, dada la apariencia de los cuerpos. Pero, como señala Ricardo de Orueta, es más la pasión o el sentimiento lo que se exterioriza en su obra.
Después de trabajar, asociado con Felipe Vigarny, en Zaragoza y Huesca, donde su arte influyó en el de Damián Forment, proyectó varios retablos para la Capilla Real de Granada.
Fijó su residencia en Valladolid en 1523, ciudad en la que fundó su taller, y se dedicó a la talla de retablos e imágenes. Una de sus primeras obras importantes en esta ciudad fue el retablo de San Benito, en el que se acusa su vigoroso realismo con toda su grandeza; pertenece al Museo Nacional de Escultura de Valladolid, y hoy está bien restaurado. Le fueron encargados retablos e imágenes para Salamanca (capilla del Colegio de Fonseca), Úbeda (retablo de la Sacra Capilla del Salvador) o Cáceres (retablo de la iglesia de Santiago), testimonio de que su fama era grande en todo el reino de Castilla. En 1539 comenzó la talla de la sillería del coro de la catedral de Toledo, otra de sus obras culminantes. Su última obra fue el sepulcro del cardenal Tavera en Toledo, que la muerte le privó de terminar.
Alonso Berruguete dejó un gran número de discípulos, seguidores e imitadores, que expandieron su estilo por todos los reinos hispánicos y lo convirtieron en uno de los escultores más influyentes de su siglo. Algunos de ellos fueron Francisco Giralte, Manuel Álvarez, su sobrino Inocencio Berruguete, Esteban Jordán y Juan de Cambray.
Salomé, Galería Uffizi (Florencia)
Martirio de san Sebastián, Museo Nacional de Escultura
Sacrificio de Isaac, Museo Nacional de Escultura
Ecce homo, Museo Nacional de Escultura
Adoración de los Magos, Museo Nacional de Escultura
Retablo de San Benito el Real (Valladolid)
Retablo de la Transfiguración, Sacra Capilla del Salvador (Úbeda)
, coro de la catedral de Toledo
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