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Andahuaylazo



Victoria del gobierno.

Emblem of the Peruvian Army.svg Reservistas y licenciados de las Fuerzas Armadas

El Andahuaylazo fue un levantamiento militar que ocurrió en la ciudad de Andahuaylas, Perú, y que fue encabezado por el mayor retirado del Ejército del Perú, Antauro Igor Humala Tasso, quien al frente de 160 reservistas[2]​ exigieron la renuncia del entonces presidente Alejandro Toledo y otros objetivos claves. Ocurrió entre los días 1 y 4 de enero de 2005, finalizando con la captura de Antauro Humala y la rendición de sus seguidores.

Probablemente fue un intento de golpe de Estado, siendo el último en manifestarse en la historia del Perú en el siglo XXI.

Los rebeldes tenían como objetivo transformar el poder, bajo la implantación de grandes reformas, ya que tenían deseado un gobierno de transición bajo una asamblea constituyente con el mando de diferentes mandatarios, que, de acuerdo a los sublevados, habrían cambiado el estilo de vida de la población y el propio sistema del estado peruano.

Los hermanos Ollanta y Antauro Humala, oficiales del Ejército del Perú y seguidores de los principios del etnocacerismo que esbozara su padre, el abogado Isaac Humala, empezaron a cobrar notoriedad pública cuando el 29 de octubre del 2000 encabezaron un alzamiento en Locumba contra el ya agonizante régimen de Alberto Fujimori. Tras ser apresados y procesados por rebelión, sedición e insulto al superior, fueron liberados y amnistiados por el Congreso, ya bajo el gobierno transitorio de Valentín Paniagua, el 21 de diciembre del 2000.

Durante el gobierno de Alejandro Toledo, Ollanta Humala fue enviado al exterior, primero como Adjunto a la Agregaduría Militar peruana en Francia (enero del 2003), y luego, como Agregado Militar en la embajada peruana en Corea del Sur (junio de 2004). Mientras que en el Perú, su hermano Antauro se lanzó a hacer una enconada oposición al gobierno toledista, exigiendo la renuncia del presidente y su sometimiento a “juicio de residencia”. Utilizaba para dar publicidad a sus planteamientos las páginas de su semanario Ollanta, un libelo donde se utilizaba un lenguaje ofensivo y denigrante para atacar no solo a miembros del gobierno, sino a altos miembros de las fuerzas armadas a quienes se acusaba de pertenecer la «mafia fujimontesinista», entre otros cargos. Como fuerza de apoyo contaba con un grupo de reservistas del ejército, adoctrinados en los principios del etnocacerismo.

En junio de 2004 Antauro fue denunciado ante la Cuarta Fiscalía Provincial por los delitos de sedición, conspiración para cometer delito de rebelión contra los poderes del Estado y el orden constitucional, contra la tranquilidad pública y el peligro común. La Procuraduría del Ministerio del Interior le denunció también por tenencia ilegal de armas. Frente a estas denuncias, Antauro se limitó a considerarse como «perseguido político».

El 29 de diciembre de 2004, el nuevo comandante del ejército peruano, general Luis Muñoz Díaz, impuso el pase a retiro del teniente coronel Ollanta Humala, que seguía oficiando de agregado militar en Corea del Sur. Esta decisión fue el detonante para que Antauro Humala y sus huestes etnocaceristas se lanzaran a la aventura del “Andahuaylazo”, reprochando al gobierno de Toledo el no apoyar a los militares que como Ollanta habían luchado contra la "dictadura fujimontesinista" y favorecer más bien a aquellos que habían sido cómplices de la misma (como el caso del mismo Luis Muñoz, uno de los que fueron filmados en la sala del SIN por Vladimiro Montesinos).[3]

Aunque los informes de inteligencia del ministerio del interior advirtieron previamente de las maniobras de Antauro y sus etnocaceristas días antes del asalto, el entonces ministro del Interior Javier Reátegui Rosselló no hizo caso de las advertencias.[4]

Andahuaylas es un poblado de más de 30.000 habitantes, capital de la provincia del mismo nombre del departamento de Apurímac, en la sierra sur del Perú. Su comandancia policial tenía entonces una dotación de 80 efectivos, pero en la madrugada del 1 de enero de 2005 solo 10 se hallaban guarneciendo el puesto, pues el resto se hallaba de franco, por ser la fiesta de Año Nuevo, que en Andahuaylas tiene un particular significado pues ese día se celebra la fiesta patronal del Niño Jesús de Año Nuevo.[5]

A las 4:25 de la madrugada del 1 de enero de 2005, Antauro Humala, al mando de 160 reservistas desarmados (muchos de ellos veteranos de la guerra del Cenepa y de la lucha antisubversiva) entraron a la ciudad por la avenida Perú y capturaron la comandancia policial, luego de una resistencia débil y corta por parte de los pocos efectivos policiales, se dice que en realidad el número de reservistas bordeaban los 300, pero estos se hallaban ocultos en zonas estratégicas[6]

Los etnocaceristas se apoderaron de 80 fusiles automáticos ligeros o HK-G3, 4 escopetas, 29 granadas de guerra, 11 pistolas, 800 bombas lacrimógenas y 50 000 cartuchos de bala, así como 2 patrulleros policiales, y en palabras del propio Antauro, 5 manzanas de la ciudad de Andahuaylas[7]​, durante el día, una reducida patrulla policial regreso a la comandancia y trato de recobrar el control del puesto, fue en ese enfrentamiento que resultaron heridos 5 policías y 2 reservistas.17 policías y soldados fueron tomados como rehenes, los cuales fueron expuestos ante la población como "borrachos"[8][9]

En el segundo día de la asonada, domingo 2 de enero de 2005, a las cinco de la mañana, los etnocaceristas se enfrentaron con el Escuadrón Verde en las cercanías de la Comisaría y en ese incidente, fallecieron cuatro policías. En el 2015, un informe de la Dirección de Criminalística de la Policía Nacional del Perú (PNP), elaborada en base a los cadáveres de los cuatro agentes, indican que las balas que causaron su muerte vinieron de un lugar ajeno al de donde estaba el grupo insurgente de Antauro Humala (posibles francotiradores progubernamentales).[10]

Antauro improviso una tribuna con las 2 patrullas policiales capturadas, desde donde arengo a la población a unirse prometiéndoles que les entregaría armas, luego dio varias entrevistas a algunos periodistas, evocando el nombre del "comandante Ollanta Humala", y mencionando además que todos sus seguidores, eran veteranos de guerra ahora "abandonados por el gobierno"[11]

El presidente Toledo, que en esos momentos se hallaba de vacaciones en Punta Sal, (al igual que su ministro del Interior, Javier Reátegui), regresó a Lima y declaró el estado de emergencia en la región Apurímac, ordenando inmediatamente el envío al lugar de los hechos de más de 300 agentes de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía (DIROES).[4]

Antauro menciona además que 1800 soldados y 760 policías rodearon Andahuaylas, y que todos dieron positivo a la pericia que determinó que realizaron disparos, menos él.[12]

El día 3 de enero, más de mil pobladores ingresaron en la Plaza de Armas apoyando el levantamiento etnocacerista con Antauro al frente, en un primer momento se pensó que Antauro se entregaría, pero eso no ocurrió, luego de reunirse con el general de la policía Felix Murazzo, Antauro realizó un paseo triunfal de vuelta a la comisaría. En el trayecto las fuerzas del orden respondieron, dos reservistas cayeron abatidos, mientras dos de ellos y otros dos civiles resultaron heridos.

A pesar del apoyo civil, el líder etnocacerista perdió el control de su levantamiento y luego de una serie de negociaciones en la noche con el gobierno, representado por el Director de la Policía Nacional, general Feliz Murazzo y el general de división, José Williams Zapata, Antauro Humala fue detenido en el interior de la Municipalidad de la localidad, lugar donde se habían realizado las reuniones.[4][13]

Enterados de la captura de su líder, los 160 etnocaceristas comandados por el capitán Marco Antonio Vizcarra Alegría “Paiche” se atrincheraron en la comisaría, y luego de unas horas de resistencia, finalmente se rindieron, luego de recibir una carta de Antauro en la que este les pedía que depusieran las armas.[4][14]

Antauro pasó al penal de Piedras Gordas, al norte de Lima, y fue sometido a un proceso judicial. En el año 2009 recibió condena de 25 años de presidio por el asalto a la comisaría de Andahuaylas, entre otros cargos.

Antauro expresó, en algún momento de la toma, que seguía órdenes de Ollanta. Literalmente dijo:

Sin embargo, al sostener diálogo con algunos medios de prensa en el mismo día del suceso, fue muy ambiguo al respecto. Por ejemplo, cuando el diario La República le preguntó desde Lima si había coordinado la acción con Ollanta, respondió así:

En cuanto a Ollanta, su posición en un principio fue que respaldaba la insurgencia de su hermano, pues según él era un derecho reconocido por la Constitución, aunque aducía no estar muy al tanto de todos los detalles del suceso, por encontrarse muy lejos (en Corea del Sur, como agregado militar). Señaló también que en caso de que ocurrieran muertos por ambos lados, como era lo previsible, eso sería culpa del gobierno.[17]​ Luego, al ocurrir los asesinatos de los cuatro policías, Ollanta cambió su posición y sostuvo que no avalaba dichos hechos violentos.



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