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Anfotericina B



Anfotericina es un antibiótico y antifúngico extraído del Streptomyces nodosus, una bacteria filamentosa, obtenido inicialmente en 1955 en el Instituto Squibb Para la Investigación Médica a partir de cultivos de un aislado de streptomycete obtenido en el suelo del río Orinoco en la región de Venezuela. Tiene una constitución química poliénica (heptaeno), y contiene además una hexosamina (micosamina), grupos ácidos (ácido carboxílico) y básicos (amina primaria). Es insoluble en agua y en la mayoría de los disolventes orgánicos. Existen dos formas químicas: la anfotericina A, sin aplicación clínica y químicamente de configuración macrólida, y la anfotericina B.[1]​ Su nombre se origina de las propiedades anfotéricas del producto químico.

Su absorción por vía oral es mínima, por lo que se utiliza por vía intravenosa. Por esta vía los niveles terapéuticos se mantienen durante 24 horas, siendo su eliminación renal lenta y de sólo un 5% en forma activa, encontrándose trazas de la misma hasta dos meses después de suspender el tratamiento.[2]​ Su difusión al líquido cefalorraquídeo es escasa.[3]

La Anfotericina B se fija ávidamente a los esteroles de las membranas de células eucariotas. Su mayor afinidad por el ergosterol de los hongos, que por el colesterol de las células de los mamíferos, explica su relativa especificidad. La consecuencia de esta fijación es una alteración de la permeabilidad de la membrana con salida de sodio, potasio e iones hidrógeno. Esta alteración resulta letal para el hongo.[4]

La afinidad que muestra hacia los esteroles de las membranas celulares contribuye al efecto tóxico que produce sobre algunas células de los mamíferos.

La anfotericina B está indicada en el tratamiento de la candidiasis invasiva grave, de micosis sistémicas graves tales como aspergilosis, criptococosis, histoplasmosis, fusariosis, zigomicosis, blastomicosis, coccidioidomicosis y Fungemia por Malassezia spp, además en el tratamiento y profilaxis de la leishmaniasis visceral. También es el agente más efectivo conocido en el tratamiento de la meningoencefalitis primaria causada por el parásito Naegleria fowleri.

No se dispone de datos clínicos adecuados sobre el uso de amfotericina B en complejo lipídico en mujeres embarazadas ni durante la lactancia. Se han demostrado efectos teratógenos en animales de laboratorio.

Las reacciones adversas (RAM) más frecuentes observadas con este medicamento han sido escalofríos (15%), aumento de la creatinina (11%), pirexia (11%), náuseas (7%) e hipopotasemia (6%).

La tabla que sigue expone las RAM frecuentes (menos de un caso cada 10 tratamientos pero más de 1 cada 100 : <1/10 y ≥1/100)

En la toxicidad de este fármaco destaca como se dañan los órganos hígado y riñón. Aunque principalmente, los efectos más tóxicos y dañinos se producen a nivel del riñón. El fallo renal de la Anfotericina B está relacionado con la dosis y/o la duración del tratamiento, y en muchas ocasiones constituye el factor limitante de su administración.

Su mecanismo nefrotóxico se observa a tres niveles y está relacionado con los efectos que produce el fármaco sobre la permeabilidad de la membrana, su principal mecanismo de acción antifúngica.[4]

Estas alteraciones se manifiestan con poliuria, debida a la disminución de la capacidad de concentrar la orina.

Clínicamente la nefrotoxicidad se manifiesta con un incremento de la creatinina plasmática y del nitrógeno ureico, hipomagnesemia, hipopotasemia y acidosis metabólica hiperclorémica debida a la pérdida urinaria de iones. Además se produce nefrocalcinosis e hipostenuria.

Estas reacciones son muy comunes, se presenta en uno de cada diez pacientes tratados con Anfotericina B. Generalmente al interrumpir la terapia, la función renal regresa gradualmente a su función basal, aunque pueden ser necesarias varias semanas hasta su completa normalización. En algunos casos se produce un daño permanente, especialmente en aquellos pacientes que han recibido una dosis acumulada superior a cinco gramos.[10][11]

Para reducir la toxicidad renal del fármaco se recurre en algunos casos al aporte de sodio, especialmente en pacientes deshidratados o hiponatrémicos. Otra medida que se suele realizar es prolongar los tiempos de administración. Está comprobado que la administración en perfusión continua, durante veinticuatro horas, es menos nefrotóxica e igual de eficaz.

Además se han desarrollado diferentes formulaciones lipídicas de Anfotericina B con el fin de reducir su elevada toxicidad,[12][13]​ que se describen brevemente a continuación:

https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000492.htm

https://web.archive.org/web/20161111063501/http://www.doctissimo.com/es/salud/diccionario-medico/hipostenuria



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