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Anilingus



La práctica sexual del anilingus (del latín: anus, "ano" y -lingus , de lingere, "lamer", ocasionalmente escrito " analingus ") es el contacto entre la boca y ano y regiones adyacentes. También conocida como beso negro, es la inserción de la lengua lo más profundamente posible en el ano de su pareja. Esta práctica tiene una variante llamada "el colibrí", haciendo referencia a la familia de aves que utiliza su lengua de una manera similar con el fin de recoger néctar de las flores.

Como todas las prácticas sexuales, el anilingus tiene un riesgo de infecciones y un modo de prevenirlos.

La presencia de bacterias, virus o parásitos alrededor y/o dentro del ano o recto acarrean riesgo de infecciones y enfermedades como Hepatitis B, lombriz intestinal, Clamidia, Papilomavirus humano (PVH), Gonorrea y herpes, entre otras enfermedades de transmisión sexual.[1]​ Aproximar la boca a los genitales inmediatamente después de haberla introducido en el ano puede provocar el ingreso accidental de bacterias Escherichia coli ("E. coli") en la uretra, causando una infección del tracto urinario.

El VIH/SIDA no parece ser fácilmente transmisible a través de esta práctica, pero los expertos afirman que existe cierto nivel de riesgo de contagio.[2]​ Algunos parásitos pueden encontrarse en las heces si se consume carne poco cocida. Rastros de hepatitis A en las heces sólo son probables si la persona infectada ha comido alimentos contaminados. La hepatitis C es rara pero es posible si el receptor del acto presenta sangre en el ano o en las heces.

Si el receptor del acto tiene heridas o llagas abiertas en sus genitales, o si el ejecutor del acto tiene heridas o llagas en la boca, e incluso sangrado de encías, se incrementa el riesgo de ITS. Cepillar los dientes, usar hilo dental, curaciones dentales recientes, o incluso ingerir comidas crocantes, como patatas fritas relativamente pronto antes o después de realizar el contacto, también elevan el riesgo de transmisión, porque todas estas actividades pueden causar pequeños cortes en los labios, mejillas y paladar. Estas heridas, aun cuando fueran microscópicas, aumentan las posibilidades de contraer alguna ETS que pueda ser transmitida oralmente bajo estas circunstancias. Un contacto de este tipo puede también conllevar a infecciones más comunes originadas por bacterias y virus que existen, rodean y son segregadas en la región anal.

En 2005, un estudio en la universidad de Malmö, Suecia, sugirió que realizar sexo oral sin protección a una persona infectada con el virus de papiloma humano podría incrementar el riesgo de cáncer de laringe. El estudio reveló que el 36 % de los pacientes con cáncer tenía VPH, comparado con el 1 % del grupo de control sano.[3]

Otro estudio reciente sugiere una correlación entre el sexo oral y el cáncer de garganta. Se cree que ello se debe a la transmisión de VPH, ya que el virus ha sido implicado en la mayoría de los casos de cáncer cervical. El estudio concluye que las personas que tuvieron de una a cinco parejas a las cuales les practicaron sexo oral durante su vida duplicaron aproximadamente el riesgo de cáncer de garganta en comparación con aquellas que nunca lo hicieron. Asimismo, aquellas que tuvieron más de cinco parejas de sexo oral, incrementaron a 250 % el riesgo.[4]

Las personas que padecen de infecciones de transmisión sexual pueden parecer saludables, por cual el uso de medidas de prevención y la realización de un examen de sangre que incluya serología es una recomendación universal y con mayor énfasis entre quienes tienen sexo con mayor cantidad de personas y con menores condiciones de seguridad. La medida de prevención por excelencia es la barrera de látex. Estos dispositivos están especialmente diseñados para esto o bien puede hacerse recortando un preservativo.



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