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Hepatitis A



La hepatitis A (antes hepatitis vírica, también hepatitis viral y hepatitis infecciosa)[1]​ es la enfermedad infecciosa que más comúnmente produce hepatitis (literalmente: "inflamación del hígado") aguda en el mundo. Es causada por el virus de la hepatitis A (VHA), cuyo reservorio natural es solamente humano.[2][3]

La hepatitis A no puede ser crónica y no causa daño permanente sobre el hígado. Seguida de una infección, el sistema inmunitario produce anticuerpos en contra del virus de la hepatitis A y le confiere inmunidad al sujeto contra futuras infecciones. La transmisión ocurre por agua o alimentos contaminados, y en algunos países puede ser importada cuando se viaja a zonas de alto riesgo. La vacuna contra la hepatitis A[1]​ es, a la fecha, la mejor protección contra la enfermedad.[4]

Ya en la antigüedad se describieron casos de ictericia que pueden corresponder a la manifestación de algún tipo de hepatitis viral. En el siglo VIII se intuyó la necesidad de mantener aislados a los enfermos de este tipo. A fines del siglo XIX, en 1885, fue descrita la transmisión parenteral de la enfermedad, que posteriormente se distinguió de la enfermedad que se transmitía por la ruta fecal oral. En 1973, los virólogos estadounidenses Robert Harry Purcell, Albert Zaven Kapikian y Stephen Mark Feinstone lograron aislar e identificar al virus de la hepatitis infecciosa o virus A, y lo distinguieron del virus de la hepatitis B, descubierto en 1963 por Baruch Blumberg.[5]

La hepatitis A se distribuye por todo el mundo, y su presencia es más frecuente en las regiones más pobres. La mayor prevalencia se da en las áreas urbanas de Asia, África y América del Sur, donde prácticamente todos los habitantes son serológicamente positivos.[3]

Además, tiene las siguientes características:

La hepatitis A se contagia por vía orofecal (ingesta de partículas fecales contaminadas). Se propaga debido al contacto con zonas poco higiénicas o ingestión de alimentos contaminados, por ejemplo:

La hepatitis A no se contagia por vía salival. Sexualmente puede transmitirse cuando se trate de una relación sexual tipo anal o sexo oral-anal.[6]

Otras infecciones más o menos comunes del hígado son las hepatitis B y C, siendo la hepatitis A la menos grave y la más leve de ellas. Las otras infecciones de hepatitis pueden volverse enfermedades crónicas, no así la hepatitis A.[7]

El virus de la hepatitis A pertenece a la familia de los Picornaviridae y al género Hepatovirus. Tiene una forma icosaédrica no capsulada, de aproximadamente 28 nm de diámetro, y un solo genoma ARN lineal, de orientación positiva. El genoma tiene una longitud total de 7,5 kb que se traduce en solo una poliproteína, aunque puede por sí sola causar una infección. La poliproteína es cortada en diversos puntos produciendo proteínas capsulares VP1, VP2, VP3 y VP4, así como proteínas no estructurales.

En su extremo 5' tiene una proteína unida covalentemente, la VPg, que hace las funciones de la gorra 5' de genomas eucarióticos al proteger al genoma en ese extremo. Su extremo 3', por el contrario, tiene una zona poliadenilada (cola Poli(A)) que también hace funciones de protección, además de permitir su traducción por la maquinaria de la célula hospedadora.

Cualquier persona puede contraer la hepatitis A. Sin embargo, algunas personas tienen un mayor riesgo que otras:[3][8]

Este es un virus que rara vez se encuentra en países con altos estándares de higiene. El virus es muy resistente a altas temperaturas, ácidos y álcalis (por ejemplo, jabones y otros productos de limpieza).[cita requerida]

La infección por el virus de la hepatitis A tiene una fase de replicación en el hepatocito y una fase citopática (in "vitro") donde causa alteración en la arquitectura del lobulillo hepático y proliferación del mesénquima y de los conductos biliares que se debe a la destrucción de los hepatocitos por los linfocitos T citotóxicos. Ocasionalmente la inflamación lobulillar causa necrosis. La afectación es principalmente centrolobulillar y se caracteriza por un infiltrado de células mononucleares, hiperplasia de las células de Kupffer y grados variables de colestasis. Este infiltrado mononuclear está constituido sobre todo por linfocitos pequeños, aunque ocasionalmente se observan células plasmáticas y eosinófilos.[10]

La persona infectada con hepatitis A puede sentirse como si tuviera gripe o bien puede no tener ningún síntoma.[11]​ Los síntomas de la infección por virus de la hepatitis A suelen ser de aparición brusca, y consisten en dolor en el hipocondrio derecho, ictericia (piel y ojos amarillos) y orina oscura. Algunos otros síntomas comunes son:[9]

Estos pródromos pueden ser leves, y en los lactantes y niños preescolares pueden pasar inadvertidos.[cita requerida]

Se debe sospechar que se trata de un caso de hepatitis A cuando existen antecedentes de ictericia en los contactos familiares, amigos, compañeros de pacientes febriles o con otros síntomas de una probable hepatitis. Igualmente, en viajeros a zonas endémicas con datos clínicos que revelen hepatitis.

Los criterios serológicos incluyen la detección en la sangre de anticuerpos anti-VHA: la infección aguda suele tener un incremento de inmunoglobulina M anti-VHA. La inmunoglobulina G aparece después de 3 a 12 meses de la infección inicial. El virus se excreta en las heces desde 2 semanas antes hasta 1 semana después del comienzo de la enfermedad, por lo que se puede realizar un cultivo viral, en caso de que esté disponible. Pueden estar elevadas las enzimas ALT, AST, bilirrubina, fosfatasa alcalina, 5-nucleotidasa y gamma glutamil transpeptidasa.

Suele hacerse según la edad del sujeto:

No existe un tratamiento específico para la hepatitis A, pero se recomienda al paciente estar en reposo durante la fase aguda de la enfermedad, cuando los síntomas son más graves. Además, las personas con hepatitis aguda deben evitar el consumo de alcohol y cualquier sustancia que sea tóxica para el hígado, incluyendo el paracetamol. También se debe tomar en cuenta el equilibrio hidroelectrolítico y nutricional. Se debe en lo posible evitar la dieta con grasas complejas, considérese la exposición a la luz solar por lo menos 5 minutos por día por razones preventivas. El no seguir el tratamiento puede traer complicaciones a los demás órganos del cuerpo.

A menudo, el médico administra medicamentos para aliviar los síntomas como el dolor, la fiebre y el malestar general. La ingestión de dulces, caramelo macizo principalmente, zumos y helados parece ser empleada para el alivio de las náuseas asociadas a la hepatitis.[14]

La recuperación depende de la edad, estado general de salud e historia médica del individuo, qué tan avanzada está la enfermedad y su tolerancia a ciertos medicamentos, procedimientos o terapias. La mayoría de las personas se recuperan de la infección de la hepatitis A sin intervención médica. Respecto a la donación de sangre, es posible que lo puedan hacer quienes padecieron la enfermedad antes de los 11 años de edad, a diferencia de quienes la sufrieron después, en cuyo caso no deben hacerlo [15]

La vacuna contra la hepatitis A confiere protección que previene la infección por el virus de la hepatitis A.[1][11]​ Una vacuna es una dosis de gérmenes con su patogenicidad atenuada que usted puede recibir cuando está sano que impide que usted se enferme. Las vacunas le enseñan a su organismo a atacar ciertos virus, como el virus de la hepatitis A.

La vacuna de la hepatitis A se aplica en inyecciones. Los niños pueden recibir la vacuna después de haber cumplido los 12 meses de edad. Los niños de entre 2 y 18 años de edad deben recibir tres inyecciones en el plazo de un año. Los adultos deben recibir dos o tres inyecciones en el plazo de 6 a 12 meses.

Es necesario que se apliquen todas las inyecciones para quedar protegido. Si se está viajando a otros países, debe recibir todas las inyecciones antes de viajar. Si no recibió alguna inyección, llame inmediatamente a su médico o consultorio para que le den un nuevo turno. Usted puede protegerse a sí mismo y proteger a los demás de la hepatitis A de las siguientes maneras:

Las inmunoglobulinas se emplean para la profilaxis de la hepatitis A. En el viajero a zonas endémicas se suele administrar 0,02 ml/kg de peso si su viaje es menor a 3 meses y 0,06 ml/kg de inmunoglobulina cada 4-6 semanas si su viaje será mayor de 3 meses. Después de la exposición se suele administrar a los familiares y contactos íntimos 0,02 ml/kg de Ig e igual dosis al personal de guarderías donde ha aparecido un caso o brote de la enfermedad. El sujeto que tenga contacto casual con un paciente con hepatitis A no suele administrársele la inmunoglobulina.



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