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Antíope



En la mitología griega, Antíope (griego antiguo Ἀντιόπη) es la madre de Zeto y Anfión, fundadores de Tebas.

Según unos (Homero, Pausanias y Apolonio de Rodas) Antíope era hija de Asopo, un dios río de Beocia.[1]​ Según otras fuentes (trágicos, fuentes tardías) era hija del rey Nicteo de Tebas y de Polixo.[2]​ Según Hesiodo nació en Hiria; según Eurípides en Hisias; y según otros, ambos nombres se refieren a la misma ciudad.[3]

Su belleza era tan extraordinaria que el mismo dios Zeus se fijó en ella, dejándola embarazada de Zeto y Anfión tras seducirla y poseerla tomando forma de sátiro. Tras quedar embarazada Antíope tuvo que huir de la cólera de su padre, que no creía que el amante de su hija fuera el rey de los dioses y la acusaba de blasfemia. Aconsejada por el mismo Zeus disfrazado de lechuza, fue a Sición. Nicteo la persiguió con su ejército hasta la corte de Epopeo, rey de Sición, donde se había refugiado Antíope buscando protección contra su padre, hecho que este consideró como alta traición. Otra tradición afirma que solo Zeto era hijo de Zeus, habiendo concebido a Anfión de su unión con Epopeo. Según esta tradición, Epopeo fue quien raptó a Antíope y se la llevó a su palacio.

Antíope terminaría casándose con Epopeo, según algunas versiones, y teniendo de él dos hijos llamados Maratón y Enope. En la guerra que siguió entre las dos ciudades, Nicteo resultó herido, pero antes de morir encargó a su hermano Lico que castigase el crimen de su hija. Este usurpó el trono de Tebas y cumplió el encargo de su hermano, pues tras la muerte de Epopeo logró capturar a Antíope y llevarla de vuelta a la capital beocia. En el camino de regreso a Tebas Antíope dio a luz los dos gemelos que había concebido de Zeus, que se llamarían Zeto y Anfión.

Entregada en custodia a Dirce, la esposa de Lico, Antíope sufrió los tratos más inhumanos durante muchos años. Dirce envidiaba su belleza, y la acusaba de haberse acostado con su marido. Finalmente la encerró en una celda y le privó incluso de agua para beber, pero la cautiva logró escaparse, huyendo al monte Citerón, donde vivían sus hijos. Éstos, jurando vengar a su madre, pasaron Tebas por las armas, destronaron a Lico y ataron a Dirce a un toro que la arrastró hasta matarla.

Estos hechos encolerizaron a Dioniso, del que Dirce era sacerdotisa. El dios del vino enloqueció a Antíope, que recorrió toda Grecia en un estado lamentable hasta que se encontró por casualidad con Foco, un nieto de Sísifo que no sólo la curó, sino que además se casó con ella. Cuando murió, Antíope fue enterrada en la misma tumba que su esposo Foco, y posteriormente fue una de las ánimas que pudo ver Odiseo cuando viajó al inframundo. Debido a su desafortunada historia, su hijo Anfión se envolvió en la locura, y quiso destruir el templo del dios Apolo ubicado en Tebas para materializar su rabia, pero este dios le castigó en el Tártaro por esta impertinencia. Zeto se suicidó arrojándose de los acantilados cercanos a Megara.



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