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Antifeminismo



El antifeminismo es la oposición al movimiento social que pide igualdad de derechos para el género femenino, argumentando que en los países desarrollados la igualdad de derechos está consumada. Se opone a los análisis enfocados hacia la mujer —ginocentrismo—y rechaza a los varones feministas. Afirma que el feminismo alienta la misandria y la represión a las mujeres que expresan críticas.

La Real Academia Española (RAE) define el antifeminismo como «tendencia contraria al feminismo».[1]​ Por su parte, el Oxford English Dictionary define un antifeminista como «una persona en oposición al feminismo».[2]

El sociólogo Michael Flood argumenta que el antifeminismo niega al menos uno de los tres principios generales del feminismo: que los acuerdos sociales entre los hombres y las mujeres no son ni naturales ni divinamente determinados, que los acuerdos sociales entre hombres y mujeres están a favor de los hombres, y que acciones colectivas pueden y deben ser llevadas a transformar estos acuerdos en otros más equitativos.[3]

Michael Kimmel, especialista feminista en estudios del hombre, define el antifeminismo como «la oposición a la igualdad de las mujeres». Kimmel asegura que la argumentación antifeminista se basa en «normas religiosas y culturales» mientras que los defensores del antifeminismo promueven su causa como un medio para «salvar a la masculinidad de la contaminación y la invasión». Kimmel sostiene que los antifeministas consideran la «división tradicional del trabajo por género como natural e inevitable, quizás también sancionada por Dios».[4]

Los sociólogos canadienses, Melissa Blais y Francis Dupuis-Déri, escriben que el pensamiento antifeminista ha tomado principalmente la forma de una versión extrema de masculinismo, también señalan que «poca investigación se ha hecho sobre antifeminismo sea desde la perspectiva de la sociología de los movimientos sociales o incluso de estudios de la mujer», lo que indica que la comprensión de lo que toda la gama de la ideología antifeminista consiste es incompleta.[cita requerida]

«Antifeminista» también se utiliza para describir a las autoras, algunas de las cuales se definen como feministas,[cita requerida] sobre la base de su oposición a algunos o todos los elementos de los movimientos feministas. Se etiquetan a autoras feministas como Camille Paglia, Christina Hoff Sommers, Jean Bethke Elshtain, Katie Roiphe y Elizabeth Fox-Genovese con este término debido a sus posiciones con respecto a la opresión y líneas de pensamiento dentro del feminismo.[cita requerida] Daphne Patai y Noreta Koertge argumentan que mediante el etiquetado de estas mujeres como antifeministas, la intención es silenciar e impedir cualquier debate sobre el estado del feminismo.[cita requerida]

El significado de antifeminismo ha variado a través del tiempo y de las culturas y la ideología antifeminista atrae tanto a hombres como mujeres. Algunas mujeres, por ejemplo, de la Women's National Anti-Suffrage League, hicieron campaña contra el sufragio femenino. Emma Goldman, por ejemplo, fue ampliamente considerada como antifeminista durante su lucha contra el sufragismo en Estados Unidos.[cita requerida] Décadas más tarde, sin embargo, se la anuncia como una de las fundadoras del anarcofeminismo.

El antifeminismo se inició en el siglo XIX con la oposición al sufragio femenino. En Sex in Education: or, a Fair Chance for the Girls (1873), el profesor de la universidad de Harvard Edward H. Clarke maniferstó su oposición al acceso de las mujeres a las universidades, afirmando que la educación era una carga demasiado física en las mujeres. Aseguró que si las mujeres fueran a la universidad, sus cerebros se harían mayores y más pesados y su vientre se atrofiaría, argumentando que las mujeres con educación universitaria tienen menos hijos que las mujeres sin educación universitaria.[5]​ Otros antifeministas de la época se opusieron a la incorporación de las mujeres a ciertos trabajos, a su derecho a afiliarse a un sindicato, a formar parte de los jurados, a ocupar cargos políticos y a decidir sobre la reproducción o su sexualidad.[6]

El antifeminismo argumenta que el feminismo es el promotor de cambios en las costumbres sexuales, que colisionan con las normas religiosas, especialmente las más conservadoras. Por ejemplo, el auge del sexo casual y el declive del matrimonio se mencionan como las consecuencias negativas,[7][8]​ así como la disminución de la autoridad masculina en las familias. El feminismo es mostrado como un intento de reprogramar a la gente en contra de sus tendencias biológicas al negar las diferencias innatas entre los sexos. Por ejemplo, Paul Gottfried sostiene que el cambio de los roles de las mujeres ha sido un desastre social que sigue haciendo estragos en la familia y ha contribuido a un declive de la sociedad cristiana occidental por arrastrar cada vez más personas hacia el caos social.[9]

Al haberse alcanzado bastantes logros en materia de igualdad de derechos y oportunidades para hombres y mujeres, la oposición antifeminista actual argumenta que el feminismo ha logrado sus objetivos y ahora busca alcanzar un mayor reconocimiento para las mujeres, [10]​ y no tiene en cuenta las injusticias cometidas contra los hombres.



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