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Antifujimorismo



El antifujimorismo es un movimiento político peruano heterogéneo caracterizado por su oposición al fujimorismo. Aglutina actores de todo el espectro político (tanto de izquierda, centro y derecha). El antifujimorismo organizado se desarrolló después del autogolpe de Estado en Perú de 1992,[1]​ ejecutado por el entonces presidente peruano Alberto Fujimori. A lo largo del régimen subsiguiente (1992-2000), se caracterizó por ser la oposición de las medidas autoritarias y populistas del gobierno. Tras la caída del autócrata (noviembre de 2000), el antifujimorismo ha ejercido una de las más grandes influencias políticas en las elecciones generales peruanas, en oposición a las candidaturas fujimoristas de los partidos políticos Perú 2000 (2000), Cambio 90 (2001), Alianza por el Futuro (2006), Fuerza 2011 (2011) y Fuerza Popular (2016 y 2021).

El antifujimorismo ha sido calificado como «la agrupación política informal más grande»[2]​ o «el partido político más grande»[3]​ del Perú, dado su peso en las derrotas consecutivas de la candidata fujimorista Keiko Fujimori (hija de Alberto) en las elecciones presidenciales de 2011 y 2016, ambas por escasos márgenes. Asimismo, se caracteriza por su oposición al indulto a Alberto Fujimori, condenado por violaciones a los derechos humanos y corrupción, entre otros delitos.

Los adherentes al antifujimorismo señalan que velan por «defender la democracia y la dignidad nacional» y «por el cumplimiento de las leyes y la Constitución», además de acusar al fujimorismo de buscar ejercer «un poder sin control y sin fiscalización» y «evadir la justicia».[4]​ Los críticos del antifujimorismo afirman que está «basado en el odio y la venganza»,[4]​ «gente mezclada» con grupos subversivos,[5]​ entre otras imputaciones.

Si bien el antifujimorismo surgió, como movimiento organizado, tras el autogolpe de 1992;[1]​ su caracterización como movimiento en sí mismo, a decir del politólogo checo-peruano Mirko Lauer, es que «[el] antifujimorismo ha venido dependiendo de lo que ha sido el propio fujimorismo [...] [el antifujimorismo está] encabezado sobre todo por liberales, izquierdistas o partidos de otras derechas con intereses propios».[6]

El filósofo peruano Eduardo Marisca señala que las cosmovisiones de ambos movimientos (fujimorismo y antifujimorismo), tal como sus propios nombres señalan, son diametralmente opuestas. Según el mismo filósofo, a pesar de la diversidad dentro del propio movimiento, se puede resumir al antifujimorismo en 5 puntos básicos:[7]

En las elecciones generales peruanas de 1990, Alberto Fujimori fue elegido Presidente del Perú, pero sin contar con mayoría parlamentaria. Tras varios conflictos entre el Ejecutivo y el Legislativo, Fujimori disolvió el Congreso de la República e intervino en el Poder Judicial y varios organismos autónomos. Los políticos de oposición rechazaron estas acciones y nombraron a Máximo San Román como Presidente (si bien esta acción no fue reconocida por la comunidad internacional), marcando el nacimiento del antifujimorismo organizado, si bien fragmentario. Tras varios meses, Fujimori convocó un Congreso Constituyente para redactar una nueva Constitución, donde obtuvo la mayoría por la abstención de participación de varios partidos opositores y los logros obtenidos en política económica y lucha antiterrorista.

En las elecciones generales peruanas de 1995, dadas las condiciones impuestas por el gobierno, Fujimori obtuvo la victoria en primera vuelta y la mayoría del nuevo Congreso peruano. La oposición, a pesar de ser minoría y continuar fragmentada, fue intransigente contra las políticas autoritarias del gobierno y las denuncias por las violaciones de derechos humanos (masacres de Barrios Altos y La Cantuta), corrupción y narcotráfico, que pesaban sobre el régimen. La oposición a los intentos re-reeleccionistas de Alberto Fujimori, tras la destitución de 3 magistrados del Tribunal Constitucional peruano, la publicación de Ley de Interpretación Auténtica (Ley N° 26657) por el Congreso dominado por el partido oficialista y el fracaso de un intento de referéndum para frenar la nueva candidatura de Fujimori, comenzó a consolidar el antifujimorismo.

En las elecciones generales peruanas de 2000, tras un proceso electoral cuestionado, por las denuncias de fraude electoral y el retiro en el balotaje de la candidatura del opositor Alejandro Toledo, asumió por tercera vez como presidente Alberto Fujimori, en medio de protestas generalizadas conocidas como la Marcha de los Cuatro Suyos. Sin embargo, la coalición fujimorista Perú 2000 no obtuvo mayoría en el Congreso por lo que se recurrió, como se sabría después, a la compra de parlamentarios tránsfugas por parte del asesor presidencial Vladimiro Montesinos. La difusión del vladivideo Kouri-Montesinos (14 de septiembre de 2000) ocasionó protestas generalizadas contra el régimen y la convocatoria a elecciones generales inmediatas por parte de Fujimori. En medio de la crisis política generalizada, Fujimori viajó a la Conferencia de la APEC en Brunéi; en el viaje de regreso, su avión se desvió a Japón, desde donde envío su renuncia (20 de noviembre de 2000). El Congreso peruano, ahora dominado por la oposición, no aceptó su renuncia y lo destituyó por incapacidad moral (22 de noviembre de 2000), asumiendo la Presidencia de la República Valentín Paniagua, presidente del Congreso.

Tras refugiarse en Japón después de ser vacado de la Presidencia de la República, Fujimori permaneció en ese país aprovechando su doble nacionalidad (peruano-japonés). A pesar de tener una orden de captura emitida por la Corte Suprema peruana desde 2001, Fujimori viajó a Chile, arribando el 6 de noviembre de 2005. Al día siguiente, fue detenido por la Policía chilena, iniciando el Estado peruano un pedido de extradición contra él para ser juzgado, entre otros crímenes, por las masacres de Barrios Altos y La Cantuta.[8]

El 21 de septiembre de 2007, la Corte Suprema chilena aprobó la extradición de Fujimori al Perú; y al día siguiente llegó a Lima. El 7 de abril de 2009, la justicia peruana lo condenó a 25 años de prisión por violación de los derechos humanos:[9]​ las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, y los secuestros de Gustavo Gorriti y Samuel Dyer. Los sectores antifujimoristas se mostraron a favor de la sentencia: el escritor peruano Mario Vargas Llosa señaló que «la sentencia es impecable y debe ser aplaudida por todos los demócratas».[10]

Tras la primera vuelta de las elecciones de 2011, pasaron al balotaje los candidatos Ollanta Humala (nacionalista) y Keiko Fujimori (fujimorista). Los sondeos, en un inicio, otorgaban un margen de ventaja al candidato nacionalista; sin embargo, tras varias semanas, fueron volviéndose progresivamente más favorables a Fujimori. Tras ello, se formó una denominada «coalición antifujimorista»,[11]​ en un inicio compuesta por grupos de progresistas y de gestores de derechos humanos.

El 25 de mayo de 2011, el diario español El País publicó el manifiesto «Contra el regreso del fujimorismo y a favor de la democracia», firmado inicialmente por 68 escritores peruanos,[12]​ a quienes se fueron sumando otros intelectuales, que señalaba:

Los escritores que firmamos esta carta venimos de lugares muy distintos del espectro político peruano y tenemos ideas divergentes sobre cómo debería ser el manejo económico y social del Perú. [...] llamamos a la sociedad a mantener su poder de representación, rechazando el regreso de la dictadura y solidificando, mediante el voto por Ollanta Humala, con una actitud activa y vigilante, nuestro orden democrático. El nuestro es un llamado esperanzado y optimista a la unidad nacional: este 5 de junio, los peruanos debemos defender, a través de un voto responsable y cívico, nuestra dignidad, nuestra libertad y nuestra democracia.[12]

Al día siguiente, se desarrolló en Lima una marcha de diversos colectivos antifujimoristas (Colectivo No a Keiko, Colectivo Dignidad, la Confederación General de Trabajadores del Perú, la Central Única de Trabajadores, IDL Reporteros, Asociación Pro Derechos Humanos, Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, etc.), que llegaron a reunir más de 20 mil personas.[13]​ En esa manifestación, expresaron su oposición a la candidatura de Keiko Fujimori, así como su apoyo a Ollanta Humala.

El 5 de junio de 2011, se realizó la segunda vuelta electoral, en la cual resultó electo Ollanta Humala como Presidente del Perú.

Durante la campaña de las elecciones de 2016, Keiko Fujimori (Fuerza Popular, de derecha-extrema derecha) fue la candidata que mostró la mayor preferencia en intención de voto. En la primera vuelta de las elecciones, Fujimori pasó cómodamente a segunda vuelta con un 39,86 % de votos, seguida de lejos por Pedro Pablo Kuczynski (Peruanos por el Kambio, de centroderecha) con un 21,05 % y Verónika Mendoza (Frente Amplio, de izquierda) con un 18,74 %. En las elecciones parlamentarias, Fuerza Popular obtuvo la mayoría absoluta con 73 de 130 escaños. El balotaje fue, por lo tanto, disputado entre Fujimori y Kuczynski (PPK).

A pesar de que en las primeras encuestas de opinión, Kuczynski comenzó con una ligera ventaja sobre Fujimori, con el pasar de la campaña esta última pasó al primer lugar. Ante la situación de una victoria inminente del fujimorismo, la lideresa izquierdista Verónika Mendoza (quien fuera derrotada por el propio Kuczynski en la primera vuelta) hizo un llamado en español y en quechua a votar por este candidato:

Hoy la señora Keiko Fujimori está rodeada de gente procesada por corrupción y vínculos con el narcotráfico. Y ni le preocupa ¿Con qué autoridad moral va a combatir la delincuencia o el narcotráfico? No quiero que mis hijos vivan en un país de corrupción, drogas y violencia; donde mentir, robar y matar es normal. [...] Hoy, el voto en blanco o viciado favorece a Keiko en el conteo final de votos, así que para cerrarle el paso al fujimorismo solo queda marcar PPK.

Durante el segundo debate presidencial, Kuczynski hizo un llamado a ese movimiento político, señalando:

Yo creo en la libertad. Estoy convencido que ahora esta libertad en grave riesgo en el Perú, por eso yo quiero hacer una llamado a todos los peruanos de cualquier convicción política para defender la libertad y cerrarle el paso con nuestros votos al retorno de la dictadura, la corrupción y la mentira. Es ahora o nunca, ciudadanos. Hasta la última mesa, hasta el último voto.

El 5 de junio de 2016, se realizó la segunda vuelta electoral, en la cual (por un escaso margen de poco más 40 mil votos) resultó electo Pedro Pablo Kuczysnki como Presidente del Perú.

Durante el periodo de crisis política en el Perú, el antifujimorismo, se iba conservando en diciembre de 2017, cuando la mayoría fujimorista, presentó una moción de vacancia contra Pedro Pablo Kuczynski, luego de un intenso debate en el Parlamento, finalmente se decidió que la vacancia no sea aprobada y que el presidente saliera airoso del proceso. A fines del mismo año, el presidente indultó a Alberto Fujimori, lo que provocó que el antifujimorismo protestara por el indulto, y en 2018, el Congreso decidió presentar otra moción de vacancia contra Kuczynski, que fue apoyada por el antifujimorismo y por otros partidos políticos. Sin embargo, en marzo del mismo año, unos videos y audios desembocarían en la renuncia de Kuczynski a la Presidencia, que luego fue asumida por Martín Vizcarra.



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