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Antonio de Ventimiglia



Antonio de Ventimiglia Prades (*?,+1480) fue hijo de Giovanni I de Ventimiglia y de Agueda de Prades y Montcada, hija de Jaime de Prades, condestable de Aragón, almirante y virrey de Sicilia, y de su consorte, Juana de Montcada, hija de Marco Montcada, conde de Augusta, Adernó y Sclafani y de su primera mujer Juana de Peralta, hija del conde Ramón de Peralta y de su esposa la Infanta Isabel de Aragón, hija del rey Fadrique II de Sicilia y de Leonor, hermana de Luis, Obispo de Tolosa, hijos los dos del rey Carlos II de Nápoles y Sicilia y de María de Hungría.

Fue investido como II marqués de Irache el 22 de marzo de 1473, prestando juramento mediante procurador, tal y como su alta alcurnia exigía, ante el virrey López Ximenez de Urrea.[6]

Era hábil en el manejo de armas y caballos, como demuestra su fama de "consumado giostrista", ya que acudía regularmente a cuantas giostras y juegos militares se presentaban a su alcance.[7]

Su padre, Giovanni I de Ventimiglia, no dedicó demasiado tiempo a supervisar su patrimonio personal, tal y como pudo comprobar. Antonio heredó un considerable patrimonio, pero acompañado de una deuda colosal: todas las donaciones, dotes, herencias y demás disposiciones que su generoso padre había prometido en vida tendría que efectuarlas él mismo. Pero las arcas del marquesado estaban vacías.

Comienza su ejercicio con un asunto escabroso y que a punto estuvo, una vez más, de acabar definitivamente con la casa de Ventimiglia, y que afectó a su propio primogénito, Enrico: en 1472 resulta muerto en duelo su sobrino, Alfonso de Ventimiglia, a manos de Pietro de Benedictis, hijo del maestro secreto del regno di Sicilia[8]​ Cristoforo De Benedictis. Ante la escasa voluntad de la justicia ordinaria para solventar la situación, el conde-marqués pidió amparo al rey.

A este punto cabe recordar que el feudo siempre había gozado del privilegio de Diritto di merum et mixtum inperium,[9]​ es decir, plena y absoluta jurisdicción civil y penal; los Ventimiglia no solo configuraban su propia justicia: la aplicaban en el acto.

Pero la familia de Benedictis por aquel entonces ocupaban importantes cargos de confianza de la corona, y entre la conocida lentitud de la justicia y los retrasos intencionados, a finales de 1474 el conde no había tenido su compensación. Exasperados por la situación, Carlo Ventimiglia, el hermano de Alfonso, convence a su primo Enrico, el primogénito de la casa de Ventimiglia y futuro marqués, para ejecutar una acción punitiva sobre los Benedictis. Dicho y hecho, se desplazaron a Palermo para poner en marcha sus planes, que acabó con una verdadera masacre donde caen el padre y el hijo del ofensor.

La corona montó en cólera al conocer la noticia, y los agresores solo pudieron salvar sus vidas huyendo de la isla, iniciándose un tremendo contencioso entre la corona y la casa de Ventimiglia que casi acaba definitivamente con esta última. Finalmente, el 7 de octubre de 1475 obtuvieron el perdón real, en virtud de los altos servicios prestados siempre por la casa de Ventimiglia a la corona. Eso sí, a un precio exorbitante para la época, el verdadero rescate de un rey: la pena capital se canjeó por una multa de 10.000 Florines.[10]

En general, las magníficas relaciones que había mantenido el anterior marqués de Irache con la corona se deterioraron de forma significativa, pero no solo a causa del actual titular, Antonio de Ventimiglia: en marzo de 1474, Fernando de Aragón el católico, recibió el juramento de vasallaje de la nobleza siciliana. Sin embargo, el nuevo monarca estaba dispuesto a recortar significativamente los privilegios que estos habían acumulado en las últimas generaciones, que en algunos casos, como era el de la familia Ventimiglia, los convertía de hecho en un estado dentro de otro estado. Para ello se serviría esencialmente de la justicia, como demostró en el caso de la venganza por la muerte de Alfonso Ventimiglia.

La fuerte multa impuesta a cambio del perdón supondría un durísimo golpe económico a la ya de por si maltrecha situación financiera de la casa marquesal, del que se repondrían muy a duras penas y muchos años más tarde, periodo durante el cual la casa de Ventimiglia perdería definitivamente la preeminencia de la que hasta entonces había gozado. Pero la reacción del marqués fue exactamente la contraria de la pretendida por la corona: la posición personal en su ámbito de influencia en los organismos del reino se inclinó cada vez más hacia modelos de tendencia autonomista, llegando a representar en el parlamento una sempiterna oposición hacia los intereses de la corona.[11]

Cuando Joan de Cardona, conde de Prades y virrey del reino de Sicilia propuso la iniciativa Real de aplicar el impuesto del 10% sobre todas las actividades económicas, conocido popularmente como la décima, encabezó el rechazo general que se originó, y que poco a poco fue integrando tanto al resto de barones como al pueblo.[12]

A pesar de lo incómoda que resultaba su postura para los planes de la corona, sus dotes militares[13]​ le llevaron a que el virrey Spes le designase capitán general del ejército del reino de Sicilia,[14]​ cuando en 1480 el emperador turco Mohamed II amenazó la integridad del reino. Reunió en su persona los máximos poderes posibles, muy por encima de cualquier otra autoridad.[15]

Pocos meses más tarde, unos días antes del 13 de diciembre 1480 murió de improviso; no llegó a dejar testamento escrito.

En 1443 casó con Margaritha de Clermont-Lodéve Orsini,[16][17]​ hija de Tristán de Clermont-Lodéve (1380 - 1432), conde de Copertino, y de su esposa la condesa Catalina Orsini,[18]​ hija de Orsini del Balzo, príncipe de Taranto. Tuvieron los marqueses Antonio de Ventimiglia y Margarita de Chiaromonte (Chiaromonte, como es habitualmente conocida en los libros de historia, es la italianización de Clermont) abundante descendencia, en algunos casos germen de futuras grandes casas nobles, tanto de Italia como de España:





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