La antropología económica es un campo de estudio interdisciplinario entre las ciencias económicas y la Antropología. Este intercambio de información y conocimientos tiene características particulares ya que desde el comienzo se propone una específica direccionalidad de dicho intercambio: el ajuste de los datos etnográficos a determinadas categorías económicas. De esta manera la Economía aporta conceptos y modelos (teoría) y la Antropología estudios de campo (etnografía).
Hacia comienzos de la década de 1960 se originó un extenso y a veces intrincado debate entre los antropólogos economistas. Dicho debate giró en torno a dos problemáticas principales.
Se trata de la polémica entre los autores denominados formalistas y sustantivistas.
La contradicción entre la teoría y la experiencia (empirismo), que se suponía era el centro del problema, fue resuelta por los sustantivistas mediante una adscripción al relativismo cultural, es decir proponiendo la inaplicabilidad de la teoría económica en situaciones donde no encontrásemos mercados y precios. En cambio, los autores formalistas en muchos casos apelaron al universalismo, a la universalidad de la conducta economizante como objeto de estudio.
Paralelamente a las discusiones entre formalistas y sustantivistas, autores que reverenciaban sus análisis en la tradición marxista incursionaron en la formulación de las posibilidades y límites de una Antropología Económica. Quizá el autor más influyente en esta corriente de pensamiento es Maurice Godelier quien, además, sistematizó, desde el materialismo histórico una crítica a ambas corrientes. Con el objeto de desarrollar una perspectiva superadora del empirismo, Godelier propondrá que la lógica interna y el lazo necesario entre formas de producción y distribución de los bienes materiales no se revelan directamente sobre el terreno, sino que deben ser reconstruidas teóricamente, y además sabemos que, para que un sistema cualquiera se reproduzca es necesario que el modo de distribución de los bienes corresponda al modo de producción de esos bienes. Sabemos finalmente que a un modo de producción determinado corresponden estructuras sociales determinadas y un modo de articulación específica de esas diversas estructuras. Este es un claro intento del autor de extraer los conceptos y categorías fundamentales que conformarían, desde aquellas obras clásicas de Marx, la “ciencia” del materialismo histórico.
El objeto de la antropología y en particular de la Antropología Económica sostenida desde esta construcción del materialismo histórico sería el estudio de la causalidad estructural de la economía sobre otras instancias de la vida social, causalidad estudiada a partir de determinada forma de definir los “sistemas económicos” como modos de producción y reconociéndolos en aquellas sociedades primitivas tradicionales.
La antropología es, finalmente, también para esta construcción del materialismo histórico, una disciplina regional que estudiaría aquellas sociedades en las que el modo de producción capitalista no se encuentra o, si aparece, lo hace en tanto hecho externo, y por lo tanto sus consecuencias no se constituyen en objeto de investigación.
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