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Apego



El apego, en psicología y etología, es una vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular, que se desarrolla y consolida a un momento o entre dos individuos, por medio de sus interacciones recíprocas, y cuyo objetivo inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza, ya que esto proporciona seguridad, consuelo y protección.

No se trata de un sentimiento inmaterial, sino de conductas observables que comienzan de manera refleja. John Bowlby (1907-1990) fue el primer psicólogo en desarrollar una "Teoría del apego".[1]

Desde el punto de vista emocional, el apego surge cuando se está seguro de que la otra persona estará ahí incondicionalmente, lo que facilita que aparezcan la empatía, la comunicación emocional y hasta el amor entre estas personas. Desde el punto de vista cognitivo, la propia existencia de una relación de apego, conlleva a la construcción de un modelo mental de dicha relación, una imagen de cómo es el propio niño, representaciones sobre la figura de apego y una teoría mental sobre la imagen que la figura de apego tiene sobre el niño.[cita requerida]

El vínculo de apego suele aparecer en torno al año y suele darse entre un niño o niña y sus progenitores/cuidadores. Existe la posibilidad de que la figura de apego cambie a lo largo de la vida. Cada relación de apego tiene sus características específicas, dado que algunos factores como la edad o la interacción tienen mucha influencia. Estas relaciones son muy amplias, pero las más importantes son las de asegurar la supervivencia de la cría, darle seguridad, autoestima y la posibilidad de intimar, es decir, tener una comunicación emocional privilegiada, así como refugiarse en situaciones de angustia o confusión para sentirse seguro.

Según Bowlby la conducta de apego tiene dos funciones básicas: una función biológica, que es obtener protección para asegurar la supervivencia, y la otra de carácter más psicológico, la de adquirir seguridad. Las funciones complementarias son las siguientes: ofrecer y regular la estimulación en cantidad y calidad, posibilitar la exploración y el aprendizaje, fomentar la salud física y mental, favorecer el desarrollo social y proporcionar placer.

Se pueden diferenciar tres tipos de conductas de apego (Cassidy 1999):

Existe una clasificación de tipos de apego que se ha construido con base en la técnica de situación extraña diseñada por Mary Ainsworth. Se establecen cuatro categorías:

Constituye un conjunto de recuerdos, pensamientos… conscientes e inconscientes que sirven para organizar la información importante acerca del apego. (Main, Kaplan y Cassidy 1985). Incluye dos componente cognitivos y afectivos (Bretherton).

Elementos del modelo mental:

Desarrollo del modelo mental: el modelo mental se forma a partir de las interpretaciones del sujeto que se producen entre el niño y la figura de apego. Tiene una parte objetiva (hechos u ocurrencias reales) y otra subjetiva (interpretación que el sujeto hace de la situación).

Relaciones entre el modelo mental de relaciones y la calidad del apego: la calidad del apego depende del modelo mental. Una persona que tiene un concepto positivo de su figura de apego y de sí mismo así como buenos recuerdos de las situaciones pasadas y buenas expectativas de las futuras, mostrará un apego de buena calidad, un apego seguro. Sin embargo, una persona que tiene un concepto negativo de su figura de apego y de sí mismo así como malos recuerdos de sus relaciones pasadas y expectativas negativas respecto al futuro, mostrará un apego de mala calidad, un apego inseguro.

Repercusiones emocionales:a nivel emocional influyen en los sentimientos generales del individuo. Si el modelo mental es positivo, los sentimientos que experimentará serán de seguridad, confianza, alegría y bienestar. Si el modelo mental es negativo, los sentimientos serán de inseguridad, desconfianza, ansiedad, vergüenza, cólera, disgusto y malestar.

La figura de apego es aquella persona con la que, o se está estableciendo un vínculo de apego, o ya está establecido. Habrá ciertas reacciones, con respecto a la figura de apego, que se ha convertido en figura de apego:

La evolución del apego sigue una secuencia típica de cuatro fases fundamentales:[cita requerida]

Se ha reconocido que la relación de apego entre una madre y su hijo se comienza a establecer durante el embarazo.[2]​ Durante el curso del embarazo, los futuros padres comienzan a imaginar su futuro hijo, a ellos mismos en su nuevo rol como cuidadores y la relación con el bebé al nacer. Estas representaciones mentales son parte del proceso psicológico durante la gestación, que ayuda a preparar a la pareja a la transición hacia futuros padres y cuidadores de un bebé. A estas imágenes mentales, se les conoce como representaciones prenatales maternas.[3]

Durante el embarazo ocurre un proceso psicológico, en el cual la identidad maternal incluye una reorganización de aspectos del Self de la futura madre. Además de encontrarse en el rol de mujer, hija, esposa o pareja, persona que trabaja, se instala el nuevo rol de convertirse en madre de un nuevo ser. Así, parte del embarazo es desarrollar una nueva identidad como futura madre. Además de este nuevo rol en la identidad del Self de la futura madre, esta se encuentra en la tarea de desarrollar un sentimiento de conexión al futuro bebé. Para el tercer trimestre del embarazo, las representaciones prenatales maternas, comienzan a ser más claras y estables, en las cuales la madre es capaz de diferenciar sus propios deseos y fantasías sobre su futuro hijo, de éste bebé como un ser autónomo.[4]

En los últimos años,[¿cuándo?] se ha encontrado cada vez mayor evidencia en la literatura sobre las representaciones prenatales maternas, y cómo éstas predicen la sensibilidad de la respuesta materna durante la interacción con su hijo durante los primeros años de vida. (Pederson, Gleason, Moran, Bento; 1998). Así bien, la calidad de las representaciones prenatales maternas tienen un impacto en la cualidad de la relación que se establece entre el hijo y la madre desde el postparto y el estilo de apego que se generará en el niño con respecto a la relación con su madre. [5]



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