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Aquenio



Aquenio o aqueno (del neologismo latín achaenium, del griego χαίνω, 'abrirse' con α- privativo, o sea 'que no se abre', 'indehiscente'[1]​) es un término botánico de uso generalmente ambiguo —y cambiante en el tiempo— que, en todo rigor, debería aplicarse exclusivamente a un "fruto seco derivado de un ovario supero, indehiscente, monocarpelar y con la semilla y su testa no adherida al pericarpo", este último, más o menos esclerificado.[1][2]

En sentido estricto, los frutos de las especies de la familia Asteraceae no son aquenios —tal y como vienen descritos a menudo en la literatura botánica— pues estos últimos son frutos que derivan de un "ovario supero monocarpelar", y los frutos de dicha familia derivan todos de un "ovario infero bicarpelar". Para ellos, Charles-François Brisseau de Mirbel creó, en 1815, el término cipsela[3]​ (o cypsela, plural cypselae o cypselas),[1]​ vocablo empleado sistemáticamente por los autores botánicos anglosajones para los frutos de la familia.

Una sámara es un tipo de aquenio alado.[4]

El "utrículo" es también un aquenio en el que el fruto tiene forma de vejiga o está inflado.[5]

Una cariópside (o grano) es otro tipo de aquenio, con la diferencia de que en ella el integumento y el pericarpio se hallan fusionados.[6]




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