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Aristón de Quíos



Aristón de Quíos (en griego, Ἀρίστων ὁ Χῖος: Ariston ho Chios; también conocido como Aristo de Chíos; activo hacia el 260 a. C.) fue un filósofo estoico, colega de Zenón de Citio. Concibió un sistema de filosofía estoico, en muchas maneras, cercano al de los primeros filósofos cínicos. Rechazó los aspectos lógicos y físicos de la filosofía defendida por Zenón y enfatizó sus ideas éticas. A pesar de que estaba de acuerdo con Zenón en que la virtud era el bien supremo, negó la idea de que las cuestiones moralmente indiferentes como la salud o la riqueza podían ser clasificadas según son naturalmente preferibles. Siendo un filósofo importante en su día, sus puntos de vista pasaron finalmente a ser marginales ante el auge de los sucesores de Zenón.

Aristón, hijo de Milcíades, nació en la isla de Quíos alrededor del año 300 a. C.[1]​ Se trasladó a Atenas, donde  asistió a las conferencias de Zenón de Citio, y también durante un tiempo a las de Polemón (director de la Academia de 314 a 269 a. C.).[2]​ A pesar de formar parte del círculo de Zenón, pronto discrepó de sus enseñanzas, rechazando en gran medida las dos partes no éticas –la física y la lógica– de la filosofía estóica propugnada por Zenón.

Dotado de una elocuencia persuasiva, fue un orador tan brillante que le apodaron la Sirena (en referencia a los míticos cantos de sirena que atraían irresistiblemente a los marineros). También fue llamado Phalanthus, debido a su calvicie. Fundó su propia escuela en el liceo Cinosargo[3]​ (un lugar asociado con la filosofía de la escuela cínica) y atrajo muchos alumnos, hasta el punto que cuando se le acusó de dañar la dignidad de la filosofía por la facilidad con la que aceptaba a todos los que se acercaban a su escuela, contestó que "deseaba que la naturaleza hubiera dado entendimiento a las bestias salvajes, que también podrían ser capaces de ser sus oyentes".[4]​ Sus seguidores se llamaron aristonianos, e incluyeron al científico Eratóstenes[5]​ y a los estóicos Apolófanes, Difilo, y Milcíades.[3][5]

Debatió intensamente con Arcesilao, el rector de la Academia, defendiendo la epistemología estóica frente a los puntos de vista escépticos. En una ocasión acusó a Arcesilao de ser: "Platón, su cabeza; Pirrón, su cola; y Diodoro, el resto".[6]​ Con esto quería señalar que Arcesilao se presentaba como Platónico, la base de sus enseñanzas era la dialéctica de Diodoro, y su filosofía real era la de Pirrón.[7]

En su vejez, aparentemente se apartó del ideal estóico, volviéndose indulgente con el placer.[5]​ No se sabe cuando murió,[8]​ pero según la tradición se dice que murió por una insolación agravada por su calvicie.[9]

Zenón dividió la filosofía en tres partes: la Lógica (que era un tema muy amplio que incluía la retórica, la gramática y las teorías de percepción y pensamiento); la Física (que incluye no solo la ciencia, sino también la naturaleza divina del universo); y la Ética, cuyo objetivo final era lograr la felicidad a través de la forma correcta de vivir de acuerdo con la naturaleza. No es posible describir en su totalidad el sistema filosófico de Aristón porque ninguno de sus escritos ha pervivido intacto, pero a partir de los fragmentos conservados por escritores posteriores, parece claro que estuvo fuertemente influenciado por la filosofía anterior de la escuela cínica.

Consideraba que la Lógica carecía de importancia y decía que no tenía nada que ver con nosotros.[3]​ "Los razonamientos de la dialéctica", dijo, "eran como telarañas, artificialmente construidas, pero por lo demás inútiles".[3]​ Es poco probable que rechazara toda la lógica, y es notable que Zenón también comparó las habilidades de los dialécticos "con las medidas correctas que no miden el trigo ni nada que valga la pena, sino la paja y el excremento".[10]​ Según Stephen Menn, Aristón reconoció la necesidad de agregar que las categorías de los estoicos de algún modo están dispuestas en relación con algo.

También rechazó la Física, diciendo que estaba más allá de nosotros.[3]​ Esto se refleja en sus puntos de vista con respecto a Dios:

Esta idea marcaba una fuerte oposición a Zenón, para quien "el universo estaba animado y poseído por la razón".[12]​ Sin embargo, sí estuvo de acuerdo con Zenón en que la Naturaleza era comprensible, argumentando en contra de los académicos. Una vez le preguntó a un académico "¿Ni siquiera ves al hombre que está sentado a tu lado?" Y cuando el Académico respondió: "No", entonces dijo Aristón: "¿Quién te ha cegado, quién te ha robado tus ojos?"[13]

Para Aristón, la ética era la única rama verdadera de la filosofía, pero también limitaba esta categoría, eliminando su lado práctico: el consejo sobre las acciones individuales era en gran medida inútil:

En su opinión, solo el sabio toma decisiones perfectas y no necesita consejos; y para todos los demás con mentes nubladas, el consejo es ineficaz:

El propósito de la vida era buscar el Bien Supremo, y aquí Aristón planteó un desafío a Zenón. Si bien coincidió con Zenón en que la Virtud era el bien supremo, rechazó por completo la idea de que las ventajas externas (salud, riqueza, etc.), aunque moralmente "indiferentes", podrían clasificarse en términos de si son naturalmente preferibles o no:

Zenón habría estado de acuerdo en que podría haber circunstancias en las que uno podría elegir la enfermedad por el bien del mundo, pero para Zenón, la salud es un estado naturalmente preferible; Aristón rechazaba este punto de vista. Para Aristón, no solo hay momentos en los que la enfermedad puede preferirse a la salud (la salud no siempre se puede preferir incondicionalmente), sino que la salud ni siquiera es una ventaja natural, y uno nunca puede suponer que es mejor que la enfermedad. Aunque el sabio puede (y a menudo debe) elegir entre varias cosas indiferentes, nunca debería cometer el error de suponer que podrían ser naturalmente preferidas.

Para Zenón, el bien principal era vivir de acuerdo con la naturaleza; para Aristo, el principal bien fue:

El mayor bien es, pues, seguir a la virtud como el bien supremo, evitar el vicio como el mal supremo y vivir en un estado de perfecta indiferencia hacia todo lo demás.[18]​ Aristón, sin embargo, estuvo de acuerdo con Zenón en la unidad de la virtud, incluso si a menudo se etiqueta como cosas diferentes:

Sigue existiendo el problema de cómo se puede alcanzar un estado virtuoso si no se pueden hacer elecciones racionales entre las cosas de la vida que se prefieren y se excluyen, y solo tiene un objetivo abstracto de virtud perfecta. Aristón dejó la pregunta sin respuesta, y los escritos de Cicerón en el primer siglo antes de Cristo sentaron lo que ha sido la visión habitual de la filosofía de Aristón desde entonces:

Independientemente de si este punto de vista es correcto o no,[21]​ Aristón claramente pensó que estaba haciendo algo más positivo que interpretar a la escuela cínica y tratar de socavar las raíces del sistema estoico:

Aristón llegó a ser considerado como una figura marginal en la historia del estoicismo, pero en su época, fue un filósofo importante cuyas conferencias atrajeron grandes multitudes.[23]Eratóstenes, que vivió en Atenas cuando era joven, afirmó que Aristón y Arcesilao eran los dos filósofos más importantes de su época.[24]​ Pero fue el más moderado Zenón, no el radical Aristón, quien impondría sus puntos de vista. Crisipo de Solos (director de la escuela estoica desde el año 232 al 206 a. C.), sistematizó el estoicismo según las líneas establecidas por Zenón, y al hacerlo, se vio obligado a atacar repetidamente a Aristón:

Y, sin embargo, Aristón nunca se fue del todo, como se puede ver por las reiteradas referencias a sus puntos de vista realizadas por escritores posteriores. Al esbozar una versión del estoicismo arraigada en la filosofía cínica, proporcionó una fuente fructífera de reflexión tanto para los partidarios como para los oponentes del estoicismo desde entonces.

Escribió también varias obras, desgraciadamente desaparecidas, de las que nos han dejado fragmentos autores como Plutarco.[26]



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