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Arquitectura neobizantina en el Imperio ruso



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La arquitectura neobizantina en el Imperio ruso surgió en la década de 1850 y se convirtió en el estilo arquitectónico preferido, y respaldado oficialmente, para la construcción de iglesias durante el reinado del zar Alejandro II (1855-1881), reemplazando el estilo ruso-bizantino de Konstantín Thon. Aunque Alejandro III cambió las preferencias del estado a favor del estilo neorruso tardío, la arquitectura neobizantina floreció durante su reinado (1881-1894) y continuó usándose hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. Algunos arquitectos emigrados blancos, después la revolución de 1917, se establecieron en los Balcanes y en Harbin y siguieron trabajando en diseños neobizantinos allí hasta la Segunda Guerra Mundial.

Inicialmente, los edificios de arquitectura neobizantina se concentraron en San Petersburgo y en Crimea, con algunos proyectos aislados emprendidos en Kiev y Tbilisi. En la década de 1880, los diseños neobizantinos se convirtieron en la opción preferida para la expansión de la iglesia ortodoxa rusa en las fronteras del Imperio: Congreso de Polonia, Lituania, Besarabia, Asia Central, Cáucaso Norte, Bajo Volga y huestes cosacas; en la década de 1890, se extendieron desde la región de los Urales hacia Siberia siguiendo la aparición de nuevas ciudades a lo largo del emergente ferrocarril Transiberiano. También se construyeron iglesias neobizantinas patrocinadas por el estado en Jerusalén, Harbin, Sofía y en la Riviera francesa.[Sav. 1]​ La construcción no religiosa en estilo neobizantino fue poco común y la mayoría de los ejemplos existentes que se construyeron fueron hospitales y hospicios durante el reinado de Nicolás II.

La última parte del gobierno de Alejandro I estuvo marcada por la aplicación estatal del estilo Imperio como único estilo arquitectónico para la construcción religiosa, pública y privada (catedral de Kazán (1801-1811), puerta de Narva (1814), plaza del Palacio (1819-1829), columna de Alejandro (1830-1834) o Nuevo Hermitage (1841-1842)). Este monopolio de un estilo único se levantó a principios de la década de 1830; puesto que Nicolás I promovía los diseños eclesiásticos eclécticos de Konstantín Thon, algunos arquitectos (Mijaíl Bykovski) y los círculos artísticos en general (Nikolái Gógol) pidieron la liberalización general de los procedimientos de los permisos de construcción, insistiendo en la libertad del arquitecto para elegir el estilo que mejor se adaptara a las funciones del edificio y a las preferencias de sus clientes. Por ello a finales de la década de 1840 la arquitectura civil rusa se diversificó en varios estilos revival (neogótico, por Bykovski, Neorrenacimiento, por Thon), mientras que los nuevos proyectos eclesiásticos se inclinaban hacia el «Álbum de diseños modelo» de Thon o el neoclasicismo.

El reinado de Nicolás I estuvo marcado por la expansión persistente de Rusia, tanto en forma de colonización de territorios adquiridos anteriormente en Occidente y en el sur (particiones de Polonia-Lituania, Novorossiya, Crimea, el Cáucaso) como en forma de una intervención creciente en la Cuestión Oriental. Nicolás compartió las aspiraciones de sus predecesores en el Bósforo y los Dardanelos, y participó en una disputa con Francia por el control de los santuarios de Tierra Santa que provocaron la Guerra de Crimea. Las políticas orientales del estado despertaron el interés público y patrocinaron la realización estudios académicos en la historia y la cultura del Imperio bizantino. La expansión de la iglesia ortodoxa rusa en los nuevos territorios facilitó nuevos proyectos de construcción a gran escala que debían integrarse en los entornos locales.

La Academia Imperial de las Artes, supervisada de cerca por Nicolás, apoyó los estudios del Oriente y específicamente de Bizancio, pero el mismo Nicolás despreciaba la arquitectura bizantina. Iván Strom, uno de los arquitectos de la catedral de San Vladímir en Kiev, recordaba a Nicolás diciendo «No puedo soportar este estilo, sin embargo, a diferencia de otros, lo permito».[Sav. 2]​. La aprobación real fue posible gracias a la realización de estudios académicos de la arquitectura de la Rus de Kiev en la década de 1830-1840 que, por primera vez, intentaron reconstruir la forma inicial de las catedrales de Kiev y las establecieron como el eslabón perdido entre Bizancio y la gran arquitectura de la ciudad de Veliki Nóvgorod.

La catedral de San Vladímir se convirtió en el primer proyecto neobizantino aprobado por el emperador (1852). La Guerra de Crimea, la falta de fondos (la catedral fue financiada a través de donaciones privadas) y algunos errores severos de ingeniería retrasaron su finalización hasta la década de 1880. Los primeros proyectos neobizantinos que se completaron aparecieron después de la muerte de Nicolás: los interiores de la iglesia de San Sergio de Radonezh en el monasterio Strelna, diseñado por Alekséi Gornostáev (1859), y una pequeña capilla del palacio Mariinsky diseñada por Grigori Gagarin (1860).[Sav.2 1]

El príncipe Grigori Gagarin, que había servido como diplomático en Constantinopla y en el Cáucaso, se convirtió en el partidario más influyente del estilo bizantino, gracias a sus estudios publicados sobre la herencia vernácula del Cáucaso y de Grecia, así como por los servicios a la emperatriz María Aleksándrovna y a la gran duquesa María Nikoláievna (hermana de Alejandro II y presidente de la Academia Imperial de las Artes). Ya en 1856, la emperatriz María Aleksándrovna expresó su voluntad de ver nuevas iglesias ejecutadas en estilo bizantino.[Sav. 3]

La primera de estas iglesias fue construida en 1861-1866 en la plaza Griega de San Petersburgo. El arquitecto Román Kuzmín (1811–1867) siguió vagamente el canon de Hagia Sophia: una cúpula aplanada combinada con una arcada cilíndrica que descansaba sobre un cuerpo de edificación principal cúbico. Kuzmín, sin embargo, añadió una característica novedosa: en lugar de los dos ábsides típicos de los prototipos bizantinos, usó cuatro.[Sav. 4][1]​ Este diseño en forma de cruz fue refinado en 1865 por David Grimm, que extendió verticalmente la edificación aplanada de Kuzmín. Aunque el diseño de Grimm permaneció sobre el papel durante más de 30 años, su composición básica se volvió casi universal en la práctica en la construcción rusa.[Sav. 5]

Otra tendencia también fue propiciada por el diseño de Grimm de la catedral de San Vladímir en Quersoneso (diseñada en 1858-1859, completada en 1897). La iglesia, construida sobre las ruinas de una antigua catedral griega, fue patrocinada por Alejandro II. Grimm, también historiador de la herencia caucásica, había sido elegido por María Aleksándrovna, muy probablemente por consejo de Gagarin y de María Nikoláievna.[Sav. 6]​ Su edificación en forma de cruz usaba una compleja sucesión de formas simples escalonadas. Grimm restringió el uso de las superficies curvilíneas solamente al domo principal; los ábsides y sus techumbres eran poligonales, en línea con los prototipos georgianos y armenios. Esta variedad "lineal" de la arquitectura bizantina se mantuvo poco común en el siglo XIX, pero aumentó en popularidad en el reinado de Nicolás II.[Sav. 7]

A pesar del apoyo de la familia real, el reinado de Alejandro II no produjo muchos ejemplos de este estilo: la economía, paralizada por la guerra de Crimea y después afectada por las reformas de Alejandro, era demasiado débil para soportar los grandes proyectos constructivos. Una vez comenzados, los proyectos se retrasaron durante décadas. Por ejemplo, el proyecto de Alekséi Avdéyev de la catedral de Sebastopol fue aprobado en 1862, pero el trabajo real no comenzó hasta 1873. Los cimientos, construidos antes de la guerra, ya estaban en su lugar pero la construcción se prolongó lentamente hasta 1888, consumiendo literalmente la vida del arquitecto.[Sav. 8]​ La catedral de Tbilisi de David Grimm, diseñada en 1865, no se inició hasta 1871 y pronto fue abandonada; la construcción se reanudó en 1889 y se completó en 1897. Grimm murió un año después.[Sav. 5]

La construcción de iglesias y la economía, en general, remontaron en el reinado de Alejandro III (1881–1894). En trece años y medio, las propiedades de la iglesia ortodoxa rusa aumentaron en más de 5.000 lugares de culto; en 1894 había 47.419 templos, incluidas 695 catedrales principales.[2]​ La mayoría de los nuevos templos, sin embargo, pertenecían a la variante del estilo neorruso de finales del siglo XIX que se convirtió en el estilo oficial de Alejandro III. El giro en las preferencias del estado fue señalado en 1881-1882 por dos concursos arquitectónicos para el diseño de la iglesia del Salvador sobre la sangre derramada en San Petersburgo. Ambos concursos estuvieron dominados por diseños neobizantinos, pero Alejandro los despidió a todos y finalmente otorgó el proyecto a Alfred Parland, estableciendo la preferencia estilística de la siguiente década. Sin embargo, las características muy publicitadas de Salvador sobre la sangre —un techo central con cubierta en pabellón, adornos excesivos en ladrillo rojo y una clara referencia a las reliquias de Moscú y Yaroslavl del siglo XVII— se copiaron instantáneamente en muchas iglesias más pequeñas.[3]

Casi todas de las más de 5000 iglesias atribuidas al reinado de Alejandro III se financiaron a través de donaciones públicas. El 100% de la financiación del estado quedó reservada para algunas iglesias palaciegas que atendían directamente a la familia real. Algunas iglesias "militares" construidas en bases militares y navales si fueron cofinanciadas por el estado, conjuntamente con los oficiales y mediante la suscripción popular entre civiles. Por ejemplo, la iglesia bizantina del 13.° Regimiento de infantería en Manglisi (Georgia), diseñada para acomodar a 900 fieles, costó 32.360 rublos, de los cuales solo 10.000 fueron provistos por el tesoro del estado.[4]​ Dicho lugar es famoso por su Catedral de Manglisi que data de los años 330.

La preferencia por el neorruso no significaba aversión a la arquitectura bizantina. Alejandro sí mostró una clara aversión al barroco y al neoclasicismo del siglo XVIII que despreció como símbolos del absolutismo Petrino; sin embargo, la arquitectura neobizantina le parecía un "camino intermedio" aceptable.[Sav.2 3]​ Los arquitectos de estilo neobizantino del reinado anterior formaron una escuela numerosa con clientes leales, incluido el clero mayor. Paradójicamente, la escuela bizantina se concentró en el Instituto de Ingenieros Civiles, que también proporcionó una cátedra de departamento a Nikolái Sultánov, líder informal del neorruso y asesor de Alejandro III.[Sav.2 4][5]Vasili Kosiakov, un graduado de Sultánov, se hizo famoso por las iglesias neobizantinas en San Petersburgo (1888–1898) y Astracán (diseñada en 1888, construida en 1895–1904), pero solo consiguió ser tan exitoso en pocos proyectos de neorruso (catedral naval de Libava, 1900–1903). Dos escuelas coexistieron en un ambiente de trabajo normal, al menos en San Petersburgo.

La arquitectura neobizantina del reinado de Alejandro III dominó en tres nichos geográficos. Fue el estilo elegido por el clero ortodoxo y por los gobernadores militares en el Congreso de Polonia y Lituania (catedrales en Kaunas, Kielce, Łódź, Vilnius); en las regiones meridionales (Járkov, Novocherkassk, Rostov del Don, Samara, Sarátov y en numerosos asentamientos de huestes cosacas); y en los Urales (de Perm a Orenburg).[Sav.2 5]​ En 1891, la lista se amplió con las ciudades siberianas que iban emergiendo a lo largo del ferrocarril Transiberiano.

Las provincias del este y del sur participaron en grandes proyectos neobizantinos diseñados por antiguos alumnos del Instituto de Ingenieros Civiles. La arquitectura provincial estaba frecuentemente dominada por un único arquitecto local (Alexander Bernardazzi, en Besarabia; Alexander Yaschenko, en el sur de Rusia; o Alexander Turchevich, en Perm), lo que explica la existencia de grupos regionales de iglesias aparentemente similares. Los arquitectos generalmente seguían el estándar establecido por Kuzmín y Grimm, o el diseño clásico de cinco domos, con algunas excepciones notables. La catedral de Járkov (1888–1901) fue diseñada para 4.000 fieles e igualaba en altura al Gran campanario de Iván el Grande en el Kremlin.[Sav. 9]​ La catedral de la fortaleza de Kovno (1891–1895, para 2.000 fieles), contrariamente al canon bizantino, estaba adornada con columnas corintias, dando lugar al estilo «romano-bizantino».

La indiferencia de Alejandro hacia la arquitectura bizantina en realidad aumentó su atractivo para los clientes privados: el estilo ya no estaba reservado para la Iglesia. Los elementos del arte bizantino (filas de arcos, mampostería en bandas de dos tonos) fue una decoración común de las fábricas de ladrillos y en los edificios de apartamentos. Se mezclaron fácilmente con las tradiciones neorrománicas o moriscas, como en la Ópera de Tbilisi, diseñada por Victor Schroeter. El eclecticismo bizantino-ruso se convirtió en la opción preferida para los hospicios municipales y privados en Moscú. La tendencia fue iniciada por la iglesia de Alexander Ober del hospicio Rukavíshnikov (1879) y culminó en la aún existente casa de beneficencia Boyev en Sokólniki (Alexander Ober, 1890). El clero de Moscú, por el contrario, no encargó una sola iglesia neobizantina entre 1876 (iglesia del icono de Kazán, en Kaluga Gates) y 1898 (catedral de la Epifanía en Dorogomílovo).[Sav.2 6]

Los gustos personales del último emperador fueron un crisol: promovió el arte ruso del siglo XVII en el diseño de interiores y en el vestuario, pero mostró aversión a la arquitectura historicista neorrusa. Nicolás, o su Ministerio de la Corte, no demostró una preferencia duradera por ningún estilo; su último encargo privado, la dacha Inferior en Peterhof,[Sav.2 7]​ era un diseño bizantino que seguía una serie de edificios neoclásicos rusos. La construcción financiada por el estado fue en gran parte descentralizada y administrada por estadistas individuales que ya tenían sus propias agendas. Durante un breve período anterior, a la desastrosa guerra Ruso-Japonesa, el estilo bizantino aparentemente se convirtió en la opción de estado, al menos de la Armada Imperial que patrocinó proyectos de construcción de alto perfil en las bases metropolitanas y en el extranjero.[Sav.2 8]

La arquitectura de los últimos veinte años del Imperio ruso estuvo marcada por una rápida sucesión de Art Nouveau y revival neoclásico. Estos estilos dominaron el mercado de la construcción privada, pero no lograron obtener un nicho firme en los proyectos oficiales de la Iglesia ortodoxa rusa. Sin embargo, las ideas del Art Nouveau se infiltraron lentamente en la arquitectura bizantina tradicional. Su influencia fue obvia en el mobiliario de las iglesias bizantinas tradicionales (catedral Naval de Kronstadt). Miembros que practicaban el estilo Art Nouveau (Fiódor Schechtel, Serguéi Soloviov) y de las escuelas neoclásicas (Vladímir Adamóvich) crearon sus propias versiones del estilo neobizantino, ya fuese altamente decorativo (iglesia de Schechtel, en Ivánovo) o, por el contrario, simplificado (iglesia de Soloviov, en Kúntsevo). Finalmente, la variedad norteña de Art Nouveau (Iliá Bondarenko) se convirtió en el estilo de los legalizados viejos creyentes.

La fragmentación del estilo en proyectos de pequeña escala se desarrolló en paralelo a la construcción de cuatro catedrales neobizantinas, muy grandes y conservadoras: la catedral Naval de Kronstadt, las catedrales de Tsaritsyn, Poti (actual Georgia) y Sofía (Bulgaria). Tres de ellas (Kronstadt, Poti, Sofía) fueron un claro homenaje a Hagia Sofia; sus autores aparentemente descartaron la «regla de oro» del diseño de un domo único establecida en las décadas anteriores.[Sav. 10]​ Se desconocen los motivos exactos de ese cambio de estilo; en el caso de la catedral de Kronstadt, se puede rastrear hasta la intervención directa del almirante Makárov.[Sav. 11]

La catedral de Poti, diseñada por Alexander Zelenko y Robert Marfeld, fue inusual por ser el primer gran proyecto eclesiástico construido con hormigón armado. Se completó estructuralmente en una sola temporada de construcción (1906-1907); el proyecto completo tomó menos de dos años (noviembre de 1905 - julio de 1907), un récord absoluto para la época.[Sav. 12]​ La catedral de Kronstadt, que también empleaba hormigón, fue completada estructuralmente en cuatro temporadas de construcción (1903-1907) debido a los retrasos causados por la revolución de 1905. A otros proyectos no les fue tan bien: la catedral de Dorogomílovo en Moscú (1898-1910), diseñada para ser la segunda más grande de la ciudad, padeció la escasez de dinero y, al final, se consagró de forma incompleta y simplificada.[Sav. 13]

La revolución de 1917 terminó con la rama rusa de la arquitectura bizantina, pero encontró una vida futura inesperada en Yugoslavia a través del apoyo personal del rey Alejandro I de Yugoslavia. Alejandro patrocinó proyectos de iglesias bizantinas realizadas por arquitectos emigrados blancos en Belgrado, Lazarevac, Požega y otras ciudades. Serbia y Montenegro se convirtieron en un nuevo hogar para más de mil trabajadores de la construcción y profesionales llegados desde Rusia.[6]​ La inmigración rusa a Yugoslavia, estimada en 40-70000 personas, fue bienvenida por el gobierno como un reemplazo rápido de profesionales asesinados en la Primera Guerra Mundial.[7]​ Solamente a Vasili Andrósov se le acredita la autoría de 50 iglesias bizantinas construidas en el período de entreguerras.[8]​ Y fueron pintores rusos los que crearon los interiores del monasterio de Presentación y la histórica iglesia de Ružica.[Oficial 1]

La diáspora rusa en Harbin produjo dos catedrales neobizantinas en el periodo de entreguerras. La más grande, la catedral de la Anunciación, fue diseñada y construida por Borís Tustanovski en 1930-1941, y luego fue destruida durante la Revolución Cultural.[9]​ Fue notable como una de las pocas grandes basílicas ortodoxas rusas. Una más pequeña, aún existente, la Iglesia de la Intercesión de la Virgen María, con un esquema de domo único diseñada en 1905 por Yuri Zhdánov, fue construida en una sola temporada en 1922. Ha sido el único lugar de culto ortodoxo de Harbin desde 1984.[10]

La arquitectura neobizantina, a diferencia de otros estilos revival contemporáneos, era fácilmente identificable por un conjunto rígido de herramientas decorativas. Algunos ejemplos del estilo se desviaron hacia el caucásico, el neoclásico y el románico, pero todos siguieron la regla básica del diseño de cúpula y arcada de la Constantinopla medieval:

Según los estudios de 1870 de Nikodim Kondakov, la arquitectura del Imperio bizantino empleó tres modelos de iglesias distintos:

Las grandes catedrales neobizantinas erigidas en Rusia seguían tanto el modelo de cúpula simple como el de cinco cúpulas. El modelo de un único domo fue estandarizado por Grimm y Kosiakov, y se utilizó en todo el Imperio con cambios mínimos. La arquitectura de cinco domos mostró una mayor variedad a medida que los arquitectos experimentaron con las proporciones y la ubicación de las cúpulas laterales:

Catedral de la Anunciación de Járkov (1888–1901)

Catedral de la Ascensión de Novocherkassk (1891–1905)

Catedral de Tomsk (1909–1911)

Iglesia del monasterio Voskresenski Novodévichi en San Petersburgo (1908–1915)

Las iglesias más pequeñas seguían casi siempre el modelo de domo único. En unos pocos casos (como en la iglesia de San Jorge, en Ardon, 1885-1901) se añadieron mecánicamente cúpulas laterales muy pequeñas a un esquema básico de un solo domo. Las iglesias basilicales surgieron en la última década del Imperio; todos los ejemplos fueron pequeñas iglesias parroquiales como la capilla de la Cabaña de Kutúzov en Moscú.

El canon neoclásico dictaba que el campanario debería ser sustancialmente más alto que el domo principal. Un campanario alto y estrecho, idealmente, equilibraba la edificación principal relativamente plana. Ya en la década de 1830, Konstantín Thon y sus seguidores se encontraron con el «problema del campanario»: las formas verticales compactas de las catedrales ruso-bizantinas de Thon no combinaban bien con los campanarios tradicionales. La solución de Thon fue eliminar por completo el campanario e instalar las campanas en un pequeño campanario separado (catedral de Cristo Salvador de Moscú) o integrar el campanario en la edificación principal (catedral de Yeléts). El mismo problema persistió en los diseños neobizantinos, al menos en las edificaciones altas convencionales inspiradas en la catedral de Tbilisi de Grimm. El propio Grimm colocó las campanas en una torre relativamente baja, completamente separada y situada muy por detrás de la catedral. Sin embargo, el clero prefería claramente campanarios integrados; los campanarios separados siguieron siendo poco comunes.

Ernest Gibere, autor de la catedral de Samara (1867-1894), por el contrario, instaló un alto campanario masivo justo encima del portal principal. Gibere colocó deliberadamente el campanario inusualmente cerca de la cúpula principal, de modo que en la mayoría de los ángulos de visión se mezclaban en una única forma vertical. Este diseño fue favorecido por el clero, pero fue criticado duramente por arquitectos contemporáneos como Antony Tomishko (arquitecto de la prisión Krestý y su iglesia bizantina de Alejandro Nevski). Se reprodujo en Tashkent (1867-1887), en Łódź (1881-1884), en el monasterio de Valaam (1887-1896), en Járkov (1888-1901), en Sarátov (1899) y en otras ciudades y monasterios. La mayoría de los edificios bizantinos, sin embargo, siguieron una opción intermedia: el campanario también estaba situado encima del portal, pero era relativamente bajo (similar a las cúpulas laterales o a los ábsides, o incluso más bajo), y quedaba separado de la cúpula principal (catedral de Riga (1876-1884), catedral de Novocherkassk (1891-1904) y otros).

La arquitectura neobizantina, como revival ruso, no tuvo la menor posibilidad de sobrevivir a la campaña antirreligiosa de la década de los años de 1920. La destrucción alcanzó su punto máximo en 1930, apuntando, sin lógica aparente, hasta a las grandes catedrales del centro de la ciudad: la catedral de San Nicolás de Járkov fue demolida «para dinamizar las líneas del tranvía», mientras que la catedral de la Anunciación, más grande, permaneció en pie. La mayoría de las iglesias restantes se cerraron al culto y se convirtieron en almacenes, cines u oficinas, y se dejaron arruinar sin el mantenimiento adecuado. Pese a ello muchas de las iglesias bizantinas sobrevivieron más allá de la caída de la Unión Soviética. Las tablas que siguen a continuación, que incluyen las principales catedrales bizantinas y las grandes iglesias parroquiales,[11]​ resumen el estado de destrucción y preservación actual (2008).

El estilo neobizantino sigue siendo poco común en la arquitectura rusa contemporánea. Ha habido proyectos que intentan imitar el contorno y la composición de las típicas catedrales neobizantinas en hormigón armado, omitiendo la complicada construcción de prototipos históricos (por ejemplo, la Iglesia de la Presentación de Jesús en San Petersburgo).

La restauración de iglesias históricas hasta ahora tiene un historial mixto de éxito. Hay al menos un ejemplo de un diseño neobizantino (la iglesia de la "Ciudad" del icono de Kazan en Irkutsk) "restaurada" para imitar el revival ruso mediante la adición de cubiertas en pabellón. Mientras que las principales catedrales han sido restauradas, las iglesias en asentamientos rurales despoblados o en las bases militares (por ejemplo, la iglesia de Nuestra Señora la Misericordiosa en San Petersburgo o la catedral Naval de Kronstadt) permanecen en condiciones ruinosas.



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