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Asedio de Puerto Cabello (1823)



El quinto asedio de Puerto Cabello fue el último enfrentamiento militar de envergadura librado en la Guerra de Independencia de Venezuela durante la campaña de Occidente a finales de 1823. Significó el final de la última presencia estable de la Corona española en territorio venezolano, entonces parte de la Gran Colombia. Acción liderizada por el General José Antonio Páez y bajo su mando, el aguerrido Coronel Fernando Figueredo, Jefe del Escuadrón de Caballería de Húsares, a quien el primero solicita participar después de su heroico papel durante toda la guerra independentista, pues Figueredo conocía como nadie el Castillo San Felipe de Puerto Cabello, cuando muy joven a partir de la derrota que sufrió junto al Marqués del Toro en la Batalla de Araure, fue hecho preso durante siete meses en esa fortificación.

Tras la capitulación del último capitán general de Venezuela, el canario Francisco Tomás Morales, y su ejército el 3 de agosto de 1823 ante el brigadier Manuel Manrique, quedaba únicamente la guarnición de Puerto Cabello, al mando del brigadier Sebastián de la Calzada como la última fuerza leal al rey Fernando VII de España en Venezuela.

José Antonio Páez envió al general Santiago Mariño a poner fin a dicho peligro. Los republicanos acamparon en El Palito, 1.500 soldados en los batallones Granaderos, Anzoátegui y Boyacá y el aguerrido escuadrón de caballería de Húsares, bajo el mando del Coronel Fernando Figueredo, quien veterano de la guerra independentista, había estado preso en esa fortificación denominada Castillo San Felipe de Puerto Cabello, cuando derrotado junto con el Marques del Toro en 1812 en la Batalla de Araure, fue hecho preso en ese sitio. Es por ello que el General Paez le pide participar en la acción, porque conocía como pocos toda la fortificación y la valentía de su escuadrón de espadas, seria altamente eficiente en la toma. [1]​ El 23 de septiembre comenzaba el asedio. Calzada decidió abandonar la ciudad por considerarla indefendible y atrincherarse en el castillo San Felipe y varias baterías en la rada. El 31 de octubre Páez llegó para ofrecer una capitulación negociada dada la inutilidad del sacrificio de sangre, ya que no podían recibir refuerzos por mar debido al bloqueo de 18 barcos del almirante José Prudencio Padilla y el contraalmirante Renato Beluche. El brigadier español se negó y durante la noche del 7 a 8 de noviembre se infiltran sigilosamente cerca de 200 espadas al mando del Coronel Fernando Figueredo, 100 fusileros del batallón Anzoátegui de la Guardia bajo el comando de los tenientes coroneles José Andrés Elorza y José Inácio de Abreu e Lima y del mayor Manuel Cala, y 150 lanceros del teniente coronel brasileño José Francisco Farfán.[7]​ El general José Francisco Bermúdez había planificado el ataque con Páez, Mariño y Figueredo. Los soldados nadaron por la ensenada de El Manglar con el agua hasta el cuello a las 22:00 horas, a las 04:00 inician su ataque contra las baterías de Corito, de La Princesa y de El Príncipe. Tras una hora de lucha el brigadier se rinde.

El mantuano de Coro, coronel Manuel de Carrera y de la Colina, logra resistir en el castillo hasta el 10 de noviembre, momento en que también se rinde. Poco después varios soldados y vecinos realistas reciben permiso para embarcarse a Cuba. La guerra llegaba a su fin. En Valencia, como capital de la provincia de Carabobo, quedó una guarnición permanente de 2.000 infantes y jinetes cuya jefatura en reconocimiento a su participación en toda la guerra, fue asignada por el Libetador Simón Bolivar al Coronel Fernando Figueredo.[8]



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