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Aura (misticismo)



En el ámbito de la parapsicología, el aura se concibe como un campo energético de radiación luminosa multicolor que rodearía a las personas o a los objetos como un halo y que sería invisible para la gran mayoría de los seres humanos.[2]​ Como con todos los fenómenos paranormales, no existe evidencia alguna de existencia del aura, y los defensores de la misma no han aportado prueba alguna de ello.

El psíquico estadounidense Edgar Cayce (1877-1945) afirmaba que la habilidad de visualizar el aura se debilita con la edad.[cita requerida]

Algunos defensores de la parapsicología[¿quién?] sostienen que el aura está dividida en siete estratos relacionados directamente con los siete chakras, y que cada uno de esos estratos puede tener uno de los once colores del aura.[cita requerida]

En otras ocasiones se ha afirmado [cita requerida] que el ver auras pueda ser una experiencia sinestésica, donde se relacionan colores con la personalidad.

Desde la parapsicología se ha sostenido[cita requerida] que las fotografías tomadas con cámara Kirlian muestran la existencia de estas energías.

La cámara Kirlian utiliza una descarga eléctrica de elevado voltaje y baja potencia que se aplica sobre el objeto o persona que se vaya a fotografiar y sobre la placa fotográfica. Así, produce el denominado efecto corona, que es «el conjunto de fenómenos ligados a la aparición de conductividad de un gas (aire) en la proximidad de un conductor sometido a alta tensión».[3]​ Como conductor el más probable sería la humedad correlacionada a los fenómenos biológicos (dedos de la mano, hojas de árboles) experimentados por la fotografía Kirlian, de manera que los objetos más húmedos obtendrían una imagen más luminosa. Además puede permanecer humedad residual en el cristal aislante de la cámara Kirlian, dando la falsa impresión de ser la «energía» del objeto, incluso si se secciona una parte de él sin mover el resto del objeto del cristal (falsa teoría del miembro fantasma, en la que se afirma que al arrancar un trozo de, por ejemplo, una hoja de árbol, la energía del trozo cortado permanece, siendo ésta en realidad la humedad residual del trozo arrancado).

Además, en ausencia de electricidad o aire (o cualquier elemento gaseoso) no se produce ningún efecto corona. Por tanto, el efecto no es inherente al ser humano, y no muestra ninguna característica de este ni otras atribuciones que se han hecho desde diferentes sectores de lo paranormal, sucediendo lo mismo con otros organismos vivos y seres inertes. Se trata de una reacción del aire al someterse a altos voltajes y tener un conductor cerca (el objeto a fotografiar).

Para probar lo anterior, se tomaron fotografías Kirlian en el vacío. En ninguna de las fotografías apareció ningún aura.[1]

Algunos autores[4]​ encuentran incoherente la impercepción sensitiva con su relación con la percepción física del ojo y el espectro de frecuencias visible.

El escéptico James Randi, cuya fundación (Fundación Educativa James Randi) ofrece un millón de dólares a la persona que sea capaz de demostrar la existencia de cualquier suceso paranormal de forma objetiva (sin manipulación de datos), puso a prueba a varias personas que decían tener poderes paranormales en un programa de televisión llamado ¡Explorando los poderes psíquicos en directo![cita requerida]

Una de las candidatas afirmaba que podía ver el aura de las personas, y que el aura mide unos 12 cm alrededor de la persona, y se puede ver a una distancia de 25 cm. Se dejó escoger a la candidata a 10 personas de entre el público que, según ella, tenían un aura claramente visible. Se situó a las 10 personas detrás de una pantalla opaca de la altura de las personas, sin que llegue a verse la coronilla. La candidata afirmaba que cuando las personas estaban de pie, se podría ver el aura por encima de la pantalla. De forma aleatoria, se le asignó a cada uno de los 10 voluntarios que permanecieran de pie o sentados. Una vez comenzado el experimento, la candidata tenía que mirar la pantalla opaca y determinar si veía o no el aura, y por tanto, tenía que saber si la persona estaba de pie o sentada. Como por puro azar se puede adivinar el 50% de los casos, se pidió a la candidata que acertara al menos 8 veces si ve el aura o no. La candidata dijo ver el aura en todos los casos, cuando en realidad solo estaban de pie 4 personas.[cita requerida]

En 1996, la Fundación James Randi y la Asociación de Filadelfia para el Pensamiento Crítico realizaron una invitación a más de 60 «enfermeras del toque terapéutico ―incluyendo a Dolores Krieger (profesora de enfermería en la Universidad de Nueva York, e inventora del toque terapéutico en los años setenta)―, y ofrecieron 742.000 dólares a cualquiera que pudiera demostrar su habilidad para detectar el aura. Sólo una enfermera aceptó la invitación, pero obtuvo resultados no significativos estadísticamente. Su rendimiento fue del 55 %, ya que sólo identificó correctamente a 11 sujetos de 20 como enfermos o sanos.[5]

En 1998, Emily Rosa, una niña de 11 años, se convirtió en la persona más joven que ha publicado un artículo en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA). Su trabajo sobre el toque terapéutico desmontó las afirmaciones de sus practicantes de que son capaces de detectar el aura de una persona. En su experimento participaron 21 practicantes del toque terapéutico. Cada uno de ellos se sentó al lado de una pantalla opaca introduciendo sus manos a través de unos agujeros. Emily lanzó en cada ocasión una moneda al aire para decidir a cuál de las dos manos del enfermero acercaba las suyas. El enfermero debía detectar su aura y decir a qué mano se había acercado. Aunque todos los participantes afirmaron ser capaces de realizar correctamente la prueba, los resultados estuvieron en contra de tales afirmaciones, ya que acertaron un 44 % de las veces, ligeramente peor que por puro azar.[6][7]



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