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Halo (fenómeno meteorológico)



Un halo,[1]antelia o aro iris es un efecto óptico en forma de disco alrededor del Sol o la Luna y que presenta un anillo iridiscente en su circunferencia exterior. Usualmente se ve en lugares fríos como Antártida, Alaska, Groenlandia, norte de Escandinavia, zonas boreales de Rusia y Canadá; aunque también ha sido visible en países con clima tropical como Paraguay,[2]Venezuela, Colombia, Ecuador y otros. Puede ocurrir en cualquier lugar, si se dan las condiciones atmosféricas adecuadas, como por ejemplo fuera de las áreas polares, en zonas donde se estén desarrollando tormentas o haya mal tiempo, o en zonas templadas cuando el aire atmosférico posea ligeras nubes cristalizadas por el frío (casi siempre nubes del tipo cirrus). El halo está causado por partículas de hielo en suspensión en la troposfera que refractan la luz generando un espectro de colores alrededor de la Luna o el Sol.

El anillo del halo suele ser iridiscente con el color rojo en el lado interior del anillo y el verde y el azul claro en la parte externa, también pueden parecer un arcoíris completo.

Los halos son anillos de color blanco o de una tonalidad pálida que se forman en la atmósfera terrestre (y presumiblemente en otros planetas dotados de una atmósfera) alrededor de las imágenes luminosas del Sol o de la Luna (o de cualquier otro astro o satélite). Los mecanismos físicos que los producen son la reflexión y la refracción en los pequeños cristales de hielo que constituyen las nubes altas de tipo cirrus. El tipo más común es el generado por procesos de refracción en cristales de hielo hexagonales. En este caso el radio angular del halo es de 22°.

En la tropósfera se dan casi todos los fenómenos meteorológicos. En esta capa suceden los cambios climáticos; además, se alojan en esta zona casi todos los tipos de nube.

La tropósfera se hace cada vez más fría con la altura y en su límite superior, aproximadamente a 10 km, la temperatura es de –65° C. Esta capa contiene partículas de polvo y cristales de sal marina, elementos indispensables para la formación de las nubes.

Existen halos de 46°, halos complejos, halos incompletos

Se debe evitar mirar directamente al Sol debido a la radiación solar general y a su composición de rayos ultravioleta, que traspasan la capa de ozono y que producen daño al tejido ocular (retina, cristalino, etc.). Para ello, se puede emplear algún objeto de forma circular tapando la visión del Sol a fin de dejar a la vista únicamente el círculo de colores que lo rodea, simulando un eclipse.

El anillo se forma cuando la luz de la Luna se refracta (se dobla) al pasar a través de cristales de hielo. Los halos lunares solo serán visibles si hay nubes suficientemente altas (véase frías, para que se formen los cristales de hielo) y delgadas. La forma típica hexagonal de un cristal de hielo desvía la luz de la Luna en un ángulo de 22° (el equivalente a dos puños cerrados con el brazo extendido), así que el anillo completo describe un diámetro de 44° desde nuestro punto de vista. Solamente se han visto anillos cuando la Luna está próxima a ser llena. La Luna debería ser capaz de producir un anillo en cualquiera de sus fases, pero tal vez la luz que refleja en otras posiciones es demasiado débil para que se pueda ver.

Halo solar en el polo sur.

Halo solar, Madrid, 25 de marzo de 2017

Halo lunar en Constitución, Chile (4 de septiembre de 2020).

Halo solar en Punta Alta (Argentina), 28 de enero de 2013.

Halo solar, imagen capturada en Lima (Perú), a las 12:25.

Halo lunar.



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