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Bañera



Una bañera, bañadera o tina es un recipiente que sirve para bañarse.[1]​ Puede aceptar como sinónimos: artesa, barreño e incluso cubeta.[2]​ Su etimología deriva de baño, del latín balneum, con el mismo significado, y a su vez del griego antiguo βαλανεῖον (balaneion, baño público).[3]

Pieza básica de los aparatos sanitarios de los cuartos de baño, las bañeras modernas más económicas se fabrican en fibra de vidrio o acrílica; también las hay en porcelana, loza, acero, hierro fundido y madera (tradicionales en Japón).

Históricamente rectangulares, tras la aparición de las bañeras acrílicas, pueden tener otras formas. Si bien las primeras bañeras industriales eran objetos libres e independientes, con patas o, incluso, ruedas, los modernos recipientes suelen estar empotrados en espacios aislados con vitrinas correderas (con el complemento de una ducha) o en el propio suelo del cuarto de baño, imitando las pequeñas piscinas o pilas de la antigüedad.

La cualidad diferencial de la bañera respecto a otras formas de higiene y relajación es su carácter privado.[4]​ A pesar de la escasez y dificultad interpretativa de fuentes y referencias sobre la bañera en el mundo antiguo, la relativa abundancia de restos arqueológicos e iconografía artística, permiten especular que fue un objeto de uso tanto en el lejano y medio oriente como en la Grecia clásica.

Ejemplo arqueológico emblemático de la mayor y más antigua bañera de carácter no privado es el "Gran Baño de Mohenjo Daro", una especie de piscina municipal, con escaleras que bajaban hasta el agua.[5]​ Las bañeras individuales más antiguas se datan en Babilonia hacia el 1800 a. C.

En Europa, las excavaciones en los palacios micénicos revelan estancias reconocibles como 'cuartos de baño', información que concuerda con las escenas relatadas en los poemas homéricos, donde los héroes, antes de comer, toman un baño en una bañera mientras un sirviente rocía su espalda con agua calentada en una jofaina puesta sobre una trébede.[6]​ Antes del periodo helenístico las instalaciones se limitan a una pila circular con un pie elevado que sólo permite abluciones rituales; a partir del siglo IV a. C. aparece el loutron, pieza destinada al baño. En los gimnasios, además de las piscinas y baños públicos tradicionales, se instalan estufas para la sudación y bañeras de interior en la parte superior de las instalaciones. En las ricas casas helenísticas de la ciudad de Olinto, todas ellas muestran una pieza con una bañera y una pared termógena (si bien se trata de un caso aislado de lujo).[6]

Tras la insalubre "noche medieval", que en el aspecto concreto de la higiene personal se extendió hasta el siglo XIX,[7]​ aparecen en el Occidente del siglo de las luces modelos precursores de las bañeras modernas. No obstante, su uso no se extenderá hasta bien avanzado dicho siglo con la aparición del tub (bañera) a la inglesa y las primeras bañeras móviles de hierro denominadas como tales.[8]​ El desarrollo de la sociedad industrial, los inventos y avances en el campo de la fontanería,[9]​ y la conciencia despertada por descubrimientos médico-científicos como los de Pasteur en esa segunda mitad del siglo XIX,[10]​ convirtieron un objeto antes exótico en un artículo de consumo necesario, casi vital, de la civilización occidental.[11]

El proceso para esmaltar bañeras de hierro fundido inventado por el escocés David Dunbar Buick,[12]​ supondrá el empujón definitivo para la popularización de la bañera entre las clases ricas de los países de la cultura occidental.

La morbosidad latente en infinitos ejemplos de la Historia de la Pintura Occidental ha dejado interesante documentación iconográfica sobre las bañeras desde los primitivos flamencos hasta el umbral del siglo XXI (con series de la higiene femenina como las pintadas por Degas.[18]​ Un tema bíblico (Betsabé y el origen del 'voyeurismo'),[19]​ le sirvió al maestro brujense de origen alemán Hans Memling, para dejar noticia de un curioso modelo de bañera-mueble:

Hans Memling: Betsabé (1480). Galería Estatal de Stuttgart.

François Clouet: Dama en la bañera (retrato de Diana de Poitiers) (1571). Galería Nacional de Arte, Washington.

Edgar Degas: The Bath- Woman Supporting her Back, pastel hacia 1887. Museo de Orsay.

Gustave Caillebotte: Hombre en el baño (1860).

El balnaphone (‘ciberbañera’ del siglo XXI).




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