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Baile de diablos



El Baile de diablos (en catalán, Ball de Diables) es una de las tradiciones más arraigadas inicialmente en Cataluña, sobre todo por Tarragona y cercanías, y posteriormente en la Comunidad Valenciana, donde se llama Correfocs (Correfuegos), e Islas Baleares. Actualmente, su participación en pasacalles, procesiones y correfocs (correfuegos) se han convertido en una parte esencial de las Fiestas Mayores de muchos pueblos y ciudades.

El origen de los bailes hablados es incierto y arriesgado de precisar pero parece ser que deriva del teatro medieval callejero . Básicamente, la vía de transmisión del baile popular (bailes hablados o con parlamentos, danzas, etc.) ha sido la vía oral. Así, es lógico que en esta transmisión hayan llegado alterados respecto a la versión original.

Respecto al Baile de Diablos, a pesar de que se le reconoce popularmente como "baile", debe considerarse un entremés, ya que este tipo de actuación se hacía entre plato y plato, en las comidas de la nobleza en la Edad Media.

La síntesis del Baile de Diablos es una representación teatral de la lucha del Bien contra el Mal. El su contexto escénico también fue utilizado, principalmente para las fiestas de Corpus, en las procesiones eclesiásticas como acompañamiento para dar un aspecto más ceremonioso y espectacular. Finalmente, los diablos, diablillos o demonios desfilaban encabezando la comitiva para anunciar su llegada con jaleo de todo tipo. De forma estrepitosa y ruidosa apartaban el público asistente abriéndose paso en la procesión.

De todas maneras encontramos la figura del diablo o diablillo en el origen de todos los bailes hablados. Es un personaje que no tiene nada que ver con la obra que se representa, pero que se pone por medio y hace reír con sus cabrioles. Al final de la obra dice unos versos satíricos relacionados con la vida política o pública de la localidad donde se representa, y que todos esperan con deleite.

Este podría haber sido el origen del baile de diablos. Partiendo de un personaje que cada vez fue tomando más protagonismo y que llegó a superar la expectativa de la obra original, quedó la parte del diablo como la más popular.

La primera ] escrita sobre un Baile de Diablos, según Joan Amades, data del año 1150. El acto fue representado en el banquete de la boda del conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV con la princesa Petronila, hija del rey de Aragón. La crónica nos dice que representaba la lucha de unos demonios, dirigidos por Lucifer, contra el Arcángel San Miguel y una cuadrilla de ángel

La segunda referencia escrita que conocemos, citada en el Libro de Solemnidades de Barcelona, es de las fiestas de 1423 rememorando la venida a Barcelona del rey Alfonso V de Aragón, procedente de Nápoles.

También en Cervera participan los diablos para las fiestas de Corpus del año 1426. Otra vez en Barcelona, con motivo de la llegada del duque de Calabria en septiembre de 1467, se organizan unas fiestas donde los diablos también estuvieron presentes.

A principios del siglo XV, en las procesiones del Corpus de Barcelona, se clausuraba la comitiva con un entremés, formado por una cuadrilla de ángeles y otra de diablos, representando al Dios de la muerte.

'Un águila coronada saca la cabeza en medio de un baile de diablos. En la tradición del Baile de Diablos se pueden diferenciar tres épocas. En un primer período, desde principio del siglo XV hasta el fin de la invasión francesa el año 1814, el baile fue inducido fundamente con un cariz eclesiástico, ya fuesen procesiones, díadas o festivales de Corpus, y también por aspectos políticos o estatales.

Una segunda fase abarcaría desde finales de la guerra del francés hasta mediados del siglo XX. En este segundo momento, los bailes de diablos amplían sus salidas a acontecimientos civiles como fiestas mayores y carnaval, a pesar de que continúan asistiendo los actos político-religiosos que les dieron origen.

Durante este período hay antecedente de la aparición de nuevos grupos o cuadrillas de diablos como: en 1850 en Tarrasa, en 1861 en Riudoms, en 1865 en Hostafrancs y en 1869 en Porrera. Con el curso del tiempo algunas de estas cuadrillas se dispersaron para siempre y otras han reaparecido después de más de un siglo de eclipse desde su formación.

Durante los años que siguen y hasta las primeres recuperaciones que culminan hacia 1978, debe hablarse de dos momentos:

En un primer momento que iría de los años veinte hasta la Guerra Civil, la tradición del baile de diablos se conservó por inercia y poco a poco fue decayendo. Al acabar la guerra, y a pesar de los antagonismos, ya fuesen personales, políticos o religiosos, se inicia una reposición del baile dentro de la recuperación global de las fiestas a finales de los setenta.

El tercer período se inicia en la década de los años ochenta y coincide con la época de reivindicación y recuperación de las antiguas fiestas populares, a lo ancho de Cataluña.

El ánimo en la búsqueda y la estudio de las tradiciones popular, favorecida por las administraciones locales, fomenta la creación de nuevos grupos dinamizadores, dando a la fiesta pública de calle un protagonismo cultural y social casi perdido hasta el momento.

La organización del "correfuego" para las Fiestas de la Merced en Barcelona, lleva al pasacalles de la ciudad numerosos grupos tradicionales de diablos. Para una parte del público, fue un recuerdo complaciente y entrañable; para muchos otros fue un acontecimiento nuevo, fantástico e ilusionante. En conjunto, un suceso suficientemente incitador y motivador para forjar nuevos grupos.

Por otra parte, la iniciativa de una histórica cuadrilla del baile de diablos, la de L'Arboç del Penedès, constituyó el primer Encuentro de Diablos de Cataluña, para San Juan de 1981, fue otro motivo que contribuyó a fomentar nuevas cuadrillas.

En este ya último período, que se puede considerar una época pletórica para el baile de diablos, aparecen a lo ancho de Cataluña un número muy importante de nuevas cuadrillas de diablos y otros elementos de fuego con una clara inspiración en los modelos históricos.

Hoy día no es nada extraño que en una misma localidad haya más de una cuadrilla de diablos, dragones y otro bestiario.

En referencia a las características de los grupos de Baile de Diablos, hay dos variantes con una configuración y una dinámica bien diferenciadas:

Por un lado hay un modelo con estructura teatral. Es el caso del baile de diablos con parlamentos, característico del Panadés, Garraf y el Campo de Tarragona, en que hay una personificación dramática representando la rivalidad del bien y del mal con unos personajes bien definidos como Lucifer, la Diablesa, el Arcángel San Miguel y otros diablos que sólo recitan arengas críticas y versos satíricos de los advenimientos sociales y políticos contemporáneos de la localidad.

Por otra parte, hay el baile de diablos sin parlamentos como es el caso del Bajo Campo y el Priorato. Los caracteriza la ausencia por completo de una representación de baile hablado, así como también de un número estable y concreto de sus componentes. Su ámbito preferente es el de las celebraciones cívicas, alguna procesión religiosa o también en los solemnes traslados de algunas vírgenes, como la de la Misericordia de Reus o bien la Virgen de la Riera de las Borges del Camp.

El fuego, como símbolo remoto, siempre ha sido un elemento universal y extraño que ha suscitado inquietud; también es extraordinario porque genera nerviosismo; asimismo es incorpóreo, entonces, produce ilusión en un mundo quimérico.

El fuego ha formado parte desde tiempos inmemoriales de nuestra cultura. Tenemos fuegos diversos y bien diferentes. Algunos son de carácter esotérico; el fuego purificador (el del purgatorio), el castigador (el del infierno). De otros, menos represivos y censurables, sin embargo, igual de incandescentes, resultan, eso sí, mucho más fantásticos, populares y divertidos. Sencillamente son los Fuegos Festivos. Estos tipos de fuegos, son un exponente protagonista en la proyección de mitos, creencias y rituales de numerosas leyendas folclóricas. Por toda Cataluña hay diversidad de fiestas populares y tradicionales donde el fuego asume el protagonismo expresivo de la celebración.

La pólvora, invento chino que data del siglo XII, traída a Europa por los árabes, es el apoyo pirotécnico de los fuegos artificiales. Estos, concebidos inicialmente para festejar cualquiera motivo solemne, daban, y todavía dan, un aire majestuoso y espectacular a todo hecho, acto o festividad, que se quiera conmemorar.

El fuego es un vínculo firmemente asociado al mundo del demonio. El tirar fuego es un hecho característico, de indiscutible ligamen en las cuadrillas de Baile de Diablos. Este colectivo, entusiasta, divertido y con juerga como nadie, es el soberano de una fiesta que está llena de olor a pólvora, de sinuosas nieblas de humo sólo diluidas por una luminaria de chispas incandescentes. La explosión del trueno, la luminosidad del fuego, el humo y el repique de los timbales crean un ambiente ensordecedor y aceleran las vibraciones hasta tal punto que nos encontramos inmersos y atrapados en una sensación que domina, que emborracha y domina. La ignición de los petardos hace sentir rápidas y fulgurantes emociones; efímeros instantes visuales de fuego, turbados solo por fuertes explosiones de las carretillas y por el persistente sonido de los timbales. La escena se impone por sí misma, el efecto es indescriptible. En la oscuridad, siluetas con cuernos danzan y saltan en medio de un diluvio de fuego en un ambiente irrespirable de sudor y pólvora quemada.

Asimismo el diablo está amparado de la ignición pirotécnica por un atuendo. este, confeccionado con ropa de saco o bien de un tejido grueso de algodón, protege de las ascuas incandescentes. Asimismo llevan unos ornamentos, según el gusto de cada cuadrilla, que representan figures infernales, animales o vegetales. Antiguamente la indumentaria era de alquiler; hoy día algunas son de propiedad municipal y otras, particulares de cada uno de los componentes de la cuadrilla.

La palabra cohete queda ligada a esa tradición, ya que Cohet es el nombre del diablo en el idioma gascón como lo recoge el Dictionnaire du Béarnais et Gascon Modernes (Simin Palay, Eds du C.NR.S. Paris, 1998). Cohet en catalán (hoy en día coet), luego cohete en español, provendría del habla de inmigrantes gascones encargados de la realización de los bailes de diablos en el siglo quince, oficio por cierto considerado de villanos en la Cataluña de esta época. Los gascones hacían "de cohets" en su idioma, es decir "de diablos", y la gente, en verlos con cohetes, entendieron la palabra "cohet" como "fuego de artificio".

En esencia, cuando en la fiesta de los diablos no existe ninguna interpretación teatral del baile hablado, pero hay otras formes de representación conocidas por los nombres de: Pasacalles - Correfuego - Carretillada y por último la Encendida Conjunta.

Existe documentación que acredita actuaciones o bien salidas de las cuadrillas de diablos en muchos lugares de Cataluña. Las salidas en las localidades de Cataluña que se detallan a continuación por orden cronológico, tienen (en la mayoría de los casos) antecedentes que no se han podido documentar hasta la actualidad. No se trata de una relación de todas las actuaciones de cada cuadrilla. Es por eso que se detallan sólo las primeras referencias escritas:

1426 en Tarragona:

La tradición del Baile de Diablos en Tarragona siempre ha estado muy arraigada, poseyendo una numerosa documentación de sus actuaciones; algunas de ellas datan de:

1451 en Igualada:

1460 en Vendrell:

1602 en Villafranca del Panadés:

1710 en Villanueva y Geltrú:

1715 a Berga, La Patum de Berga:

1771 en Reus:

1803 en Valls:

1832 en la 1ª Fiesta Mayor de Villanueva y Geltrú:

1846 en Arbós:

1849 en Torredembarra:

1850 a las Borjas del Campo:

1853 en Sitges:

1861 en Falset:

1863 a San Quintín de Mediona:

1850 en Tarrasa.

1861 en Riudoms.

1865 en Hostafrancs.

1869 en Porrera.

1987 en Torrelles de Foix.




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