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Ballena



Los balénidos (Balaenidae) son una familia de cetáceos misticetos que incluye cuatro especies, distribuidas en dos géneros, Balaena y Eubalaena. Sin embargo el término ballena es usado en sentido amplio para referirse a todos los grandes cetáceos incluidos en el parvorden Mysticeti (cetáceos con barbas) como el rorcual azul (Balaenoptera musculus) y a varias especies del parvorden Odontoceti (cetáceos dentados), por ejemplo el cachalote (Physeter macrocephalus).

El término ballena, del latín ballaena, emparentado con el griego φάλαινα (phalaina), es de etimología incierta. Sería de significado desconocido si proviniera de alguna lengua previa mediterránea o en caso de ser de origen indoeuropeo, quizás ilirio, podría referirse a la forma cilíndrica o hinchada característica de esta familia.[2]​ Estos animales también eran conocidos como Cetus, el gran pez, el Leviatán o el monstruo marino.[3]

Las barbas, que corresponden a láminas queratinosas que les permiten filtrar el alimento del agua también reciben el nombre de ballenas, son conocidas en inglés como baleens.[4]

Estos mamíferos tienen un largo cráneo de hasta un tercio de la longitud total de su cuerpo, que en edad adulta mide de 15 a 17 metros y pesa de 50 a 80 toneladas.[1]​ Poseen un estrecho y arqueado maxilar, lo que da a estos animales un perfil convexo. Esta forma permite la presencia de largas barbas, las cuales miden de 5 a 25 metros de longitud. A diferencia de los peces, las ballenas tienen la cola dispuesta en un plano horizontal, lo que les facilita la ascensión a la superficie, donde tienen que subir a respirar, aunque pueden aguantar hasta una hora bajo el agua, además, duermen la mitad de su cerebro para no hundirse. Tienen dos espiráculos, orificios nasales, situados en la cima de la cabeza, por los que expulsan vapor de agua acompañado a menudo de mucosidades. La gestación dura unos 12 meses y casi siempre tienen un único ballenato, que en el momento de nacer mide cinco metros y medio y pesa alrededor de 3000 kilogramos, el cual alimentan con una leche especialmente nutritiva. Su esperanza de vida es de unos 30 años. Hacen grandes migraciones desde los mares fríos, donde se alimentan, a los cálidos, donde se aparean y reproducen. Son cosmopolitas y también se encuentran en el Mar Mediterráneo.[5]

Su dieta consiste de pequeños crustáceos, principalmente copépodos, aunque algunas especies también comen importante cantidad de kril.

Presentan una construcción robusta en comparación con los rorcuales y carecen de pliegues gulares y aleta dorsal.

La familia Balaenidae incluye dos géneros y cuatro especies actuales:[6]

Para la conservación y la preservación de ballenas se creó en el año 1948 un organismo denominado la Comisión Ballenera Internacional (CBI) como organismo para la regulación del funcionamiento de la Convención Internacional para la Regulación de la Caza Ballenera (firmada el 2 de diciembre de 1946 en Washington D.C.). El objetivo de esta convención era garantizar “la conservación de las poblaciones balleneras, y hacer posible el desarrollo apropiado de esta industria”. Formada por 14 países en principio, tiene ahora[¿cuándo?] alrededor de 84 miembros y ha optado más por en enfoque de la conservación de la especie. Desafortunadamente diferentes puntos de vista entre los países han causado impedimentos en el establecimiento de diferentes iniciativas como el santuario ballenero del Océano Índico y del Pacífico sur.

Los objetivos que se plantearon principalmente para esta organización fueron establecer las políticas de conservación y preservación de los pequeños y grandes cetáceos, regulación de la pesca voluntaria y reducir la pesca accidental de los mismos, así como el cuidado de los ecosistemas marinos en los que estos organismos se desenvuelven. Sumado a esto hay un problema de fondo en la organización, tres países miembros poseen industria ballenera (Noruega, Japón e Islandia) que continúan con las matanzas a gran escala de ballenas, que se basan en programas de caza científica. Japón se ha caracterizado por financiar económicamente a otros países miembros y con la posibilidad de serlo a cambio de su voto en la organización, por lo cual se hace imposible obtener la mayoría de los tres cuartos necesaria para introducir cambios significativos en las políticas actuales, generando una situación de parálisis.

La caza de la ballena comenzó en el siglo XI en el golfo de Vizcaya por pescadores vascos y hasta el siglo XIX se limitó a la "ballena franca" (right whale en inglés) llamada así por la facilidad con que se capturaba, ya que sus movimientos son lentos y al tener mucha grasa flotaba una vez muerta y podían ser arrastradas fácilmente. La mejora tecnológica en las embarcaciones y el invento, en 1877 del arpón explosivo, dio lugar a una caza excesiva que llevó a muchas especies de cetáceos al borde de la extinción. En 1949 fue creada la Comisión Ballenera Internacional que intentó limitar las capturas y desde 1985 estableció la suspensión de la caza comercial. Sin embargo Japón y Noruega se oponen y continúan con esta actividad con las especies que consideran que no están en peligro de extinción. De los productos que se aprovechan de la ballena, especialmente el aceite, hay ahora sustitutos sintéticos.

Con la nueva sensibilidad ambiental se ha desarrollado el turismo de avistamiento de cetáceos especialmente en lugares de concentración de estos animales como la Patagonia argentina.



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