Bananas, conocida en castellano también como La locura está de moda (en Venezuela), de 1971, es el segundo filme que dirigió Woody Allen, y que además escribió y protagonizó. La película se desarrolla a modo de sátira política siguiendo una historia que hace bastante alusión a la Revolución Cubana (o alguna que otra sucedida en América Latina). El filme está estructurado mediante varias escenas que, por un lado responden a los hechos de la historia linealmente, y por el otro, introducen distintos sketchs cómicos que marcan el humor de la época yendo desde la influencia de los Hermanos Marx al futuro aporte de comedias como Airplane! (1980)
La película empieza con una ridiculización de una cobertura periodística estadounidense del ascenso del nuevo dictador de San Marcos, pequeño país ficticio de Sudamérica.
Fielding Mellish es un ciudadano estrafalario de Manhattan que se dedica a probar nuevos productos en una clara analogía a Tiempos Modernos. Es un enano enclenque, inseguro, obsesivo y sin éxito con las mujeres. En ese momento, se desarrollará una escena que incluye al entonces muy joven Sylvester Stallone como un matón en el metro.
Por una casualidad, conoce a Nancy, una joven activista que se encontraba recogiendo firmas para que Estados Unidos apoyase en San Marcos a la democracia y no al régimen dictatorial. Los dos comienzan un romance, muy a pesar de Nancy, que al poco tiempo lo deja porque, según ella, le falta algo. Sucede que ella quiere a alguien más fuerte, más seguro de sí mismo: en definitiva, quiere a alguien con dotes de mando.
Luego de una situación en el quirófano de sus padres, Fielding decide ir a San Marcos para ver de cerca lo que está sucediendo en el país e impresionar a la que era su novia.
El general Vargas (nuevo dictador del país) lo recibe con honores. Pero solo para planear asesinarlo y hacer parecer que fue obra de Expósito y sus rebeldes. Según ellos, con eso se ganarían el total apoyo de Estados Unidos. De cualquier manera, Fielding escapa y va a parar con los rebeldes.
Como queda en deuda, Fielding se une a la guerrilla y sólo podrá volver a Manhattan una vez que la revolución haya triunfado. Es allí cuando aprende torpemente a ser un guerrillero. Son varias las escenas graciosas: el aprendizaje de la lucha, de la supervivencia, su romance con la guerrillera de la banda y el extremadamente absurdo saqueo a un almacén del pueblo.
Se desencadena la batalla y, con una parodia incluida de El Acorazado Potemkin, la Revolución triunfa. Vargas se exiliará en avión en una posible analogía respecto del derrocado Fulgencio Batista. Expósito, si bien es físicamente parecido al Che Guevara, se vuelve loco dando órdenes contradictorias y disparatadas al pueblo. Fielding gana popularidad entre los guerrilleros de una manera similar a la del personaje de Peter Sellers en la comedia Being there. Es elegido como nuevo presidente de San Marcos, y viaja a los Estados Unidos para pedir dinero disfrazado de Fidel Castro.
Al reunirse con la que era su novia, se descubrirá quién es él, y se lo someterá a juicio. Todos están en su contra, incluso el primer director del FBI, John Edgar Hoover, que está disfrazado de mujer negra. Fielding se defiende solo y al final es condenado, pero perdonado con la condición de que no viva en el barrio del juez.
La película terminará con el mismo reportaje extraño y absurdo del noticiero estadounidense, pero esta vez comparando la consumación del matrimonio con una pelea de boxeo.
Responde a un chiste de doble sentido que mezcla los países bananeros con la frase to go bananas (volverse loco).
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