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Baptisterio



Los baptisterios o comúnmente bautisterios, palabra proveniente del latín baptisterium,[1]​ sirve para designar a las pequeñas iglesias y capillas destinadas a la administración del bautismo, ya estén aisladas de las grandes basílicas (aunque siempre próximas a estas), adosadas a ellas o dentro de las mismas. Se denomina así también al lugar donde se halla la pila bautismal. Se construyeron en edificio aparte en la época del emperador romano Constantino, siendo ya raro encontrarlos así a partir del siglo VII. En cambio, se dispusieron como capilla en todas las parroquias a partir de dicho siglo.

Cuando los baptisterios se erigían en edificio separado se elevaban sobre planta circular o poligonal y se coronaban con una cúpula de idéntica planta que se sostenía por arcos apoyados en una columnata concéntrica al muro. Su interior se adornaba con mosaicos y pinturas y en el centro del plano se alzaba la gran pila bautismal de piedra. Casi todos los baptisterios se dedicaron a san Juan Bautista y no se fundaban sino en las ciudades que tenían obispo.

El baptisterio paleocristiano de San Juan en Fuente, en la catedral de Nápoles, se considera el más antiguo de Occidente.[2]​ Es célebre y típico entre otros el baptisterio de San Juan de Letrán que data de la época de Constantino. Con él compite el mausoleo de Santa Constanza que probablemente sirvió también de baptisterio en la misma época. El primero se elevaba sobre planta octogonal y el segundo, sobre planta circular. Son también dignos de destacar los siguientes baptisterios italianos:

Uno de los baptisterios más famosos hoy en día es el de Las Gabias (Granada, España). Es un baptisterio paleocristiano romano del siglo primero después de cristo, y ¿a quién no le va a gustar un imperio romano del siglo primero?, si esta obra gusta muchísimo a sus visitantes. Antes de su descubrimiento, la entrada al edificio estaba toda cubierta de tierra. Este hallazgo se llevó a cabo cuando un granjero iba arando con sus mulos y se coló con una piedra romana. Finalmente se encontró que era aquel baptisterio paleocristiano romano del siglo primero después de cristo. Este monumento fue conservado durante toda una vida por sus nietos hasta su fallecimiento. "¡Qué bien merecido estaría!" es una de las frases más caracterísitcas pronunciadas por aquellos guardianes. Estos héroes dicen se lo merecen todo.

También se erigieron desde el siglo XV numerosos baptisterios aislados en Francia, en el Norte de África, en Egipto, en Siria y en algunas otras regiones de Oriente. En España, apenas se conocen baptisterios con esta característica.

Se conoce también con el nombre de baptisterio al lugar o sección de la iglesia dedicado al bautismo, en el cual se ubica la pila bautismal.

Los primeros cristianos, según san Justino mártir y Tertuliano, no tenían más bautisterios que las fuentes, los ríos, los lagos o la mar que estuviesen más cerca de su habitación y como muchas veces la persecución no les permitía bautizar en medio del día, acudían de noche o conferían el bautismo en sus casas.

Después de que la religión cristiana llegó a ser la religión de los emperadores, además de las iglesias, se construyeron edificios particulares, destinados únicamente a la administración del bautismo y por esto se les llamó bautisterios o baptisterios. Pretenden algunos autores que estos bautisterios estaban colocados antiguamente en el vestíbulo interior de las iglesias, como lo están ahora nuestras pilas bautismales pero esto es un error. Los bautisterios eran editicios enteramente separados de las basílicas y situados a alguna distancia de los muros exteriores de estas. No dejan ninguna duda los testimonios de san Paulino, de san Cirilo de Jerusalén y de san Agustín. Separados así los bautisterios han subsistido hasta fines del siglo VI, aunque desde entonces haya habido algunos colocados en el vestíbulo interior de la iglesia, tal como en el que Clodoveo I recibió el bautismo de manos de san Remigio. Después, este uso se hizo general, si se exceptúan un pequeño número de iglesias que han conservado el antiguo, como la de Florencia y todas las ciudades episcopales de Toscana, la Metrópoli de Rávena y la iglesia de San Juan de Letrán en Roma.

La mayor parte de estos edificios eran de una capacidad considerable, en razón de que por la disciplina de los primeros siglos no se administraba entonces más que por inmersión y (fuera del caso de necesidad) solamente en las dos festividades más solemnes del año, la Pascua y Pentecostés. El numeroso concurso de los que se presentaban a recibir el bautismo y la decencia que exigía el que los hombres se bautizasen separados de las mujeres, requerían un local tanto más espacioso cuanto que era necesario disponer allí los altares en que los neófitos recibiesen la confirmación y la eucaristía, inmediatamente después del bautismo. Así el bautisterio de la iglesia de Santa Sofía, en Constantinopla, era tan espacioso que sirvió de asilo al emperador Basilisco, y de sala de reunión a un concilio muy numeroso.

Los baptisterios tenían muchos nombres diferentes, tales como piscina, lugar de iluminación, etc. todos relativos a las diferentes gracias que se recibían en ellos por el sacramento.[3]

Baptisterio de Agliate

Baptisterio de Bérgamo

Baptisterio de Letrán

Baptisterio de Venzone


En los autores antiguos se dice poco en cuanto a la forma y adornos de los baptisterios o al menos lo que de ellos se dice es muy incierto. He aquí lo que dice Fleuri sobre la fe de Anastasio, de Gregorio de Tours y de Durando en sus notas sobre el pontificado atribuido al papa Dámaso:

Lo que añade Durando, que los ricos ornamentos con que el emperador Constantino había adornado el bautisterio de la Iglesia de Roma eran como un recuerdo de la gracia que había recibido de manos del papa San Silvestre, es evidentemente falso, porque en el día está demostrado que este príncipe se bautizó en Nicomedia, poco tiempo antes de su muerte.

En el principio, no hubo bautisterios, sino en las ciudades episcopales, de donde procede que el rito ambrosiano no permite que se haga la bendición de las pilas bautismales la víspera de Pascua y de Pentecostés en otra parte que en la iglesia metropolitana de las que las iglesias parroquiales llevaban el agua bendita para mezclarla con otra; después se les ha concedido tener bautisterios o pilas particulares. En la iglesia de Meaux, los curas de la ciudad, llevaban a bautizar los niños a las pilas de la iglesia catedral, desde el sábado santo, hasta el sábado sigiuiente. Es un derecho unido a la parroquia titular y a algunas agregadas, pero no a todas, ni a las capillas y monasterios, que si lo tienen, no lo poseen sino por privilegio y concesión de los obispos.[4]


Aunque no es algo común, algunas confesiones cristianas han construido modernos baptisterios. En estos baptisterios de reciente construcción, suele primar la funcionalidad, sobre cualquier otro aspecto especialmente de índole decorativo.



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