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Bar Los Gabrieles



¿Dónde nació Bar Los Gabrieles?

Bar Los Gabrieles nació en Madrid.


El bar Los Gabrieles es un establecimiento del Madrid castizo[1]​ cuya decoración de cerámica ha llevado a algunos estudiosos del tema a considerarlo como una especie de «Capilla Sixtina» de la historia de la azulejería madrileña.[2]​ La discreta fachada de esta taberna, que fue tablao flamenco y lugar de juerga para díscolos gobernantes,[3]​ custodia un pequeño museo en el que se conservan casi 300 metros cuadrados de azulejos —la mayoría de 15 por 15 centímetros—, piezas muchas de ellas restauradas, y firmadas por maestros ceramistas como Enrique Guijo o Alfonso Romero Mesa entre 1917 y 1930.[4]​ Se conserva en los números 17-19 de la calle Echegaray, antigua calle del Lobo.[5]

Este bar, que nació como colmado noventayochesco,[a][6]​ fue santuario del flamenco en Madrid durante la primera mitad del siglo XX,[7]​ más conocido como la taberna Los Gabrieles.[b][8]​ El local reúne en su interior (la obra de la fachada se perdió irremisiblemente)[2]​ un conjunto abigarrado de azulejería que cubre por completo sus paredes y algunos techos. Los principales artífices fueron los ilustradores-pintores-ceramistas Enrique Guijo y Alfonso Romero, andaluces formados en alfares sevillanos. Aquí desarrollaron quizá la parte de su obra más brillante y colorista en la capital de España, donde ambos montaron obrador propio.[2]

Su personalidad como foco del flamenco en Madrid atrajo a grandes figuras como el cantaor Antonio Chacón, el torero Juan Belmonte o el pintor Ignacio Zuloaga,[6]​ o políticos como Primo de Rivera o incluso el rey Alfonso XIII.[9]

La taberna se cerró en 2003 para su tercera restauración tras 105 años de historia, y el edificio fue vendido para su rehabilitación.[9]​ Tras un dilatado y polémico proceso de restauración,[c]Los Gabrieles lleva cerrado desde 2005, es un ejemplo de cómo una mal entendida “protección Patrimonial” (más Burocracia que auténtica protección cultural) causa la pérdida del objeto a proteger habiéndose expoliado parte de los azulejos del sótano y la práctica totalidad de los de la primera planta.

Se alternan las composiciones propias en grandes paneles policromados y orlados con marcos de lacerías y cenefas de "cuerda seca", con muy diversos —y divertidos— anuncios de marcas de vino, coñac, sidra y otras bebidas 'espirituosas'.[10]​ En la temática de los azulejos ("fijados con mortero a las paredes sobre una tela de malla azul"), predominan los tópicos andaluces y una estética que puede marcarse como precedente del «typical Spanish» y el cartelismo costumbrista español.[2]​ Son convocados los mitos de Cervantes, Goya y Velázquez, Quijotes, goyescos y Bacos, escenas pastoriles y gitanillas con mantón de Manila, tabernas y vendimiadores, bodegas y barricas, toros y toreros, entre arrimaderos decorados con técnica de cuerda seca.

Entre los conjuntos o paneles más curiosos o atrevidos hay que citar una sensual Leda abrazada al mítico cisne, y una danza macabra de esqueletos firmada por C. G. Rajel, al parecer autor asimismo de la etiqueta y publicidad del vino de Oporto Sandeman.[2][11]

La taberna conserva en uno de sus sótanos una cueva de apenas seis metros cuadrados, conocida como "La Plaza de Toros" y que con las sucesivas restauraciones perdió los burladeros hechos de escayola frisando los arrimaderos.

Entre la leyenda y la historia se escribe el anecdotario de esta cueva frecuentada por grandes de España, gobernantes y señoritos, que celebraban «como desnudos toreros corridas privadas con prostitutas como toros». Por encima de sus actos y sus conciencias solo quedan los techos alicatados de azulejos del techo abovedado con escenas taurinas, obra del sevillano Enrique Orce Mármol en 1919.[9]

Coordenadas: 40°24′56.24″N 3°41′58.58″O / 40.4156222, -3.6996056



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