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Bartolomé Bermejo



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Bartolomé de Cárdenas, más conocido por su apodo Bartolomé Bermejo (Córdoba, hacia 1440 - Barcelona, hacia 1501), fue un pintor gótico español activo en el último cuarto del siglo XV en tierras de la Corona de Aragón.

De la vida de Bartolomé Bermejo, uno de los más destacados pintores del estilo hispano-flamenco, apenas se tienen datos. Se sabe que nació en Córdoba, pues en 1490 firmó la Piedad de la catedral de Barcelona con la fórmula «Bartolomeus Vermeio Cordubensis». Su apellido real era Cárdenas y el apelativo Bermejo (o Rubeus en latín) podría deberse a su aspecto físico; pudo ser pelirrojo, o tenía la tez rojiza, o gustó de vestir prendas de ese color.

Por su estilo, se ha supuesto por mucho tiempo que estudió en Flandes, pero no hay documentación que respalde una estancia en tierras tan lejanas, y hoy se tiende a pensar que Bermejo se inspiró en pinturas flamencas que llegaban a la península.

Sus trabajos documentados se localizan principalmente en los territorios de la Corona de Aragón, donde colaboró con Martín Bernat, su más directo seguidor, y Miguel Ximénez, entre otros, en obras como la restauración de la policromía del retablo mayor de la Seo de Zaragoza. Antes de su llegada a Aragón pudo estar en Valencia, donde dejó el San Miguel de la iglesia de Tous (1468) firmado «Bartolomeus Rubeus», actualmente en la National Gallery, Londres, con un donante perfectamente caracterizado a la manera de Dierick Bouts.

Debido muy posiblemente a su condición de judeoconverso, Bermejo fue un artista nómada, que tuvo que trabajar en diversas poblaciones; y debido al sistema gremial que impedía el trabajo a artistas foráneos tuvo que asociarse con artífices locales, que resultaron ser siempre inferiores a él.

Se documenta su actividad como pintor en Daroca entre 1474 y 1477, ocupado en el retablo mayor de la parroquial de Santo Domingo de Silos, aunque su presencia en esta ciudad es posible que sea algo anterior. En 1477 se trasladó a Zaragoza donde consta su presencia hasta finales de 1484, con obras en la Seo del Salvador y la primitiva basílica del Pilar, para la que en colaboración con Martín Bernat ejecutó el retablo del mercader Juan Lobera, contratado en 1479 y entregado el 10 de diciembre de 1484.[1]

Desde 1486 se le encuentra documentado en Barcelona, donde compitió con Jaume Huguet por la adjudicación de la pintura de las puertas del órgano de Santa María del Mar y firmó en 1490 el retablo de la Piedad con san Jerónimo y el donante, el canónigo Lluís Desplà. Debía de residir aún en Barcelona en 1498, cuando se data la Santa Faz de la catedral de Vich, su última obra documentada. Las últimas reseñas sobre él aluden a trabajos menores, como el diseño de vidrieras, por lo que se supone que su etapa final fue económicamente precaria.

La obra de Bartolomé Bermejo se inscribe en la tendencia hispano flamenca, siendo el maestro más representativo de la escuela aragonesa, sin vínculos con la pintura andaluza pese a su nacimiento en Córdoba.

Su estilo está influido por la escuela flamenca, en particular por Rogier van der Weyden, Jan van Eyck y Dirk Bouts, pero a quien más se acerca quizá sea al portugués Nuno Gonçalves por comunidad de intereses y formación análoga.

Rasgos flamencos en su arte son el manejo empírico de la perspectiva, la representación minuciosa de los detalles y la óptima técnica al óleo, que utiliza junto con el temple, así como el naturalismo en los rostros y el paisaje.

La mayor parte de su obra fue realizada en territorios de la antigua Corona de Aragón y sus asuntos son siempre los religiosos, aunque pudo incluir retratos del natural en las figuras de los donantes incorporados en algunas de sus tablas más célebres.

Santo Domingo de Silos entronizado como abad posiblemente sea la obra más divulgada del autor. Santo Domingo aparece sentado en posición frontal, con rígida majestuosidad; viste una rica capa pluvial y cubre su cabeza con la mitra episcopal, minuciosamente tratadas en los detalles de los bordados figurativos. En el trono, entre tracerías góticas, se representan en animadas figuras las siete virtudes, a la manera de fingidas esculturas policromadas.

Originalmente sirvió como tabla central del retablo mayor de la iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos de Daroca (Zaragoza). El contrato para su ejecución fue firmado por Bermejo en 1474, diciéndose vecino de Daroca, y por él se comprometía a dar por terminado el retablo en dos años, pero en 1477 Martín Bernat firmó un nuevo contrato obligándose a terminar lo que Bermejo había dejado sin concluir, acordándose posteriormente que Bermejo, trasladado a Zaragoza, se encargaría de realizar allí las tablas del banco y el encarnado de las tablas pintadas por Bernat.[2]​ De este retablo, desmantelado por un incendio sufrido en su iglesia en el siglo XVIII, se conserva en el Museo del Prado, además de esta tabla central, la que representa al rey Fernando I de Castilla acogiendo a santo Domingo de Silos, y en colección privada la dedicada a la muerte del santo.

La Piedad, también conocida como Piedad del canónigo Desplá o del arcediano Lluís Desplà, fue pintada para la catedral de Barcelona por encargo del arcediano Lluís Desplá en 1490 y se conserva en el Museo catedralicio de Barcelona.

Se trata de una pintura de madurez y sin duda una de sus obras maestras. Destaca su paisaje, amplio y profundo, y la magistral caracterización de los personajes, cuyo verismo los hace parecer retratos.

El retablo de la Virgen de Montserrat o Retablo della vergine di Montserrat se conserva en la sacristía de la catedral gótica de Acqui Terme (ciudad y sede episcopal del Piamonte, en la provincia de Alessandria en Italia). La bien caracterizada figura del donante guarda cierta semejanza con la del San Miguel de Londres y se estima por ello que el retablo podría haber sido pintado en Valencia en las mismas fechas, antes del traslado del pintor a Aragón, o en 1485, si Bermejo pasó por Valencia tras partir de Zaragoza, pues se trata nuevamente de una obra en colaboración en la que a Bermejo corresponde únicamente la tabla central, siendo las laterales y las grisallas de los reversos probablemente obras del taller de Rodrigo de Osona.

La pintura forma parte de un tríptico en el que se representa a la Virgen con el Niño y un donante en su tabla central, y en los paneles laterales, divididos cada uno en dos registros, El nacimiento de la Virgen con la Presentación del Niño Jesús en los superiores y San Francisco de Asís recibiendo los estigmas con San Sebastián en los inferiores. La técnica es óleo sobre tabla y cabe destacar la amplitud de sus paisajes crepusculares con fondos urbanos y arquitecturas góticas.



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