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Batalla de Huanta (1814)



La batalla de Huanta fue un enfrentamiento militar librado durante la revolución del Cuzco, en la independencia del Perú, en 1814, entre las fuerzas realistas y patriotas, acabando con una clara victoria de las primeras.

Después de estallada la revolución en Cuzco, los insurrectos enviaron una poderosa división a la ciudad de Huamanga mientras encabezaban otras ofensivas a Arequipa y a Puno y La Paz.[7]​ Enterado de esto, y que de caer Huamanga la ruta entre Cuzco y Lima quedaría libre para el enemigo, el virrey José Fernando de Abascal le dio el mando de parte del regimiento La Concordia Española en el Perú,[8]​ algunos efectivos del regimiento Talavera, 40.000 pesos, muchas municiones,[9]​ 500 fusiles para armar reclutas[8]​ y 4 cañones de montaña[10][9]​ al teniente coronel Vicente González del Talavera,[11]​ con la misión de asegurar las provincias de Huamanga y Huancavelica.[8]​ Básicamente, González mandaba una columna compuesta por una parte del regimiento Concordia y la parte del Talavera que no fue a Chile.[10]

El intendente interino de Huamanga había guarnecido con 400 hombres el puente de Pampas, mientras esperaba la llegada de refuerzos desde Lima y así marchar al sur. Sin embargo, el 2 de septiembre, mujeres y niños se alzaron y tomaron los cuarteles en protesta para impedir que se llevaran a sus hombres lejos. Forzaron a los reclutas a salir con sus armas y luego les ayudaron a forzar las tiendas y casas de algunos particulares para saquearlas.[9]

Entre tanto, González pasó por Huancavelica, donde se le unieron milicianos, pero no llegó a tiempo a Huamanga,[10][12]​ que fue ocupada por Bejar y Mendoza sin resistencia (20 de septiembre).[13]​ Esto desanimó al virrey, pero el 27 de septiembre le llegó un anciano con la noticia que en Huanta se unieron a la columna de González más milicianos voluntarios.[12][10]​ Al mismo tiempo, una remesa de municiones de artillería llegó, enviada desde Lima. Los realistas enviaron mensajeros para pactar una tregua, exigiendo a los insurrectos retirarse de la provincia,[12]​ sin embargo, nunca hubo negociación porque las avanzadillas de ambas fuerzas se encontraron en Huamanguilla el 25 de septiembre.[1]

La mayoría de las fuentes concuerdan en que los patriotas sumaban 5.000 combatientes,[1][2][3]​ en cambio, el historiador y militar peruano Alejandro Seraylan Leiva los estima en 10.000.[14]​ Sin embargo, sólo 300 tenían fusiles[15]​ y apenas disponían de 4 cañones;[1][3][14]​ la mayoría sólo tenía lanzas, chuzos, macanas y hondas,[2]​ usualmente eran morochucos y disponían de una formidable caballería.[3]

Según el militar español, Andrés García Camba, los realistas disponían de unas 820 plazas,[5]​ destacando 100 patricios del regimiento La Concordia[8]​ y 120 soldados del Talavera;[9][16]​ también concuerda con el historiador peruano Luis Antonio Eguiguren Escudero en el número de milicianos voluntarios: 100 aportados por Huamanga y 500 por Huanta.[10][12]​ Sin embargo, otra fuente, el historiador andahuaylino Gerardo Quintana, dice que en Huanta se le sumaron 3.000 lanceros, dando la superioridad numérica a los monárquicos.[17]​ Por último, otro historiador peruano, Evaristo San Cristóval Palomino, dice que el ejército realista sumaba 5.000 combatientes durante la batalla.[18]

El 30 de septiembre, los patriotas salieron con rumbo a Huanta al mando de Bejar[14]​ y Mendoza. El combate se dio el 1[19]​ ó el 2 de octubre.[2]​ Las tropas defensoras se componían de efectivos de la unidad antes mencionada y del regimiento de milicias de Huanta al mando del coronel de milicias Pedro José Lazón,[20]​ teniente coronel Nicolás Torres y sargento mayor Pedro Fernández de Quevedo.[12]

El primer día, los patriotas llegaron a las inmediaciones de la ciudad a las 11:00 horas. El teniente coronel decidió no salir a enfrentarlos en campo abierto, enviando dos partidas a cargo del coronel Lazón y el capitán Vicente Valdez formadas por 25 talaveras y 80 milicianos durante la tarde.[1]​ Los rebeldes habían ocupado las alturas cercanas a la villa, desde donde descendieron para asaltarla. Sin embargo, el coronel Lazón y sus 100 hombres ocuparon las posiciones abandonadas y desde ahí sometieron a un intenso fuego de fusilería a los patriotas, forzándolos a retirarse[2]​ de las cercanías del pueblo a las tres horas de lucha y debiendo contener el incendio de casas y haciendas vecinas, quemadas a propósito por los rebeldes. Sin embargo, lo avanzado de la tarde impidió una conclusión definitiva del combate.[1]​ Durante la noche los realistas se mantuvieron en las alturas para vigilar a sus enemigos.[2]​ Los defensores habían padecido la muerte de un talavera y dos milicianos heridos, mientras que sus enemigos sufrieron más de 80 bajas.[1]

Al día siguiente, el teniente coronel González dividió a sus hombres en dos columnas bajo su mando personal y de Lazón, más una reserva atrincherada en el pueblo a cargo del capitán Felipe Añaños.[21]​ Entre tanto, los insurrectos se organizaron en dos columnas para a atacar por los dos puentes que conectaban la ciudad,[14]​ uno con Alanorco y otro con Casacancha, dejando como reserva un cuerpo central en un lugar apodado Espíritu Santo.[2]

El ataque comenzó a las 09:00 horas,[14]​ y en respuesta el teniente coronel distribuyó a sus hombres para defender todos los sectores asaltados, pero sin desguarnecer el pueblo.[2]​ González salió a enfrentar a sus enemigos en Casacancha, seguido de 25 talaveras y una compañía de lanceros; en cambio, Lazón fue por el centro a enfrentar al enemigo en Espíritu Santo. Después de hora y media de combate, los realistas hacían retirarse a sus enemigos en desorden,[21]​ pues sufrido muchas bajas y estaban mal armados.[18]

Sin embargo, la otra columna patriota atacó por el otro puente[21]​ consiguió avanzar por el centro de la línea y penetrar en las primeras calles de Huanta. En respuesta, González y Lazón se replegaron para defender la localidad. La situación realista también era desesperada, habían quedado inutilizados tres de sus cañones,[2]​ pues estaban en la plaza de armas desmontados. González se posiciones en algunas calles libres y ordenó defenderlas hasta la muerte.[21]

En esos momentos, González decidió ordenar una carga de bayoneta que lideró personalmente, consiguiendo tomar una batería enemiga, capturando a las dos piezas de artillería y la munición que allí había,[21]​ Esto decidió el combate. Los rebeldes se fugaron en confusión, dejando atrás una zona repleta de muertos después de siete horas de combate,[18]​ porque los milicianos les persiguieron y mataron sin piedad.[21]​ Los locales hicieron sonar las campanas para celebrar la victoria realista.[2]

Según García Camba los patriotas sufrieron «600 muertos, infinitos heridos y 40 prisioneros» aquel día,[22]​ números que también apoya Eguiguren Escudero.[23]​ Sobre las bajas realistas, el primero habla de «9 muertos y menos de 20 heridos y contusos»[22]​ y el segundo de 7 muertos y 15 heridos. Los vencedores también capturaron 3 cañones. Fueron destacados en la acción Lazón y el teniente Martín José de Iguaín.[23]​ Debido a su participación en esta campaña, Antonio Huachaca fue promovido de Comandante de guerrillas al alto grado de General de Brigada de los Reales Ejércitos del Perú.[24]

Los vencidos huyeron a Huamanga, pero González no se movió hasta la noche del 3 de octubre, después de conseguir reparar dos cañones.[23]​ Los rebeldes volvieron a atacar Huanta el 9 de octubre pero el resultado fue igualmente negativo.[25]​ Se refugiaron en Huamanga, donde llevaron a cabo violentas represalias[18]​ antes de retirarse, como matar a coronel Francisco de Tipona, al subdelegado de Vilcahuamán, Cosme Echeverría, y al capitán de milicias Vicente de la Moya. Los dos primeros fueron matados por los indios furiosos, mientras que el último fue asesinado por orden expresa de Mendoza,[23]​ quien lo hizo sacar del sagrario donde había buscado refugio.[22]

Los patriotas habían logrado ocupar sus otros objetivos, pero después de la derrota en Chacaltaya (2 de noviembre), lentamente empezaron a perder sus posiciones ante el avance del general Juan Ramírez Orozco.[26]

Similar suerte tuvo la columna de Bejar y Mendoza, que era acosada sin parar por sus enemigos y fue vencida definitivamente en Matará (27 de enero de 1815).[11]​ Gracias a la llegada de 100 refuerzos del regimiento Real de Lima,[27]​ el 22 de enero tomaron Tambo, capturando 50 fusiles y un pequeño cañón, forzando a sus enemigos a huir para Huaraco.[20]​ Se sabe que González dejó un reguero de sangre a su paso, ordenando incendios, saqueos y fusilamiento cuando entró en Huamanga.[28]​ Finalmente, en Umachiri (11 de marzo) se dio una desesperada última resistencia.[26]



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