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Batalla de Junín



La batalla de Junín fue uno de los últimos enfrentamientos que sostuvieron los ejércitos realistas y patriotas en el proceso de la independencia del Perú, el 6 de agosto de 1824.

Simón Bolívar fue Libertador y presidente de la República de Colombia continuó la guerra de emancipación del Perú emprendida por él desde 1823. En el año 1824 los realistas se sostenían aún en la sierra central y el Alto Perú. Bolívar tenía en su ejército más de 10 000 hombres, en su mayoría colombianos y peruanos, menos de 1000 chilenos y una centena de jinetes rioplatenses. Su número era equivalente al número de realistas, pero las fuerzas realistas estaban dispersas entre el valle del Mantaro y Alto Perú.

Esto fue debido a la sublevación en el Alto Perú del general realista Olañeta que fracturó la defensa del virreinato, y obligó al virrey a mandar sobre el Alto Perú parte importante de sus ejércitos al mando de Jerónimo Valdés, unos 5000 regulares que tenían su base en Puno, denominado "Ejército del Sur" para asegurar la base andina de recursos militares, a pesar del desacuerdo de Canterac, veterano de la guerra en Venezuela, que advertía de los peligros de dividir y desgastar sus fuerzas y dar tiempo a Bolívar.

Bolívar, conocedor de esta ventaja, aprovechó la oportunidad, y en junio de 1824 enfiló su ejército hacia la sierra central del Perú para aislar a las solitarias fuerzas realistas del general José de Canterac, denominado "Ejército del Norte". La fuerza que alcanzó a cruzar la cordillera andina fue de 8.000 soldados y a ellos hay que añadir unos 1500 montoneros que formaron una pantalla de guerrillas.

La batalla se desarrolló en la pampa de Junín o también llamada la Meseta de Bombón, situada en el centro del Perú en el actual departamento de Junín a orillas del lago llamado Junín o Chinchaycocha que está situado a 4000 msnm. La planicie está ubicada en la región natural de la puna o altoandina, entre los distritos de Junín, Óndores y Carhuamayo de la región Junín y el distrito de Ninacaca de la región Pasco.

El combate de Junín fue con armas blancas y caballería, en apariencia con escasas bajas, tuvo sin embargo gravísimas consecuencias en esta campaña que ocupa la contramarcha desde Cerro de Pasco hasta el Cuzco, con la casi desaparición del ejército realista del norte a consecuencia de las deserciones y la enorme perdida de material de guerra durante su retirada.

Comandante en Jefe

Caballería (Mariano Necochea)

Infantería

APP-6 Infantry.svg 1º División de Colombia (Lara)

APP-6 Infantry.svg 2º División de Colombia (Córdova)

APP-6 Infantry.svg División del Perú (La Mar)

Comandante en Jefe

Caballería (Gómez de Bedoya)

Infantería

APP-6 Infantry.svg 1º División de infantería (Maroto)

APP-6 Infantry.svg 2º División de infantería (Monet)

El 2 de agosto Simón Bolívar pasó revista a su ejército, compuesto por 7900 soldados de infantería, 1000 de caballería y seis piezas de artillería, en el llano de Rancas dirigiéndole estas elocuentes palabras:

¡Soldados! Los enemigos que van a destruir se jactan de catorce años de triunfos. Ellos, pues serán dignos de medir sus armas con las de ustedes que han brillado en mil combates.

El 6 de agosto el ejército de Canterac, formado por 1300 jinetes, y entre menos de 6000[6]​- 7000 infantes y nueve piezas de artillería,[7]​ marchaba apresuradamente alrededor del lago Junín tratando de evitar el combate con Bolívar. Esa tarde el Ejército Unido había cruzado el río Grande a la altura de Rumichaca, al llegar a una elevación pudieron observar al ejército realista en retirada acercándose a la llanura de Junín.

Sin perder tiempo, Bolívar ordenó a 900 jinetes de su caballería intentar detener a los realistas mientras la infantería, que aún se encontraba a 5 kilómetros de distancia los alcanzaba. Viendo esto, Canterac ordenó a su infantería continuar la retirada y poniéndose el mismo a la cabeza de sus hombres, desplegó su caballería en batalla ordenando que los "Húsares de Fernando VII" y los "Dragones del Perú" formaran una sola línea teniendo a los "Dragones de la Unión" en columna a los dos flancos para favorecer el envolvimiento de la caballería patriota.

El terreno era difícil, la caballería destacada por Bolívar marchaba en columnas por un espacio angosto entre un cerro y un pantano. El mando general de toda ella lo ejercía el general Mariano Necochea, el de la caballería colombiana el coronel Lucas Carvajal y el de la peruana el general Guillermo Miller.[8]​ Encabezando la formación iba el regimiento de Granaderos de Colombia comandado por Felipe Braun, seguido por el escuadrón de Granaderos de los Andes al mando de Alejo Bruix, el regimiento de Húsares del Perú del coronel Antonio Placencia, y el regimiento de Húsares de Colombia del coronel Laurencio Silva. La caballería independentista salió del trecho por el que venía y comenzó a desplegarse en la pampa, pero cuando únicamente los "Granaderos de Colombia" habían formado en batalla y el tercer escuadrón de "Húsares del Perú" aguardaba en la quebrada de Chacamarca su turno para entrar en la línea, fue cargada por la caballería realista.

Los "Granaderos de Colombia" recibieron a pie firme el choque de la caballería española enrristrando sus largas lanzas a modo de picas, desconcertando a sus contrarios con esta estrategia y deteniendo durante un instante el ataque realista. El general Miller que conducía a 250 "Húsares del Perú" con la misión de desbordar la derecha de Canterac no pudo ejecutar esta maniobra por lo precipitado del ataque realista y hubo de cargar de frente siendo envuelto junto a los "Granaderos de los Andes" y los "Húsares de Colombia" que mandaba el general Necochea quien herido y desmontado fue hecho prisionero, únicamente una parte de los "Granaderos de Colombia" al mando del mayor Braun lograron abrirse paso entre las filas contrarias quedando en posición ventajosa mientras que el resto de la caballería patriota se replegaba perseguida por la realista. Al presenciar crítico momento, el general Bolívar, que junto a su estado mayor había estado presenciando el combate sobre una loma a orilla del lago con grave peligro para su persona, se retiró a retaguardia preocupándose en reunir los dispersos de su caballería y acelerar la marcha de la infantería siendo alcanzado en dicho lugar por el general (Jacinto Lara) que conducía la primera de las divisiones patriotas ocurriendo el siguiente diálogo entre ambos según refiere el coronel Manuel Antonio López, en ese entonces ayudante del estado mayor, en sus recuerdos sobre la campaña:

Empeñados todos los escuadrones realistas en la persecución de un enemigo al que creían derrotado perdieron su cohesión inicial sin percatarse que aún quedaba sin entrar en batalla el primer escuadrón de "Húsares del Perú" al mando del coronel Isidoro Suárez[10]​, quien advirtió el flanco expuesto que los realistas presentaban a su izquierda, en ese preciso momento el mayor José Andrés Rázuri comunicó a su superior una falsa orden de Bolívar de cargar a la caballería realista que galopaba en persecución de los patriotas.[11]​ Ordenada y dirigida la carga por Suárez los realistas fueron tomados completamente desprevenidos, momento en el cual el grueso de la caballería patriota al mando de Miller quien había tomado el mando general por la captura de Necochea volvió grupas para regresar al ataque, distinguiéndose en esta parte de la batalla el coronel Silva quien rápidamente reorganizó a los "Húsares de Colombia" impidiendo que los realistas lograran envolverlo.

Atacados de flanco y por retaguardia los realistas se desmoralizaron y volvieron grupas, sin que el general Canterac que en ese momento se encontraba al frente de sus jinetes pudiera advertir el motivo de este contraste que se realizaba "inesperadamente, sin que pudiera imaginar cual fue la razón" según informó después al virrey. Arrojados a la llanura y dispersos en grupos aislados los realistas fueron derrotados tras un encarnizado combate librado solamente con armas blancas (sables y lanzas), sin que se registrase durante la acción disparo alguno. Las compañías de infantería que Bolívar había mandado llamar arribaron al campo cuando la lucha había concluido.


Los jinetes de Canterac fueron perseguidos hasta las filas mismas de su infantería, donde desoyendo las opiniones de algunos de sus oficiales como la del coronel Dionisio Marcilla, quien había comandado la derecha y padecido menos, que sugerían reagruparse y volver al ataque, el general Canterac ordenó continuar la retirada con tal celeridad que en los veteranos e intactos batallones españoles se introdujo el más sensible desaliento. El entonces brigadier Andrés García Camba diría años más tarde que en Junín la brillante y engreída caballería del ejército real perdió todo el favorable prestigio y la ventajosa reputación que había sabido adquirirse en las gloriosas campañas anteriores.[13]

El Ejército Unido obtuvo una importante victoria. El resultado de esta batalla fue de 254 muertos y heridos y 80 prisioneros[14]​ para el bando realista y de 148 soldados muertos y heridos (145 según el parte oficial) para el bando independentista[15]​ y que según parte del general Andrés de Santa Cruz, Jefe del Estado Mayor del Ejército Unido, se encontraban divididos de la siguiente manera:[16]

En reconocimiento a la brillante acción de la caballería peruana, que tuvo el 46.5% de las bajas totales, el general Bolívar le cambió el nombre de Húsares del Perú por el de Húsares de Junín.

Todo el enfrentamiento duró aproximadamente cuarenta y cinco minutos a una altura de 4100 metros sobre el nivel del mar. El triunfo en la Pampa de Junín haría renacer la moral entre el Ejército Unido.

El ejército realista había sido sorprendido en su contramarcha desde cerro de Pasco al Cusco y la destrucción de la caballería realista en las pampas de Junín forzó una retirada desordenada del Ejército del Norte, con las consecuentes pérdidas masivas en hombres y material, hasta poder alcanzar a duras penas los márgenes del río Apurimac, y en consecuencia se produjo en la retirada a consecuencia de la campaña de Junín la práctica destrucción de sus unidades militares a su llegada al Cuzco.

Primera parte de la proclama de Bolívar a los peruanos[17]

Los españoles huyen despavoridos abandonando las más fértiles provincias, mientras el general Olañeta ocupa el Alto Perú con un ejército verdaderamente patriota y protector de la libertad.

¡Peruanos! Bien pronto visitaremos la cuna del Imperio peruano y el templo del Sol. El Cuzco tendrá en el primer día de su libertad más placer y más gloria que bajo el dorado reino de sus Incas."




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