Batalla de San Roque nació en Argentina.
La Batalla de San Roque fue un combate durante las guerras civiles argentinas librado entre el gobernador Juan Bautista Bustos y el general de la independencia José María Paz en las márgenes del río Primero, aguas arriba de Córdoba, Argentina, el 22 de abril de 1829. Como resultado de la victoria de Paz, este asumió el gobierno de la provincia de Córdoba.
El general Bustos había gobernado la provincia de Córdoba desde los días del motín de Arequito, a principios de 1820. Su enfrentamiento con Paz, que lo había acompañado en esa rebelión, databa de pocos meses después: Paz consideraba que Bustos había traicionado al grupo rebelde, no llevando su ejército al frente de la guerra de la independencia en el Alto Perú.
Tras una carrera oscura en la provincia de Salta, Paz había hecho la campaña de la guerra del Brasil, donde había sido ascendido a general después de la batalla de Ituzaingó. Pero se había pronunciado contra el gobernador porteño Manuel Dorrego (que se había visto obligado a firmar la paz con el Imperio del Brasil declarando la independencia de Uruguay) y había apoyado la revolución en su contra, dirigida por Juan Lavalle.
Cuando Lavalle aún no había logrado eliminar la disidencia en su provincia, Paz reunió las tropas del interior del país que habían hecho la guerra y el 3 de abril de 1829 se dirigió hacia el norte, con la excusa de devolver los hombres a sus provincias. Pero, a medida que avanzaba hacia la capital provincial, exigía la renuncia de Bustos, cuyo segundo mandato ya había vencido, para elegir un nuevo gobernador (la constitución provincial prohibía un tercer mandato). A nadie escapaba que el candidato de Paz era él mismo.
Paz entró en la ciudad de Córdoba con su poderosa división, pero Bustos no se quedó a esperarlo: se refugió en la estancia de San Roque, a la entrada de las sierras y a poca distancia de la ciudad capital. Negoció con Paz un acuerdo por el cual el nuevo gobernador no podía ser ninguno de los dos. Pero, por razones formales, Paz rompió las relaciones y acusó a Bustos de estar esperando refuerzos. Lo cual era cierto, ya que Bustos había llamado en su ayuda a Juan Facundo Quiroga, caudillo y comandante de armas de la provincia de La Rioja.
Antes de que Bustos pudiera recibir refuerzos, Paz avanzó hacia San Roque. Bustos hizo un último esfuerzo, enviando a su yerno Arredondo a negociar la paz. Poco después, Paz atacó sin responder. Es posible, a juzgar por la inmovilidad en que lo esperó Bustos, que Arredondo aún no hubiera llegado con la respuesta, por lo que el jefe federal pensaría que todavía estaba en una especie de tregua. El comportamiento de Paz en Oncativo, al año siguiente, autoriza a suponerlo que pudo haber sido así.
Bustos no tenía mucha experiencia en batallas, y las que había ganado las había logrado en posiciones defensivas. Por eso se limitó a esperar a los unitarios inmóvil, protegiendo sus posiciones con artillería. Paz no pudo hacer valer sus dotes de estratega: simplemente dividió sus fuerzas y le encargó a cada jefe que atropellaran lo que tenían delante. La orden fue cumplida en cada uno de los grupos, previo un severo bombardeo al que fue sometida la posición federal por la artillería de Juan Arengreen. Las divisiones de Román Deheza, Gregorio Aráoz de Lamadrid y Juan Esteban Pedernera desplazaron a las fuerzas que tenían enfrente con facilidad. La mayor parte de sus bajas fueron durante el tiempo en que tardaron en apoderarse de la artillería.
Mientras tanto, los federales fueron muy afectados por el bombardeo unitario, y después de la captura de la artillería (en que murieron muchos de los artilleros), simplemente se desbandaron. La caballería unitaria hizo una matanza con los jinetes enemigos que huían, causando más de cien muertos en total. En poco más de media hora de combate, Bustos ordenó la retirada a los que pudieron seguirlo.
Bustos debió abandonar la región, refugiándose entre las tropas de Quiroga, pero abandonando su provincia. Sólo un mes más tarde, Bustos y Quiroga buscaron la revancha: invadieron la provincia, ocuparon la mayor parte de la sierra y luego la capital de la provincia. Y enfrentaron a Paz en la batalla de La Tablada. Pero, en definitiva, la victoria volvió a ser para Paz.
La provincia de Córdoba quedó entonces bajo el mando de Paz y de los unitarios, unidos a los federales que se habían distanciado de Bustos y a los jóvenes abogados y comerciantes. Por el momento no pudo hacer mucho más que forjar una alianza tácita con los gobiernos unitarios de Tucumán y Salta, pero después de las siguientes batallas pudo formalizar la Liga del Interior.
La batalla de San Roque fue la primera de las cuatro que mandó en jefe el general Paz. Ganó las cuatro por amplio margen, destacándose como el mejor general argentino de su tiempo.
El campo de batalla donde se combatió la batalla de San Roque está actualmente bajo las aguas del Lago San Roque.
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