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Berlanga de Duero



Vista de la localidad

Berlanga de Duero es un municipio y localidad de España, en la provincia de Soria, comunidad autónoma de Castilla y León, cabeza de la comarca del mismo nombre. Cuenta con una población de 902 habitantes (INE 2017) y tiene la consideración histórica de villa.

Situada en el sur de la provincia de Soria, a 934 metros sobre el nivel del mar, tiene un clima mediterráneo continental, y debido a su altitud tiene unos inviernos largos con bajas temperaturas. En el municipio se cultiva la vid y productos de huerta. Por su término discurren el río Duero y sus afluentes Escalote y Talegones.

En su término e incluidos en la Red Natura 2000 los siguientes lugares:

Quizás con más base legendaria que histórica, se ha hecho proceder su nombre de un asentamiento romano llamado Valeránica, por el emperador Valeriano. Antes de los romanos ya hubo población celtíbera como lo atestiguan diversos restos esparcidos por todo el término, que permanecen sin estudiar ni catalogar debidamente.

Ya el filólogo Álvaro Galmés de Fuentes puso en duda la etimología romana del nombre de Berlanga, afirmando en su obra "Los topónimos, sus blasones y trofeos (la toponimia mítica)" que: "El nombre de Berlanga de Duero creo que es diáfano. Sin duda es una voz compuesta de ber y langa. El primer elemento sería un derivado de la conocida raíz ibero-vasca iber "valle" con pérdida de la i- inicial absoluta (recuérdese Ibarca > Barca y los derivados Bárcena, Barcial, Barcina, etc.). El segundo elemento correspondería a la raíz celta lanka, langa "pliegue de terreno, valle" que ha dado lugar a una larga serie de topónimos: Lanca y Lancia (Asturias), Láncara (Lugo, con sufijo prerrománico átono), Langa (Zaragoza, Ávila, Soria, Cuenca), Langreo (Asturias) etc. En conjunto nuestro topónimo, como tantos otros, representa una tautología, aquí ibero-celta".

Durante el dominio árabe fue plaza importante dentro de la jurisdicción de Medinaceli, y el primer antecedente del castillo actual fue una alcazaba con su cerca que seguramente seguiría el trazado de la románica o de la Villa Vieja aunque algunos autores han querido ver restos del tapial junto a la ermita de San Juan.

Después de la Reconquista se le asignó un territorio de Comunidad de villa y tierra (Comunidad de Villa y Tierra de Berlanga), que permaneció casi inalterado (sólo se desgajó Rello) hasta la abolición de los señoríos. Primero fue territorio de realengo pero pronto los reyes se lo entregaron a la familia Tovar, que ostentaba el ducado de Frías al que unieron el título de marqueses de Berlanga. Ellos son los responsables de la desaparición de media docena de iglesias románicas que tenía la villa, y que desmontaron para construir esa grandiosa colegiata que el visitante puede admirar, que era todavía más grandiosa en el proyecto original, con claustro y otra torre, que no se pudieron construir por problemas económicos de los mecenas. También los Tovar construyeron el castillo actual y el palacio arruinado por los franceses y que tenía según las crónicas de la época uno de los mejores jardines de Europa.

En la Edad Media eran grandes sus masas forestales de roble y carrasca, que ahora han sido sustituidas por el pino resinero que fue una importante fuente de ingresos para las arcas locales hasta finales del siglo XX. La importancia histórica de la villa se comprende por hallarse en la línea del Duero, divisoria durante toda la Edad Media de los reinos moros y cristianos primero, y de los castellanos y aragoneses más tarde. Formaba, junto con las fortalezas de Gormaz, Osma, San Esteban y Atienza, esa línea que era conquistada una y otra vez, tanto por los musulmanes como por la cruz.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional, conocido entonces como Berlanga y Hortezuela, en la región de Castilla la Vieja[5]​ que en el censo de 1842 contaba con 426 hogares y 804 vecinos.

En 1895 se abrió al tráfico la línea Valladolid-Ariza,[6]​ que permitió la conexión de la población con el resto de la red ferroviaria española. El municipio contaba con una estación de ferrocarril propia, que disponía de instalaciones para pasajeros y mercancías. La línea fue cerrada al tráfico de pasajeros en 1985 por ser considerada deficitaria.[7]

En el último tercio del siglo XX[8]​ crece el término del municipio porque incorpora a Abanco, Alaló, Andaluz, Brías, Cabreriza, Lumías, Morales y Paones con Ciruela.

Históricamente siempre tuvo un arrabal llamado Hortezuela, a unos tres kilómetros al norte, que se creó alrededor del convento de monjes sanjuanistas, o de la Orden de Malta, cuyo cenobio matriz estuvo en Almazán. La iglesia actual de Hortezuela es el único resto que queda del complejo conventual. Con la llegada del ferrocarril se creó otro arrabal, muy cerca de Hortezuela, entre los términos de Berlanga y Aguilera, llamado La Estación. En algunos mapas antiguos el núcleo actual de La Estación aparece con el nombre de "Casas del Batán". El Batán es una finca privada que perteneció a una rama de los Tovar, y seguramente alrededor de la hacienda se construyeron algunas casas para los sirvientes. La cercanía a este enclave de un puente medieval ruinoso que se conoce como "El Pontón" hace pensar que en esta zona hubo asentamientos humanos mucho antes de la construcción del ferrocarril y de la finca señorial. Quizás se trate del despoblado de Talegones, que Gonzalo Martínez no localizó en su estudio sobre las comunidades de Villa y Tierra.

A raíz de la despoblación general de la Castilla pobre en los años cincuenta de siglo XX, se fueron agregando pueblos al Ayuntamiento. Del alfoz de Berlanga se agregaron los pueblos de Morales, Brías, Paones, Alaló, Abanco, Ciruela, Lumías y el despoblado de Cabreriza. Además, del Alfoz de Fuentepinilla, se agregó al Ayuntamiento la antigua villa de Andaluz.

A 1 de enero de 2014 la población ascendía a 983 habitantes, 491 hombres y 492 mujeres.[9]

     Población de derecho (1900-1991) o población residente (2001) según los censos de población del INE.      Población según el padrón municipal de 2014 del INE.

Además de calles aportaladas, con edificios de adobe y entramado de madera, sostenidos por recios postes y algunas casas que conservan los blasones, cuenta con importantes elementos patrimoniales.

Fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento el 3 de junio de 1931.[11]

Comenzó a construirse en 1526 y se consagró al culto en 1530, pero no llegaron a edificarse ni el claustro ni una de las torres proyectadas.

La colegiata fue promovida y financiada por los señores de Berlanga, titulares de su castillo, María de Tovar e Íñigo Fernández de Velasco, con el propósito de proclamar su estirpe, poder,-manifestado en el castillo- y alianza con la Iglesia. Por este motivo, en la puerta norte lucen los escudos nobiliarios de los promotores.[12]​ El proyecto es obra del arquitecto Juan de Rasines, que para entonces ya había realizado obras en Santo Domingo de la Calzada, Casalarreina y Briviescas.

La construcción de la colegiata, estuvo precedida por el derribo de las diez iglesias existente en Berlanga desde la Edad Media, ya que en nuevo templo agruparía el culto repartido entre ellas así como a los feligreses.

Su planta es del tipo llamado de lonja, tiene nave central que remata en un ábside poligonal, y dos laterales más estrechas, todas ellas tienen la misma altura; además alberga seis capillas entre los contrafuertes, con menor altura que las naves. Cuatro pares de fuertes y elevadas columnas cilíndricas sostienen las bóvedas, que presentan tracería de cuadrifolio propia del gótico final, estilo que ejercía Juan de Rasines cuando ya triunfaba el renacentista.

El coro que, como es habitual en estos casos, corta la nave central y se abre al presbiterio; pertenece a la segunda mital del siglo XVI y es obra de los maestros Vandoma y Valderrma. Es de madera de nogal, estilo renacentista, tiene 63 asientos para los clérigos de la colegiata, y solamente está decorado el del prior, que muestra las esculturas de san Pedro y San Pablo.

El altar mayor está presidido por la talla de la Virgen del Mercado, escultura tardorrománica de finales del siglo XII. El retablo es de estilo churrigueresco, está datado en 1704 y es de madera de pino que no se llegó a policromar. La pintura central con el tema de la Asunción de María es obra de Antonio Palomino.[13]​ Destacan el retablo hispano flamenco de la capilla de santa Ana, de finales del siglo XV. En la capilla de los Bravo de Laguna aparece la cama sepulcral en alabastro (siglo XVI) de los hermanos gemelos de la familia que da nombre a la capilla; se atribuye a Vasco de la Zarza. El retablo que la preside pertenece al gótico tardío, tiene tres calles y dos pisos que contienen pinturas y esculturas.

En la puerta norte, en el interior, se exhibe el "Lagarto de Fray Tomás": un caimán negro, disecado, que trajo de Panamá fray Tomás de Berlanga en 1543 y que ofreció a la colegiata de su pueblo natal. Fue el tercer obispo de Panamá, consejero de Carlos V y descubridor de las islas Galápagos.

Fue construido en el siglo XV, sobre otro anterior, y este sobre otro musulmán. Está formado por gruesos muros, rodeando una esbelta torre del homenaje. Se conservan restos de dos cercas, la primera rodea la falda del castillo y arropaba la villa vieja. De ésta se ven grandes paños muy bien conservados y la puerta del Mercado, junto al Palacio. La segunda cerca rodeaba la villa nueva y de ésta se conserva un largo tramo del tapial que partía desde la muralla vieja, un fuerte conocido como Las Torrecillas y la Puerta de Aguilera. A principios del siglo XX se demolieron otras dos puertas de esta muralla nueva: la de La Hoz y las Portonas.

Es una de las cinco puertas que tenía el segundo recinto amurallado de Berlanga, el primero pertenecía al castillo. Se comenzó a construir en el siglo XIV y fue reformada en el XVI .

En la falda del castillo aparece la fachada principal del que fue suntuoso palacio de los marqueses de Berlanga. Fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento el 4 de diciembre de 1980.[11]​ Es de estilo renacentista, presenta una gran fachada con tres pisos que se remata con una galería; estaba flanqueada por dos torres, una de las cuales ha desaparecido. Planteado como palacio, tenía en la parte posterior un amplio jardín desarrollado en cinco terrazas ornamentadas con motivos clásicos.[14]​ En 1811 fue incendiado por los soldados de Napoléon, que también saquearon casas nobiliarias y la colegiata de la localidad.

Rollo gótico que ha sido trasladado desde las eras a un sitio más visible junto a la carretera. En el antiguo escudo de Berlanga, que tenía morrión y espada en la cimera, aparecía un oso abrazado a una colmena. Este escudo no aparece en ninguna parte y tampoco en la picota. Y no es el oso el que lleva el morrión y la espada, sino el escudo.

Es una típica ermita de humilladero, con la característica planta cuadrangular y situación a la salida del pueblo, delante de la picota, o rollo, que debió tener funciones de cruz de término. Debió construirse en el segundo cuarto del siglo XVI dado que la tipología de las ménsulas encaja bien con estas fechas.[15]

Tiene incoado expediente como Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento desde el 23 de junio de 1981.[11]​ Se encuentra abandonado desde comienzos del siglo XX y en estado de ruina progresiva.


En general, la de Castilla, con toques de Aragón: Cocido, figón (receta autóctona de bacalao), patatas con congrio cecial, arroz con gallina, todos los productos de la matanza del cerdo y las hortalizas de los regadíos.

Tiene un campo de fútbol de hierba natural, un polideportivo, una piscina de verano, pista de tenis y un albergue/camping.

Bedoya, J.M. Memorias históricas de Berlanga. Valladolid, Maxtor, 2007, 302 p. ISBN 8497613600



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