Bernard Herrmann cumple los años el 29 de junio.
Bernard Herrmann nació el día 29 de junio de 1911.
La edad actual es 112 años. Bernard Herrmann cumplirá 113 años el 29 de junio de este año.
Bernard Herrmann es del signo de Cancer.
Bernard Herrmann nació en Nueva York.
Bernard Herrmann (Nueva York; 29 de junio de 1911 – Los Ángeles; 24 de diciembre de 1975) fue un compositor estadounidense especializado en el género cinematográfico. Galardonado con un premio de la Academia a la mejor música de película dramática por su trabajo en El hombre que vendió su alma (The Devil and Daniel Webster, 1941), es principalmente conocido por sus colaboraciones con Orson Welles (Ciudadano Kane, La guerra de los mundos) y con Alfred Hitchcock, director con el que Herrmann cosechó la mayoría de sus grandes éxitos (Vértigo, The Man Who Knew Too Much y Psicosis).
Bernard Herrmann nació en la gran metrópolis de Nueva York. Su padre, Abraham, era un inmigrante judío que había llegado desde Rusia para hacer fortuna en Estados Unidos, y que quiso inculcar a sus dos hijos, Benny y Louis, su gran afición por la música, enseñándoles a disfrutar con su gran colección de discos de ópera y conciertos sinfónicos, y regalándoles a cada uno de ellos un instrumento musical. A los ocho años dejó patente su mal genio y rebeldía cuando el profesor de música le regañó y Benny le rompió el violín en la cabeza. A los 13 años quedó deslumbrado por la música de Héctor Berlioz, lo que marcó su decisión de convertirse en compositor. A los 16 años se matriculó en el instituto DeWitt Clinton, donde tuvo como profesor musical a Gustav Heine, quien le enseñó las técnicas básicas de composición. En 1931 creó la New Chamber Orchestra, formación con la que realizó conciertos de música clásica; y en 1934 fue contratado como director y compositor para la cadena de radio CBS, participando en algunos programas de éxito como Columbia Workshop y The Mercury Theatre.
En 1933 se vinculó con la Columbia Broadcasting System, donde musicalizó documentales y programas radiofónicos. De esta forma conoció a Orson Welles, quien estaba buscando a alguien que le compusiera temas para programas de radio. Uno de estos, La guerra de los mundos, sobre la novela homónima de H. G. Wells, que cuenta una invasión extraterrestre, marcó un hito en la historia de la radiodifusión, causando el mayor impacto de la historia de la radio.
En 1941 ambos volvieron a trabajar en otra adaptación radiofónica, The Happy Prince, y ese mismo año Welles encontró financiación en la RKO para su película Ciudadano Kane, donde se reencontró con la música de un Herrmann, que entraba por la puerta grande en el mundo de la composición cinematográfica, consiguiendo además su único premio de la Academia por su segunda película, El hombre que vendió su alma.
Durante los años cincuenta, su carácter fue transformándolo en un individuo antisocial, agresivo y solitario, descontento con su profesión y convencido de que todo a su alrededor era negativo. Su prepotencia musical la consolidó con un estilo personal, acorde con su melancólico estado de ánimo, en las cuerdas obsesivamente románticas de Jane Eyre, El fantasma y la señora Muir y Las nieves del Kilimanjaro.
En 1955 se produjo el comienzo de su afortunada relación profesional con el director Alfred Hitchcock, complementándose ambos a la perfección. Su colaboración con Alfred Hitchcock se inició en Pero... ¿quién mató a Harry?, que dio como resultado algunas de las más alabadas partituras cinematográficas. Su condición de maníaco depresivo le hizo desarrollar hasta el límite su innovación musical, que alcanzó su punto culminante en el lirismo de Vértigo, en el fandango percusivo de Con la muerte en los talones o en la violencia de los violines que simulan cuchilladas sobre la piel en la clásica escena de la ducha en la película Psicosis.
Con ello, Herrmann ya mostraba un claro interés por conceptos de la vanguardia musical de la segunda mitad de siglo.
Poco tiempo después, Cortina rasgada marcaría el desencuentro de estos dos grandes creadores, al ser rechazada la partitura compuesta por Herrmann para sustituirla por una mucho más comercial y también más anodina, algo que resultó mortal en la frágil mentalidad de Hermann, que dimitió de su cargo en la Academia y fue rechazado en el declive de los grandes estudios. Era un aviso de la ola de banalidad que amenazaba en la industria cinematográfica, más pendiente de los resultados económicos que de la expresión artística. Durante ocho años vagó errante por Europa, colaborando en proyectos de François Truffaut como Fahrenheit 451 y La novia vestía de negro.
Regresó a su país en 1973 reclamado por el director Brian de Palma, un fanático del cine de Hitchcock, quien consiguió recuperar el talante del compositor en las películas Hermanas y Fascinación. En 1975, después de leer el guion de Taxi Driver, Martin Scorsese pensó en Herrmann como única opción posible para hacer la música de la película. El filme iba a ser una especie de «gótico neoyorquino» y el cineasta sabía que sólo Herrmann podía crear las sombrías sonoridades que la película precisaba. Al principio, Herrmann no se mostró interesado por la idea; «no sé nada sobre taxistas», fueron sus primeras palabras, pero al leer el guion se sintió tan fascinado por el personaje que encarnaba Robert De Niro, el taxista Travis Bickle, que aceptó inmediatamente.
Pero se encontró con el problema de que la película exigía una partitura de corte jazzístico, un estilo musical que Herrmann no dominaba, por lo que pidió ayuda a su amigo, el orquestador Christopher Palmer. Este decidió adaptar una melodía compuesta por Herrmann para un olvidado musical de teatro y le dio un toque musical de blues. A Herrmann le gustó tanto ese arreglo, donde el saxofón describe a la perfección la soledad e incomprensión que siente el protagonista, que decidió utilizarlo como tema principal. Scorsese diría luego: «Trabajar con Herrmann fue una de las experiencias más satisfactorias que tuve en el cine».
Cuando su acercamiento al inquietante jazz de Taxi Driver parecía iniciar una nueva etapa en su ya dilatado genio creativo, Herrmann falleció mientras dormía en su habitación en un hotel de Los Ángeles, a las pocas horas de terminar la grabación de la partitura.
Entre sus piezas sinfónicas están: Aubade (1933), que él mismo reconvertiría en la elegía Silent Noon (1975); Sinfonietta for Strings (1935); Currier e Ives Suite (1935), homenaje en cinco movimientos a uno de sus iconos, el músico Charles Ives; la cantata Moby Dick (1938); su sinfonía de 1941 The Fantasticks (1942); su ópera Whuthering Heights (1943-1951); y sus ballets Americana (1932), The Skating Rink (1934) y Body Beautiful (1935). A lo largo de su carrera, trabajó en varios discos para la discográfica «Decca Phase 4», entre ellos Grandes éxitos ingleses de películas, que incluye, entre otras, suites de Anna Karenina (Constant Lambert), Oliver Twist (Arnold Bax) y Things to Come (Arthur Bliss); Música de grandes films shakesperianos, incluyendo suites de Ricardo III (William Walton), Hamlet (Dmitri Shostakóvich) y Julio César (Miklos Rozsa) y Las cuatro caras del jazz, donde versiona magistralmente un ragtime de Stravinski, el I Got Rhythm de George Gershwin, la Ópera de tres peniques compuesta por Kurt Weill, y La creación del mundo de Milhaud.
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