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Bertran de Born



Bertran de Born nació en la masión señorial de Born de Salagnac, Périgord en 1140 y falleció en Dalón, Dordoña, en 1215.[1]​ Fue un soldado occitano y trovador.

Fue vizconde de Hautefort. Poseía castillos entre Limosin y Périgord. Luchó con su hermano Constantino por la posesión única de la herencia familiar. También tuvo problemas con el rey Enrique II de Inglaterra y con sus hijos. Dante le describe en el infierno con su cabeza entre las manos como castigo. Bertran acabó sus días en el monasterio de la abadía de Dalón.

Empezó por expulsar a su hermano Constantino del importante castillo cercano de Autafort, cuyo señorío había pasado a compartir, y luego se puso a guerrear contra Enrique II Plantagenet, rey de Inglaterra, empujando a la rebelión, junto con los barones aquitanos y potevinos, al hijo mayor de Enrique II, el ‘’joven rey’’ Enrique el del Cort Mantel, envidioso de su hermano menor Ricardo Corazón de León, convertido efectivamente en duque de Aquitania y conde de Poitou.

Después de la muerte del joven rey, que le inspiró un planto (elegía) cuya belleza formal nos conmueve todavía hoy, se reconcilió con Enrique II y con Ricardo.

Bertrán de Born era el tipo perfecto de barón feudal, que no piensa más que en aventuras y batallas, no por patriotismo, sino por necesidades económicas y venganza personal. Era el cantor apasionado de la guerra, y sus serventesios políticos, que narran las desgracias de sus protectores, los Plantagenet, lo colocan entre los más grandes poetas de su género.[2]​ Sin embargo, la mayor parte de su obra son canciones de amor y, conforme al estilo trovadoresco, ensalza la belleza de su amada. Esto, junto con su seducción intelectual, le produce un joi (gozo), inigualable a cualquier bien terrenal:

"Al gen parlar que·m fetz et al bel ris, quan vi las dens de cristau e·l cors graile, deljat e fresc e lis, trop ben estan en bliau, e la colors fo frescha e rosana, retenc mon cor dintz sa clau. Mais aic de joi que qui·m des Corrozana,

cuando vi sus dientes de cristal y su cuerpo grácil, esbelto, fresco y terso, tan oportuno en el brial, y el color era fresco y rosado. Tuve más gozo como si alguien me hubiera dado Corrozana [Korosan, provincia de Persia, es decir, lugar remoto y de gran precio], porque me hace feliz.

Se conservan cuarenta y siete composiciones de fechadas entre 1181 y 1196, lo cual le convierte en uno de los trovadores más prolíficos de la época. Sólo una cuenta con su correspondiente notación musical.[1]

Como el sensible Bernart de Ventadorn, este condotiero menesteroso y sin escrúpulos se hizo monje en el monasterio de Dalón, donde murió poco antes de 1215, dentro de la orden del Císter. Sabido es que Dante le otorgó, al condenarlo en la Divina Comedia, un lugar inmortal. Lo encontramos en el noveno foso del octavo círculo con los sembradores de discordias (canto XXVIII del Infierno), en el contrapasso.

sabe que soy Bertrán de Born, aquel que dio al joven rey malos consejos. Yo hice al padre y al hijo entre sí rebeldes; no hizo más Aquitofel a Absalón y a David con sus perversas sugerencias.

Porque separé a tan unidas personas, separado llevo mi cerebro, ¡desgraciado!, de su principio que está en este tronco.

También fue elogiado por Petrarca, quien llegó a imitarlo en alguna canción. Posteriormente, fue reconocido como uno de sus poetas favoritos por T. S. Eliot y Ezra Pound.[1]

Bertran de Born es citado en el libro de Paul Auster Invisible (editorial Anagrama), donde se sitúa al poeta en el infierno al igual que hiciera Dante.



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