La Biblioteca de la Academia de Artillería está situada en Segovia, España, en el Exconvento de San Francisco.
Forma parte de la Academia de Artillería y es la heredera de la ubicada en el Alcázar de Segovia antes de su incendio. Tiene un número de volúmenes cercano a los 50000 ejemplares de obras científicas, en particular de matemáticas, geometría, física, astronomía, química, fortificaciones, navegación e historia natural.
En ella se encuentra –solo teniendo en cuenta la parte científica y militar- toda la ciencia europea de los S. XVIII y XIX y toda la tratadística artillera y de fortificación de los cinco últimos siglos.
El Conde de Gazola por iniciativa de Carlos III, fundó el 16 de mayo de 1764 el Real Colegio de Artillería en el Alcázar de Segovia, una academia militar que llegó a ser uno de los centros de enseñanza más destacados del panorama científico y militar de la Ilustración Española.
El nacimiento de la Biblioteca coincide con el de la Academia, en un principio asumió los volúmenes de la Escuela de Artillería de Cádiz, la cual había asumido los fondos de la Real Sociedad Militar Matemática de Madrid y de la Escuela Teórica de Artillería de Barcelona. La preocupación por ella fue constante y contando desde sus inicios con presupuesto para la compra de libros y otros efectos, como lo atestiguan los catálogos manuscritos que en la actualidad se conservan en la Biblioteca. La colección creció de forma admirable en la primera etapa del Colegio.
Es de destacar la producción editorial propia del Colegio de Artillería. Desde el principio el profesorado puso un gran empeño en la elaboración de textos y manuales específicos para la docencia, entre ellos están los cuatro tomos del “Curso matemático de Giannini” (1779 - 1803), “El tratado de artillería de Morla”, editado entre 1784 y 1786, que fue completado en 1803 con la publicación de un tomo de láminas grabadas al cobre por grabadores de la Imprenta Real.
La historia del Real Colegio se interrumpió con la Guerra de la Independencia. La institución se vio obligada a trasladarse a otras tierras, quedando de momento los libros en el Alcázar en cajones dispuestos para el traslado. Tras la batalla de Salamanca, el Capitán Antonio Lóriga los rescató y los llevó a Palma de Mallorca (donde estuvo el Colegio) hasta 1813.
A la vuelta del Colegio a Segovia, se repusieron las pérdidas y en 1816 se construyó una bella estantería con capacidad para 13.000 volúmenes en la Sala de Reyes del Alcázar.
En 1823 el Colegio se trasladó a Badajoz, pero los libros permanecieron en el Alcázar donde en 1825 se estableció el colegio General Militar, que se hizo cargo de los libros, pasando en 1830 a Alcalá de Henares.
A finales de 1839 retornó de nuevo el Colegio de Artillería a Segovia, recuperando de nuevo su Biblioteca. Esta, a pesar de los traslados, no dejó de incrementarse.
Cuando el 6 de marzo de 1862 se declaró un incendio en el Alcázar, los 11.000 volúmenes con los que contaba se vieron reducidos a 297, los cuales se conservan en la estantería n.º 64 de la biblioteca actual. Gracias a los donativos, tanto en metálico como en libros, de los propios artilleros y sus familias, la Biblioteca se recuperó y se acrecentó.
Tras el incendio, el Colegio de Artillería se trasladó al Convento de San Francisco, su actual sede. La Biblioteca estuvo situada en distintas dependencias, destacando el periodo en el que se asentó en el claustro plateresco, pero en la actualidad se encuentra enclavada en la planta alta de la fachada principal de la Academia.
Sus fondos tienen una amplia composición por materias, desde la arquitectura civil y militar, la tratadística artillera y de fortificación, el arte y arquitectura naval, la tecnología industrial y todo lo concerniente al arte militar; pasando por las matemáticas, la física, la geometría, la astronomía y llegando a lo que en el siglo XVIII eran prácticamente ciencias nuevas como la química, la óptica, y los primeros tratados de electricidad o botánica.
La biblioteca cuenta con alrededor de 50.000 volúmenes entre los que destacan:
El porqué de la existencia de estos fondos tiene que ver con las circunstancias históricas que rodean la formación del Colegio de Artillería y la Ilustración: el Estado del S. XVIII tenía mucho interés por promover los estudios científicos en las Academias Militares para la buena formación de sus cuadros, y la de Segovia no fue una excepción, trayendo profesores extranjeros como Luís Proust.
Para dar una idea de lo valiosos de sus fondos puede servir esta breve relación:
El siglo de oro de la fortificación fue la primera mitad del siglo XVIII y a partir de los fondos existentes en la Biblioteca se puede apreciar el nivel del arte de fortificar al que llegaron los oficiales ingenieros. La artillería sufrió en este siglo reformas y cambios radicales (el Reglamento de nuevo pie, fechado en 1762 organiza en todos los aspectos el arma de artillería) todo esto se puede seguir consultando los fondos de la Biblioteca. Desde el punto de vista del material de artillería el XVIII, fue un siglo vertiginoso en avances y progresos en las técnicas de fundición.
Crouzas, M. de
Los libros de historia y geografía que encontramos en la biblioteca de la Academia de Artillería, raramente tienen que ver con la colección originaria del Colegio de Artillería. Abundan en ellos los exlibris y dedicatorias que aclaran en muchos casos su procedencia. En gran parte proceden de otras bibliotecas, privadas (cuyos dueños o herederos la donan a su muerte) o públicas (procedentes de instituciones desaparecidas, por motivos políticos o los diversos avatares de los organismos militares en España). Entre las públicas son de destacar, la de la Maestranza de Artillería de Sevilla, la de la Habana, la de Puerto Rico. Entre las colecciones privadas, donadas casi siempre a la muerte de su dueño, señalar la de Manuel Bourt y Entrena (fundamentalmente libros de viajes o historia militar de Francia, muchos en francés) ; la del Capitán Antonio Rey; el General Manuel Bonet, pero sobre todo el Teniente General Juan de Dios Córdova y Govantes. Existen libros con dedicatorias manuscritas del director del Instituto Geográfico y Estadístico, Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero, o de autores anteriormente profesores o alumnos de la Academia (Adolfo Carrasco), del historiador y cronista segoviano Carlos de Lecea, etc.
Prácticamente no hay libros de historia y geografía en la colección de la Academia anteriores a 1800. Son en su mayor parte obras escritas en el siglo XIX, a excepción de la astronomía y de los atlas de la casa Blaeu (s. XVI al XVII).
En historia destacan autores: Cesar Cantú, William Oncken, Nicolás María Serrano, Georg Weber, en España fue muy leído el Resumen de Historia General de Fernando de Castro.
En historia militar destaca la del Conde de Clonard, Memoria histórica de las Academias y Escuelas Militares de España, con la creación y estado presente del Colegio General establecido en la Ciudad de Toledo. Serafín María de Sotto, Conde de Clonard fue un tratadista militar muy difundido e incluso consultado en el s. XX. Fue Gobernador Militar de Cádiz. José Gómez Arteche y Moro, fue un gran aficionado investigador de la historia, consultando documentación en archivos.
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