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Bienes raíces



Se consideran inmuebles todos aquellos bienes considerados bienes raíces, por tener de común la circunstancia de estar íntimamente ligados al suelo, unidos de modo inseparable, física o jurídicamente al terreno, tales como las parcelas, urbanizadas o no, casas, naves industriales, es decir, las llamadas fincas, en definitiva, que son bienes imposibles de trasladar o separar del suelo sin ocasionarles daños, porque forman parte del terreno o están anclados a él. A efectos jurídicos registrales, en algunas legislaciones los buques y las aeronaves tienen consideración semejante a la de los bienes inmuebles.

En Derecho civil, la distinción entre bienes muebles e inmuebles lleva aparejada diferentes consecuencias jurídicas, entre las que cabe destacar, sin ánimo de exhaustividad, las siguientes:

No obstante, la protección jurídica privilegiada de la que, históricamente, han disfrutado los bienes raíces y que se justificaba por su mayor importancia económica, ha ido extendiéndose hacia algunos bienes muebles de especial valor. Consecuencia de ello es la protección registral otorgada a aviones, buques u otras cosas singulares, así como la posibilidad de que puedan ser objeto de hipoteca mobiliaria.[1]

En derecho fiscal un bien inmueble puede estar sujeto a uno o varios impuestos:

Los bienes inmuebles se pueden clasificar en:

La inversión en bienes raíces (bienes inmuebles) es una opción de inversión consistente en la compra de inmuebles tales como una casa, apartamento, local comercial o terreno, para alquilarlo o venderlo luego.

La premisa es que el valor del inmueble comprado aumente de valor para venderlo posteriormente, o que genere una renta al alquilarlo inmediatamente. En caso de terrenos, y dependiendo de su zonificación, hay la posibilidad de su explotación agropecuaria, venderlos cuando aumenten de precio, o desarrollarlos (construir sobre ellos) con el fin de vender o alquilar la propiedad posteriormente. Además, se pueden enumerar una serie de formas indirectas de obtener beneficios en este tipo de inversión.[3]

Generalmente se considera a los bienes raíces como una de las principales alternativas de inversión, ya que permite al inversor adquirir un activo que históricamente tiende a apreciarse, y que, por tanto, posiblemente crezca en valor al venderse o se pueda alquilar con un buen retorno de la inversión. Así, el precio de las viviendas existentes en los Estados Unidos de América, aumentó un 3,4% anual de 1987 a 2009, en promedio.[4]

Investopedia menciona 4 maneras de invertir en Bienes Raíces: rentar siendo propietario, formando grupos de inversión inmobiliaria, el comercio de bienes inmuebles (también conocido como flipping) y los fideicomisos de inversión inmobiliaria (REIT, por sus siglas en inglés).[5]



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