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Bochica



Bochica (en muysc cubun Bozica AFI: /botʂika/ o / botsika/[1]​) es, en la mitología muisca, un héroe civilizador, o un dios, que enseñó a los muiscas a hilar el algodón y tejer mantas, además de inculcarles principios morales y sociales. La tradición mítica también afirma que fue el creador del Salto del Tequendama. Los cronistas escriben en diversos trabajos que varían entre sí, que los muiscas lo describieron como un hombre de piel blanca, cabello rubio o blanco y barba larga hasta la cintura, vistiendo una manta hasta las pantorrillas, con los pies descalzos y portando un báculo de oro.

Fue conocido por varios nombres, según las distintas regiones de la Confederación Muisca que visitó. En la provincia de Bacatá (Zipazgo) se le llamó Neuterequeteua, Nemterequeteba, Nemquetheba, Chimizapagua, Chimizayagua, Zuhé, Xué y Zuhá. En las provincias de Hunza (Tunja) y Suamox (Sogamoso) se le llamó Sadigua, Sugumonxe y Sugunsua. También se le llamó Idacanzas, aunque para algunos autores, como José Antonio de Plaza, se trata de personajes distintos, siendo Idacanzas el primer Sumo Sacerdote de Sogamoso, heredero del poder legado por Bochica.[2]

A Bochica se le describe con una barba al igual que los dioses Quetzalcóatl del panteón azteca y Huiracocha, del inca, y varias otras deidades de Sudamérica y Centroamérica. La barba, en principio confundida como prueba de influencia prehistórica europea, siendo alimentada y embellecida por las ideas coloniales, tuvo un significado propio en la cultura mesoamericana. Los Anales de Cuauhtitlan son una fuente importante de alto valor al ser escritos en principio en nahuátl. Los Anales de Cuauhtitlan describen la apariencia de Quetzalcoátl en Tula:

"En seguida le hizo su máscara verde; tomó color rojo, con que le puso bermejos los labios; tomó amarillo, para hacerle la portada; y le hizo los colmillos; a continuación le hizo su barba de plumas..." (Anales de Cuauhtitlan, 1975, 9.)

Aquí la barba es representada como una cubierta de plumas, lo cual concuerda con las imágenes encontradas en el arte mesoamericano. La connotación de la palabra barba por los colonizadores españoles fue utilizada como adorno para la fabricación de influencia europea en mesoamérica. Ninguna representación cultural de estos dioses, en pintura, escultura, etc., los muestra con barba en el sentido que los españols lo hubieran entendido.

Se ha cuestionado la veracidad de las historias preservadas y el alcance de la corrupción por las creencias y el imaginario incorporado por misioneros cristianos y monjes que relataron por primera vez en crónicas las leyendas nativas.

El investigador colombiano Andrés Camilo Bohórquez Roa recoge en su libro, Bochica en las Crónicas de Indias, una compilación de textos de las Crónicas de Indias que relatan el mito de Bochica, y que van desde el siglo XVI hasta el XVIII. Según Bohórquez, es posible rastrear el mito a lo largo del tiempo, así:[3]

El jesuita Alonso de Medrano fue autor de la Descripción del Nuevo Reino de Granada (1599), obra en la que el mito de Bochica tiene las siguientes características:[4]

Como advierte Andrés Bohórquez, la parte referida a la mujer llegada después del extranjero es completamente heterodoxa, pues no se ajusta a lo dicho por ninguno de los otros cronistas, por lo que seguramente se trató de una interpretación acelerada de Medrano.[3]

En la obra de Bernardo Vargas Machuca, Apologías y discursos de las conquistas occidentales (1599), se hace referencia a una piedra que llevaba tallada la forma de una cruz, en las cercanías del pueblo de Vélez. Queriendo Gonzalo Jiménez de Quesada saber el origen de esa cruz tallada en la piedra, los indígenas más ancianos le relataron una historia que coincide con la de Bochica, y que tiene las siguientes características:[5]

En la obra de Juan de Castellanos, Historia del Nuevo Reino de Granada (1601), que es la cuarta parte de las Elegías de varones ilustres de Indias, el mito de Bochica aparece descrito con más detalle que en las anteriores crónicas:[6]

En la crónica de Juan de Castellanos se relata, con más detalles, el mito de la mujer mencionada ya antes por Medrano. Según Castellanos, tiempo después llegó una mujer de gran belleza que predicaba cosas diferentes a las de Bochica, por lo que éste la convirtió en lechuza.

Fray Pedro Simón fue autor de las Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales (1626), en la que el mito de Bochica aparece con las siguientes características:[7]

En la crónica de Fray Pedro Simón también aparece el mito de Huitaca (o Guitaca, como la llama este autor), quien habría aparecido después de la partida de Bochica, y es descrita como una mujer hermosísima que enseñó cosas contrarias a las doctrinas de Bochica: una vida relajada, dedicada a los placeres y las borracheras, por lo que Bochica la convirtió en lechuza.

Fray Pedro Simón es el primero en mencionar el mito de la creación del Salto del Tequendama por Bochica. Según este cronista, Cibchachum, encolerizado por las ofensas y murmuraciones que contra él habían proferido los indígenas, decidió castigarlos con una gran inundación, para lo cual hizo nacer los ríos Tivitó y Sopó, cuyos cauces se unieron al del Funza (antiguo nombre de río Bogotá) hasta que inundaron toda la Sabana de Bogotá. Fue tan grande la inundación, que iba creciendo de día en día, que los indígenas se dirigieron al templo del dios Bochica, donde le ofrecieron ayunos y sacrificios, hasta que una tarde, en medio de un gran estruendo, se formó el arcoíris, sobre cuya cima estaba Bochica con una vara de oro en la mano, que al arrojarla hacia las peñas abrió el Salto del Tequendama, por donde salieron las aguas.

Es un mito que paso en América Fray Pedro Simón distingue el mito de Bochica, propio de los «bogotaes», del mito de Sadigua, de los «sogamosos», aunque acepta como un solo personaje al que se le dieron distintos nombres debido a la diversidad lingüística del idioma muisca. Así pues, el mito propio de la provincia de Sogamoso, gobernada en aquel tiempo por el cacique Nompanen, tendría las siguientes características:

Nacido en Santafé de Bogotá, Lucas Fernández de Piedrahíta escribió la Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada (1688), en la que el mito de Bochica aparece con las siguientes características:[8]

Según Piedrahíta, después de la llegada de Bochica, llegó también una mujer de extremada belleza que les enseñó a los muiscas cosas contrarias a la doctrina de Bochica, y que fue seguida por mucha gente hasta que Bochica, en castigo, la convirtió en lechuza, o en Luna. Además, este cronista añade un dato adicional: los ubaques (indígenas de Ubaque) afirmaban que Chía era esposa de Uaqui, o Vaqui, con el que tuvo una hija, a la que casó con el capitán de los demonios.

El mito del Salto del Tequendama varía un poco en la versión de Piedrahíta, con respecto a las anteriores. Según Piedrahíta, por intervención de las malas artes de Huythaca, el río Funzha (río Bogotá) inundó la Sabana de Bogotá, lo que obligó a sus habitantes a buscar refugio en las montañas, donde estuvieron hasta que llegó Bochica, quien con su bordón tocó la sierra, abriendo así el camino a las aguas.

Fray Alonso de Zamora nació también, como Lucas Fernández de Piedrahíta, en Santafé de Bogotá, y escribió la Historia de la Provincia de San Antonio del Nuevo Reyno de Granada (1701), en la que el mito de Bochica aparece con las siguientes características:[9]

En la crónica de Zamora se menciona la llegada de una mujer de extraña belleza, llamada Huythacha, que enseñó cosas contrarias a la doctrina de Bochica, como adorar al Sol y a su mujer, la Luna, y a sacrificar al Sol niños y muchachos menores de veinte años.

José Domingo Duquesne, nacido en Santafé de Bogotá, hace una breve mención al mito de Bochica en su Disertación sobre el calendario de los muyscas (1795). Para este autor, Bochica es identificado con el Sol, al que se le sacrificaban muchachos de quince años de edad en una época determinada del año. Los muchachos eran criados con cuidados especiales en un templo del Sol, ubicado en los llanos de San Juan. El corazón y las entrañas eran ofrecidos a Bochica.[10]

El explorador alemán Alexander von Humboldt escribió Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América (1810), obra en la que el mito de Bochica es analizado por el autor.[11]

En la obra de Humboldt, Huitaca aparece como esposa de Bochica, que llegó con él. Era una mujer de rara belleza pero excesiva malignidad; contrarió las enseñanzas de su esposo, y fue ella la que hizo crecer el río Funza (río Bogotá), cuyas aguas inundaron la Sabana de Bogotá. Encolerizado, Bochica decidió entonces castigar a Huitaca convirtiéndola en Luna, y rompió las rocas para dar paso al agua.



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