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Idioma muisca



Chibcha
  Magdalénico

El idioma muisca, muysca[1]​, o en épocas coloniales chibcha (autoglotónimo muysc cubun */mʷɨskkuβun/[2]​), es una lengua extinta perteneciente al subgrupo magdalénico de la familia lingüística chibchense que fue hablada en el actual territorio del altiplano cundiboyacense. Debido al gran número de sus hablantes, en 1580 fue declarada Lengua General del Nuevo Reino de Granada. Se crearon cátedras de Lengua General en Santa Fe donde se enseñaba el idioma muisca a los sacerdotes que  debían evangelizar a los indígenas de los «valles de Bogotá y Tunja», epicentros de sus dos principales dialectos. El idioma muisca es conocido gracias a las crónicas y las "fuentes primarias de la lengua muisca", cinco documentos de corte lingüístico elaborados a finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII por misioneros de las órdenes dominica y agustiniana con el único interés de evangelizar a los indígenas muiscas.

Estas actividades estimularon la elaboración de gramáticas, catecismos y vocabularios, unos manuscritos y otros impresos, que hicieron pasar el idioma muisca de lengua ágrafa a lengua escrita, lo que permitió a filólogos y lingüistas del siglo XIX acercarse al conocimiento de dicha lengua, extinguida oficialmente a raíz de la Real Cédula de Carlos III que ordenó el 16 de abril de 1770 la enseñanza del castellano como lengua oficial del Imperio. Sin embargo, desde mucho antes el idioma muisca había dejado de hablarse en algunos lugares del altiplano, como prueba el hecho de que en Tabio, el 17 de marzo de 1751, el Fiscal Protector don Juan Antonio Peñalver inició visita a dicho municipio y a su agregado Subachoque, pregonando en la plaza «por voz de lengua española por no hablarse ya la de los indios».[3]

Cinco son las fuentes de la lengua muisca, quizá la más conocida sea la gramática de Lugo, única gramática impresa en la época en que el muisca aún era hablado. Fue publicada en Madrid, España, en el año de 1619. Consta de una gramática, un confesionario en español y un confesionario en muisca, su uso era estrictamente misionero. Para la elaboración de su obra Lugo ideó un tipo con el fin de expresar una vocal que no hacía parte del inventario fonético del español y que era necesario plasmar si se quería una correcta pronunciación, la llamó "Ipsilon inversa" y hoy la conocemos como "La y de Lugo". En otras fuentes aparece simplemente expresada con el grafema <y>.

El manuscrito 158 de la Biblioteca Nacional de Colombia, transcrito por María Stella González de Pérez y publicado en 1987 por el Instituto Caro y Cuervo, cuenta con una Gramática, un anexo llamado "Modos de hablar en la lengua Mosca o Chipcha" [sic], un vocabulario español-muisca y un "Catheçismo en la lengua Mosca o Chipcha" [sic]. Según la investigadora, este manuscrito "fue escrito en épocas en que el idioma era aún hablado[4]​". La transcripción de González ha sido una de las obras más consultadas por los lingüistas modernos interesados en la lengua.

Los otros tres documentos reposan en la Real Biblioteca de Madrid y están catalogados con las signaturas II/2922, II/2293 y II/2924. Forman parte de la denominada Colección Mutis, un conjunto de documentos lingüístico-misioneros de varias lenguas indígenas del Nuevo Reino de Granada y de la Capitanía General de Venezuela, recolectados por Mutis, debido a los deseos iniciales de la zarina de Rusia Catalina la Grande, quien quería elaborar un diccionario de todas las lenguas del mundo.[5]

El manuscrito II/2922 se compone de tres libros: el primero se titula "De la gramática breve de la lengua Mosca"; el segundo contiene tres títulos: "Confesionarios en la Lengua Mosca chibcha” [sic], “Oraciones en Lengua Mosca chibcha” [sic] y un “Catecismo breve en Lengua Mosca chibcha" [sic]; el tercer libro se titula "Bocabulario de la Lengua Chibcha o Mosca" [sic]. Hasta el momento no ha sido transcrito y publicado en su totalidad.

Los manuscritos II/2923 y II/2924 son en realidad un solo vocabulario, el primero transcrito por el doctor Miguel Ángel Quesada Pacheco y el segundo por Diana Giraldo y Diego F. Gómez.[5]

Varios investigadores basados en crónicas y otras fuentes históricas, han planteado la posibilidad de una gran diversidad lingüística en el que se ha denominado tradicionalmente "Territorio muisca".[6]​ Al respecto citamos a Fray Pedro Simón:

El historiador franciscano Fray Alberto Lee López, hablando de los dos grandes grupos lingüísticos: los muiscas y los panches, aclara:

En conclusión, Stella González afirma: "Se ve así, que hubo gran proliferación de variantes dialectales, y no debe desecharse la posibilidad de que existieran lenguas diferentes".


Pese a la imposición del castellano (sucubun),[9]​ el muysc cubun como lengua de sustrato se adaptó a la fonología del español y dejó su huella en el habla de gran parte de los habitantes del Altiplano Cundiboyacence en relación con topónimos, antropónimos, verbos, y sustantivos en general, que son los que ahora son calificados de muisquismos, entre los que se destacan:

En la actualidad existen algunas iniciativas menores de recuperación, varias de ellas emprendidas por los actuales cabildos muiscas. Sin embargo, hasta la fecha no han logrado el aumento del uso de la lengua, aun cuando iniciativas como la escuela Jizcamox y los aportes del Estado colombiano como la creación del jardín infantil «Uba Rhua» ('Espíritu de la Semilla') en Bosa y «Gue Atÿqíb» ('casa de pensamiento') en Suba han formulado como tarea principal el rescate de la lengua.[13]​ Por otro lado, las comunidades interesadas desconocen en muchos casos los textos lingüísticos elaborados en la colonia y prefieren la intermediación de terceros y las interpretaciones esotéricas de la lengua. Todo esto aunado a la falta de disciplina al aprender el muisca, la distancia del contexto histórico y cultural en el que la lengua se hablaba y la manera de administrar los cabildos, hacen muy difícil la revitalización.


Estudiantes del Departamento de Antropología y Lingüística de la Universidad Nacional de Colombia ejecutan desde el 15 de junio de 2008 un proyecto llamado "Muysccubun",[14]​ entre cuyos objetivos están: la trascripción de las fuentes primarias de la lengua muisca, la realización de un Diccionario muysca - español[9]​ y la recolección y registro de muisquismos.

Uno de los primeros en agrupar una serie de lenguas de Costa Rica, Panamá y Colombia fue Max Uhle, en 1888. Para dicha agrupación utilizó el nombre de Chibcha debido a que las comparaciones léxicas partían de la lengua muisca, por entonces conocida como chibcha (nombre utilizado más que todo en la colonia).

Otros investigadores siguieron el mismo criterio de Uhle comparando el muisca con otras lenguas cercanas, Loukotka, Paul Rivet, Greenberg y Swadesh, entre otros, sin embargo, ninguna de ellas supera la condición de "clasificación probable".[15]

El doctor Adolfo Constenla Umaña es la persona que más ha estudiado la familia lingüística en los últimos años, apartándose de los métodos anteriores y postulando el actual territorio de Costa Rica como lugar primigenio de la estirpe chibchense. En dicha clasificación propone para el muisca la pertenencia al grupo Magdalénico, compuesto por los subgrupos Arhuácico y Cundicocúyico. A este último pertenecería el muisca de Bogotá, junto con la lengua u'wa de las estribaciones de la Sierra Nevada del Cocuy, y el duit de Duitama. Constenla también establece para el muisca y el uwa un grado de cognación del 44%,[15]​ haciendo del uwa la lengua viva más cercana al muisca.

Según las fuentes primarias, la lengua muisca era denominada muysccubun por los indígenas, vocablo que según se expone en la gramática del manuscrito 158 de la Biblioteca Nacional de Colombia, se compone de los vocablos muysca (gente o persona) y cubun (idioma, o lengua de nación).[16]​ En el caso del vocablo “muysca” es necesario prescindir de la última vocal para darle un carácter posesivo.[17]​ La transcripción fonológica de la palabra es /mʷɨskkuβun/.[18]

Se puede describir como una lengua aglutinante[cita requerida] y polisintética[cita requerida]. El orden de la oración es SOV.

De acuerdo con la investigadora María Stella González,[18]​ se puede presentar el siguiente cuadro de fonemas para la lengua muisca:

Los signos en cursiva y entre < > reflejan diversas representaciones ortográficas usadas en las fuentes coloniales para representar los diferentes sonidos.

El genitivo se indica suprimiendo la vocal final del nombre. Los sufijos de caso son -c(a), n(a) y -s(a), son marcadores de meta, ubicación y curso, respectivamente.

Los pronombres personales:[19]

Pronombres demostrativos:

Sin embargo, existen también otro tipo de pronombres que se adhieren a otras palabras como verbos y objetos. Estos pronombres “adyacentes”, si acompañan objetos le otorgan a estos un carácter posesivo, y si acompañan verbos nos dicen què sujeto realiza la acción.

Pronombres adyacentes:

El sistema verbal se caracteriza por la presencia de marcadores del verbo "ser" o "verbo sustantivo":

Los demás verbos están agrupados en dos tipos de conjugación, según el tiempo presente-pretérito esté marcado por los sufijos -squa o -suca. La conjugación incluye prefijos personales (ze-, um-, a-, chi-, mi-, asγ-). Una característica del sistema son los verbos de baja especificación semántica, como la raíz verbal -b-ta-(-squa) que indica transitividad, se pospone a las marcas de cada verbo transitivo para adquirir un significado concreto (por ejemplo u-b-ta-squa = soltar); también la raíz transitiva -b-ga(-squa). La raíz verbal intransitiva -mi(-squa) entra en la composición de los verbos intransitivos.[20]

Numerales:

Para el pueblo muisca, los numerales estaban estrechamente relacionados con su calendario lunar.[21]​ Para contar los números del 11 al 19, los muiscas lo hacían comenzando con la palabra quihicha, que quiere decir «pie», debido a que al terminar de contar con los dedos de las manos, se pasa a los de los pies. Así, por ejemplo, once sería quihicha ata, doce sería quihicha boza, etc., hasta llegar a 20, que es gueta.[22][9]



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