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Bomba Grand Slam



La Grand Slam con sus diez toneladas, fue la bomba más pesada desplegada en la Segunda Guerra Mundial. Rellena con explosivo convencional fue desarrollada en 1944 al final de la guerra por la fuerza aérea británica para usarse contra grandes objetivos estratégicos, tales como búnkeres blindados y puentes. El desarrollo se vio impulsado porque la bomba más poderosa hasta entonces, la Tallboy, no pudo destruir algunos objetivos (por ejemplo, los búnkeres fuertemente blindados para submarinos de la Kriegsmarine, al norte de Francia y en Alemania).

Conocida oficialmente como "Bomba de capacidad media de 22.000 libras", era una versión ampliada de la bomba de Tallboy, de 5,4 toneladas, y más cercana al tamaño original, que el creador de ambas bombas, Barnes Wallis, había previsto cuando planteó por primera vez su idea de una bomba terremoto.

Fue apodada "Ten ton Tess".[3]

El 18 de julio de 1943 Barnes Wallis comenzó los estudios para la creación de una versión más potente de la bomba Tallboy. El resultado fue la bomba de 10 toneladas Grand Slam.[2]​ Al igual que en la Tallboy, la cola de Grand Slam está diseñada para crear un par de estabilización. Tiene una forma aerodinámica muy buena, una estilizada cola en la popa. Las aletas estabilizadoras estaban ligeramente inclinadas respecto la vertical (5º) para conseguir la rotación alrededor del eje longitudinal con el fin de mejorar la precisión.[4]​ Podía llegar a velocidades supersónicas en caída libre. Y debía impactar contra la tierra verticalmente.

La carcasa de acero tenía un espesor de pared significativamente mayor que las bombas convencionales de la Segunda Guerra Mundial con el fin de resistir el impacto contra superficies duras; esta se fabricaba en una sola pieza vertiendo acero en un molde de arena alrededor de un núcleo de hormigón, después se retiraba el núcleo de hormigón y se extraía la pieza. Debido al peso de la carcasa la carga explosiva se redujo, lo que requirió el empleo de uno de los explosivos británicos más eficaces en el momento - Torpex. Una vez calentado y fundido, la carga explosiva se vertía en porciones. Se necesitaba cerca de un mes para que se enfriase y coagulase, lo que limitaba considerablemente la producción. La baja tasa de producción conllevó a que solo pudieron ser utilizadas 42 bombas antes del final de la guerra.

La combinación de alta velocidad y la carcasa resistente significaba que podía penetrar de 30 a 40 metros en el suelo antes de explotar, creando un efecto "terremoto". La bomba no había sido diseñada para atravesar directamente muros de hormigón, por esto a veces, al tropezar con materiales duros como hormigón o roca la bomba se rompía y no podía penetrar en el objetivo. Aunque esto no evitara que se produjera una gran cantidad de daño por la explosión. De todas formas era más eficaz para este cometido que cualquier otra bomba.[5]

Las pruebas de campo se llevaron a cabo con las nuevas bombas en octubre de 1944, contra la fábrica secreta la producción de misiles "V-2" en el norte de Francia. En el período comprendido entre el 10 al 20 de noviembre de 1944 sobre la cúpula de hormigón armado de la fábrica protegida, se lanzaron varias bombas "Grand Slam".

Las bombas Grand Slam solo podían ser trasportadas por bombarderos Avro Lancaster en la versión especial BI (Especial). Diferían del diseño convencional en que estaban propulsados por motores más potentes y hélices mejoradas; por razones de reducción de peso y mejora de la aerodinámica se retiraron algunas torretas. Para utilizar la Tallboy se habían abombado las compuertas de la bodega de bombas. Para utilizar la Grand Slam, las compuertas se retiraron por completo y se colocó un panel. La bomba tenía que ser lanzada desde 6.700 m, por lo que su precisión se redujo.

Al final de la guerra, se habían lanzado 42 Grand Slam en acciones de ataque,[6]​ principalmente contra puentes y viaductos. Su efecto era devastador; dentro de un radio de unos cien metros no había prácticamente ninguna posibilidad de sobrevivir. La onda expansiva provocaba un enorme temblor sísmico que podía hacer colapsar los edificios de mayor tamaño que se encontraran en el entorno del punto de impacto.

Al igual que con las Tallboy' debido al alto coste y complejidad de producción de estas bombas a las tripulaciones de los bombarderos se les ordenó que en el caso de que la bomba no pudiera ser lanzada sobre el objetivo, regresar con ella a la base, en lugar de dejarla caer en el mar por razones de seguridad (como es el caso de las bombas convencionales).[7]



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