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Bruno Maderna



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Bruno Maderna cumple los años el 21 de abril.


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Bruno Maderna nació el día 21 de abril de 1920.


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La edad actual es 104 años. Bruno Maderna cumplió 104 años el 21 de abril de este año.


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Bruno Maderna (Venecia, 21 de abril de 1920 — Darmstadt, 13 de noviembre de 1973) fue un compositor y director de orquesta italiano y una de las grandes figuras de la música de su país en el siglo XX. Con sus composiciones, su enseñanza y desde la dirección de orquesta contribuyó a difundir las obras maestras de la vanguardia europea. Junto con Luciano Berio, fundó el Studio di Fonologia Musicale de la RAI en 1955.

El estilo compositivo de Maderna —distinto del de sus amigos y contemporáneos Berio, Boulez, Stockhausen y Nono— se basa en el uso de técnicas deterministas precomposicionales, en una interpretación personal del concepto de «obra abierta» y en un tratamiento melódico que aparece incluso en las más complejas texturas. Sus obras más conocidas son: Musica su due dimensione (1952), Concierto para piano (1959), Concierto para oboe (1962), Don Perlimplín (1962), Hyperion (1964), Stele a Diotima (1965) y Quadrivium (1969) y Juilliard Serenade (1970)

Bruno Maderna nació el 21 de abril de 1920 en Santa Ana di Chioggia, un pequeño pueblo cercano a Venecia. Su madre, Caroline Maderna, nunca confesó quien era su padre (aunque muchos indicios apuntan a que fue Umberto Grossato, su paternidad nunca fue reconocida oficialmente). A los cuatro años comenzó a tocar varios instrumentos, entre ellos el violín, y su abuelo ya comentaba que el niño era un genio. Su familia regentaba un local con pista de baile y allí comenzó a tocar. En 1930, ya era la atracción principal de la banda «Happy Grossato Company», que tocaba arreglos de canciones en hoteles, cabarets, y locales de variedades.

Dos años más tarde, a los doce años, Bruno dirigió a la Orquesta de La Scala en un concierto operístico de repertorio del siglo XIX. Entre septiembre de 1932 y diciembre de 1935, también dirigió con gran éxito en Milán, Trieste, Venecia, Padua y Verona, en la Arena. Su fama alertó a las autoridades fascistas en 1933, que al descubrir que Grossato no era su padre legal, lo colocaron bajo la tutela de un músico de La Fenice y comenzaron a mostrarlo internacionalmente como una gloria del régimen, un niño prodigio conocido como «Brunetto». Esta vida agotadora acabó cuando Irma Manfredi, diseñadora de moda en Verona, intervino y lo acogió en su propia casa. Se matriculó en el Conservatorio de Milán, y estudió violín y composición; paralelamente tuvo profesores particulares privados, como el compositor Arrigo Pedrollo, que le daba lecciones de música. Aun así, suspendió el curso intermedio en el Conservatorio en 1937. Se trasladó a Roma —gracias a la intervención de Vaticano, con una carta de recomendación del cardenal Montini, futuro papa Pablo VI— y estudió en la Accademia di Santa Cecilia. Se graduó en 1940 en composición y musicología, bajo la dirección de Alessandro Bustini, que también enseñó a Goffredo Petrassi, Guido Turchi y Carlo Maria Giulini.

A pesar de una infancia tan azarosa, Maderna maduró sin más contratiempo, y según los testimonios de quienes le conocieron, era un joven sensato, sabedor de sus limitaciones y plenamente consciente de toda la publicidad que le había rodeado. Después de graduarse, amplió sus conocimientos de dirección de orquesta en el año 1941 en la Accademia Musicale Chigiana, en Siena con Antonio Guarnieri y de composición en Venecia, en el curso internacional de doctorado para compositores (1942-43) que impartió Gian Francesco Malipiero. Malipiero le inculcó su gran amor por la música antigua, especialmente por la veneciana. Maderna estará siempre agradecido a Malipiero, como compositor y sobre todo, como hombre.

Durante la II Guerra Mundial, Maderna estuvo en el Ejército en los años 1942 y 1943. En febrero de 1945 se unió a los partisanos y fue capturado y encarcelado en un campo de concentración. Tras la guerra, Maderna tuvo dificultades para seguir su carrera musical en un país desolado. La amistad con Malipiero le sirvió para obtener un puesto de profesor de solfeo en el Conservatorio de Venecia, una labor que desempeñara, con alguna discontinuidad, hasta 1952. En esos años tenía una clase muy numerosa, a la que asistía Luigi Nono, con quien entabló una amistad de por vida (en aquel momento, Nono solo era un joven estudiante de derecho y con él coincidió más adelante como compañero de estudios en los «Cursos Internacionales de Verano de Darmstadt»).

En esos años del Conservatorio estudió en profundidad la música antigua y medieval, estudios que fueron la base para muchos de sus primeras composiciones. Malipiero le presentó al editor Ricordi, para quien transcribió entre 1947 y 1949 numerosos conciertos de Vivaldi. Malipiero también consiguió que estrenase una de sus obras, la Serenata per 11 instrumenti, en la Biennale de Venecia de 1946, la primera que se celebraba tras la guerra. En febrero de ese mismo año 1946 se casó con su primera esposa, Raffaella Tartaglia. Debido a las estrecheces económicas por las que pasaban, Maderna se vio obligado a aceptar todo tipo de encargos, componiendo para la radio y el cine, y también música de baile.

En 1948 asistió en Venecia al Curso Internacional de Dirección que impartió Hermann Scherchen, que le sugirió que acudiese al «Curso Internacional de Verano de Nueva Música» de Darmstadt («Internationale Ferienkurse für Neue Musik). Al año siguiente, en 1949, estrenó allí una de sus obras, las B.A.C.H. Variationen per due pianoforti, en un marco en que interpretara muchas de sus obras y en el que llegaría a ser docente a partir de 1956. (Muchos detalles de su actividad como profesor, director y administrador se pueden estudiar en la correspondencia voluminosa que mantuvo con el fundador de los cursos, Wolfgang Steinecke).

El 25 de enero de 1950 dirigió en París su primer concierto en el extranjero y por invitación de Karl Amadeus Hartmann, lo hizo en Mónaco el 28 de febrero de ese mismo año. (Hartmann también le llamó para dirigir un concierto en el festival «Música Viva» de Múnich, en la primera vez que llamaron a un director extranjero). Fue el inicio de una fatigosa pero exitosa e incesante carrera de director de orquesta, que le llevó a dirigir en Italia, Alemania, Suecia, Bélgica y Austria.

En Darmstadt conoció a lo largo de los años a los compositores más implicados con la nueva música, a Boulez, Messiaen, Stockhausen, Cage, Unruh, Pousseur y también a los intérpretes más importantes de música contemporánea, como los hermanos Kontarsky, Lothar Faber, Severino Gazzelloni, Han de Vries, Christiane Edinger y Theo Olof, muchos de los cuales le solicitaron nuevas piezas (por ejemplo, la pieza Musica su due dimensioni fue escrita para Gazzelloni). También en Darmstad conoció a su nueva compañera, Beate Christine Köpnick —con la que vivió a partir de 1950 (pero sin casarse hasta 1972), y que le dio tres niños— y al dramaturgo Harro Dicks, cuya influencia se manifiesta en sus trabajos escénicos. En 1951, mientras estaba en el «Internationale Ferienkurse für Neue Musik» en Darmstadt participa en la fundación del «Kranichsteiner Kammer-Ensemble» (conjunto de cámara).

En 1952, Nono y Maderna se afiliaron al Partido Comunista Italiano (PCI). Trabajó durante largos periodos en Milán con un grupo de intelectuales —Luigi Rognoni, Luigi Pestalozza y Roberto Leydi— y de músicos —Luciano Berio, Cathy Berberian y Giacomo Manzoni— que rejuvenecieron la escena musical italiana con nuevas iniciativas. Maderna, Nono y Berio (y otros), fundaron en 1955, en Milán, el «Studio di Fonologia Musicale» de la RAI, con el fin de explorar la composición de música electrónica, siendo muy importante el uso de la cinta magnetofónica. También organizaron los «Incontri Musicali», para la difusión de la música contemporánea (1956-60), una iniciativa que incluía una revista musical (supervisada por Berio), un conjunto (fundado y dirigido por Maderna) que ofrecía ciclos de conciertos y una serie de conferencias, conferencias que fructificaron en un Curso de técnica dodecafónica que impartió en el Conservatorio de Milán en 1957-58, a solicitud de su director Giorgio Federico Ghedini,

En los años 1960-62, también impartió seminarios de composición en la «Darlington's Summer School of Music» de Devon (Gran Bretaña). De 1961 a 1966 fue director estable, con Pierre Boulez, del «Internationales Kranichsteiner Kammerensemble», dirigiendo conciertos en Tokio (1961) y Buenos Aires (1964).

En 1963, Maderna se estableció definitivamente en Darmstadt, aunque a menudo volvió a Milán para dirigir la Orquesta de la Radio y utilizar las instalaciones del «Studio di Fonologia Musicale». A pesar del tiempo que le ocupaban sus cometidos en Darmstadt y Milán, siguió componiendo y sobre todo dirigiendo, de modo que será ya más conocido como director que como compositor. Adquirió pronto una reputación como exponente de la música contemporánea, especialmente de la Segunda Escuela VienesaBerg, Webern, Schöenberg— y del grupo de compositores ligados a Darmstad —Berio, Boulez, Nono, Lutovslawski, Ligeti—, aunque fue de todas maneras un director ecléctico, que podía alternar diferentes estilos musicales. Más adelante amplió su repertorio incluyendo las principales obras clásicas del siglo XX —Debussy, Ravel, Bartok, Stravinski, Prokofiev, Messiaen—, a los sinfonistas austro-alemanes —Brahms, Mahler— así como algunas óperas —Dido y Aeneas, de Purcell; Parsifal, de Wagner;Pelléas et Mélisande, de Debussy; y varias obras de Mozart. Sus interpretaciones de las sinfonías de Mahler abrieron nuevos cauces. (Queda un buen testimonio de dicha etapa, ya que Maderna realizó muchas grabaciones, que fueron comercializadas en LP y que hoy día pueden conseguirse en CD). Además, su experiencias como compositor, le hizo una figura de enorme significación para muchos compositores italianos no mucho más jóvenes que él: Nono, Clementi y Donatoni, entre otros, han reconocido la influencia decisiva que ejerció en el inicio de sus carreras.

Durante los años 1960 desarrolló una importante labor concertística en Holanda y en 1965 realizó una gira por Estados Unidos, dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Chicago y la Orquesta Filarmónica de Nueva York. En 1967 enseñó en el Conservatorio de Róterdam y los años 1967, 1968 y 1969 impartió cursos de dirección orquestal en el «Salzburg Mozarteum». Ese mismo año 1969, también impartió un cursos de dirección orquestal en Darmstadt. Entre sus alumnos tuvo a Lucas Vis, Yves Prin y Gustav Kuhn.

En el año 1970 adoptó la nacionalidad alemana, pero sin renunciar nunca a la italiana. En los años setenta frecuenta los EE. UU., siendo invitado a dirigir el Juilliard Ensemble y las orquestas de Chigago, Boston, Philadelphia, Miami, New York, Cleveland, Washington y Detroit. En 1971 y 1972 fue director del «Berkshire Music Center» (ahora Tanglewood Music Center, (Berkshire, Massachusetts, EE. UU.).

En 1972 fue nombrado director de la «Orchestra Sinfonica della RAI» de Milán y ese mismo año obtuvo el Premio Italia con su obra radiofónica Ages. En abril de 1973, en Ámsterdam, durante las pruebas de su opera Satyricon, se le diagnosticó un cáncer de pulmón, pero continuó igualmente componiendo y dirigiendo hasta pocos días de su muerte. Falleció el 13 de noviembre de 1973 en Darmstadt, cuando trabajaba en Pelléas et Mélisande de Debussy, y fue enterrado con honores cívicos.

En 1974, póstumamente, la ciudad de Bonn le concedió el Premio Beethoven por su obra Aura. Muchos compositores escribieron obras en su memoria, como Boulez —Rituel in Memoriam Bruno Maderna—, Berio —Calmo—, Franco Donatoni —Duo pour Bruno— o Paul MéfanoA Bruno Maderna, 1980).

La ciudad de Cesena en su honor, puso al conservatorio su nombre, «Conservatorio Bruno Maderna di Cesena». En 1997, en Forli, se fundó la «Orchestra Bruno Maderna», la principal orquesta de la Romagna.

Las primeras composiciones de Maderna estaban influenciadas por su estudios con Malipiero. La obra Introduzione e passacaglia: «Lauda Sion Salvatorem» (1942), muestra como había aprendido a aplicar técnicas antiguas en los modos del siglo XX, prefiriendo la claridad del diseño al colorido del último romanticismo. A la técnica contrapuntística aprendida en el Conservatorio, Maderna añadió la maestría instrumental aprendida con sus estudios de los maestros italianos del siglo XIX. Aunque no imitaba de un modo consciente a Hindemith ni a Stravinski, si que se dejó influir por la ola del neoclasicismo entonces imperante en Italia. Por esa época, en 1942, Maderna comenzó a estudiar la técnica dodecafónica —dirigió las Variaciones op. 30 de Webern, analizó las composiciones de Luigi Dallapiccola, Riccardo Malipiero y Camillo Togni— y a familiarizarse y usar sus principios compositivos de una forma muy personal. En 1948 escribió su primer trabajo serial, Tre liriche greche, que fue publicado por Ars Viva, probablemente por la intercesión de Scherchen.

A Maderna también le atrajeron las nuevas sonoridades, como en el Concerto per due pianoforti e strumenti (1947-48) —con influencias bartókianas y una actitud especial hacia las sonoridades difíciles— o en la pieza Honeyreves, para flauta y piano (1961), construida con complejas melodías de flauta y extraños efectos sonoros del piano (clusters, pulsado directo de las cuerdas de la caja, etc.).

Los siguientes años exploró las vías del serialismo, aunque entendido con una gran libertad y fantasía, en las que unió la exactitud de las operaciones transformacionales con algunas inesperadas evocaciones melódicas antiguas —como la cita del «Epitaph de Seikilos» (música griega) en la Composizione no. 2 (1950)— o con el uso de melodías folclóricas —como en Composizione in tre tempi (1954)—. Este periodo acabó con la composición de la obra Quattro lettere: Kranichsteiner Kammerkantate, en la que usó textos de Frittaion, Kafka y Gramsci.

La Serenata II, para 11 instrumentos (1954, revisada en 1957 para 13 instrumentos) y el Quartetto per archi, in due tempi, (1955) evidencian la madurez de esta etapa, que se acredita con la gran cantidad de material preparatorio que se conserva —diagramas, tablas de series, matrices de números, patrones para distribución del timbre y la dinámica, planes para periódicos eventos sonoros, y, particularmente, cuadrados mágicos— en el que se puede seguir la tensión que produce en la obra el rigor compositivo, la lógica casi matemática que se quiere imponer a los materiales. Esta dialéctica entre el rigor y la fantasía probablemente le aparto de sus colegas vanguardistas. Sin embargo, hoy día, es uno de sus rasgos más modernos y distintivos. Para Maderna, esta contradicción era una parte necesaria y muy productiva del quehacer de un compositor:

En esos años el nuevo paradigma de la música electrónica también le influyó obviamente, y comenzó a experimentar con la producción de sonidos de forma electrónica, con el uso de cintas magnéticas. En el «Studio di Fonologia Musicale», con la ayuda del técnico de sonido Marino Zuccheri, escribió algunos de los trabajos electroacústicos más impresionantes de su tiempo: Musica su due dimensioni (1952, revisada 1958) para flauta y cinta magnética; Notturno (1956) y Continuo (1958) ambos para cinta magnética. También compuso un divertimento electroacústico llamado Le Rire (1964).

Sus composiciones para cinta combinaron el sonido en vivo con el registrado, por ejemplo, en Musica su due dimensioni (la primera obra en hacerlo) o en el Concerto nº 1 per oboe. Estos trabajos también muestran una forma de aleatoriedad controlada, en la que la coordinación exacta de los fragmentos musicales se deja sin especificar en la partitura, debiendo de ser el director (originalmente el mismo Maderna) quien fije su secuencia y el tiempo exactos. Maderna también utilizó técnicas aleatorias en los trabajos que siguieron, dejando al ejecutante una gran libertad, particularmente después de Aulodia por Lothar (1965). Así lo hizo en Quadrivium (1969), en Ausstrahlung, para voz de mujer, flauta y oboe obligados, gran orquesta y cinta magnética —Irradiación, 1971, un homenaje a la cultura persa—, en Serenata per un satellite, una composición aleatoria para ocho instrumentos (1969) (ad libitum, violín, flauta, oboe, clarinete, marimba, arpa, guitarra y mandolina); en Grande Aulodia para flauta y oboe solistas con orquesta (1970) y en Satyricon, en que la capacidad de intercambio se convierte en un principio esencial, con las secciones componentes de las dos partituras publicadas por separado. Quizás el extremo de esta forma de trabajar, de esta opera aperta, sea la Serenata per un satellite en la que una sola página contiene anotadas las partes exactas, pero con la instrucción que los ejecutantes deben tocar como quieran, juntos, separados o en grupos, improvisando con las notas.

Una característica de todas las etapas de Maderna es su gusto por el tratamiento de las partes instrumentales para solista: para la flauta, en el Concerto per flauto (1954) y en Don Perlimplin (1962) e Hyperion; para el violín, en el Concerto per violino (1969), en Widmung (1967) y en Pièce pour Ivry (1971); para la viola, en Viola (1971); y, particularmente para el oboe, su instrumento favorito, para el que escribió tres conciertos (1962, 1967, 1973), Aulodia por Lothar (1965) y Solo (1971). Maderna veía en el oboe el medio “aulódico” perfecto que buscaba para construir la “melodía absoluta” ("aulodía" es una palabra que mezcla los términos griegos aulos —instrumento griego similar al oboe— y "melodía").

Otra característica notable, especialmente en sus últimos trabajos grandes, aunque no solamente, fue la escritura orquestal. En obras como Quadrivium, para cuatro percusionistas y cuatro grupos de orquesta (estrenado en el festival de Royan, en 1969), Aura (1972) o Biogramma (1972), los instrumentos se dividen en pequeños grupos, como pequeñas orquestas, de una manera análoga a los Gruppen de Stockhausen, pero con un ánimo y resultados muy diferentes. El interés de Maderna no era resaltar las interferencias entre las diferentes fuentes de sonido, sino el equilibrio que se puede alcanzar al contrastar el timbre y la textura de los distintos bloques, un efecto que recuerda a la música policoral veneciana de los siglos XVI y XVII.

Otras composiciones suyas son el Concierto para piano (1959), la ópera radiofónica Don Perlimplín (1962) —basada en la obra de teatro de Federico García Lorca— y la Juilliard Serenade (1970). Escribió además muchas obras de cámara y otros trabajos diversos. También fue un amante de la música de jazz, un estilo en el que incluso compuso algunas pequeñas piezas.

Desde el punto de vista estructural, Maderna concibe el trabajo como un montaje de secciones o pasajes, cada uno de los cuales es, hasta cierto punto, independiente del conjunto. La composición de la ópera Hyperion (1962-69), que trata sobre la relación entre el poeta —representante de lo más noble del individuo y subrayado por un acompañamiento de flauta— y la máquina —representante de la violencia alienante de las masas—, ejemplifica su forma de proceder.

Hyperion llegó a ser, en sus numerosas versiones de concierto y escena, un gran ciclo en el que irán añadiéndose y modificándose otras obras. La primera versión —«Hyperion, lírica en forma di spettacolo», estrenada en el marco de la Biennale de Venecia, el 6 de octubre de 1964, en el Teatro de La Fenice, por Virginio Puecher— consiste en las siguientes piezas: Le rire y Dimensioni II (para cinta), tres secciones de Dimensioni III (para flauta y orquesta) y la primera parte del Aria de Hölderlin (para soprano, flauta y orquesta). Maderna agregó más adelante las secciones orquestales Entropia II y Stele per Diotima (1965), y, para la representación en Berlín en 1969, titulada Suite aus der Oper Hyperion, añadió dos secciones corales más, una sección de orquesta y varios solos de musette. Casi todas las piezas del ciclo —Dimensioni II (1960), La rire (1962), Entropia I (1963), II (1963), III (1969), Dimensioni IV (Dimensioni III + Stele per Diotima, 1964)), Hyperion III (Hyperion + Stele per Diotima, 1965), Gesti (1969) y Suite (1969)— se pueden interpretar aisladamente en versión de concierto, o combinarse con otros partes de la ópera, como mostró el mismo Maderna cuando la interpretó en Bolonia como Hyperion-Orfeo dolente (el 18 de julio de 1968, en el Palazzo Bentivoglio, con montaje de Belli) y en Bruselas como I morituri (con montaje de H. Claus).

Maderna fue un director de orquesta que realizó muchas grabaciones, tanto de sus propias obras como de otros compositores.




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