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Cáncer de riñón



El carcinoma de células renales es la forma más frecuente de cáncer de riñón, especialmente en adultos, originado de los túbulos renales. Los síntomas de la enfermedad tardan mucho en aparecer y, como resultado, las personas con carcinoma de células renales a menudo tienen una enfermedad avanzada cuando se la descubre.[1]​ Los síntomas iniciales de carcinoma de células renales a menudo incluyen sangre en la orina.
El tratamiento inicial es quirúrgico pues tiene la peculiaridad de ser resistente a la radioterapia y la quimioterapia, aunque algunos casos han respondido favorablemente a la inmunoterapia. El tratamiento inicial suele ser la extracción parcial o completa del o los riñones afectados.[2]​ Cuando el cáncer no ha hecho metástasis, es decir cuando no se ha diseminado a otros órganos o cuando se encuentra ubicado más profundamente en los tejidos del riñón, la tasa de supervivencia a cinco años es del 65 al 90%,[3]​ pero esto disminuye considerablemente cuando el cáncer se ha diseminado.
El advenimiento de la inmunoterapia y terapias antitumorales dirigidas, tales como sunitinib, temsirolimus, bevacizumab y sorafenib,[4]​ ha mejorado las pautas de tratamiento para esta enfermedad. [5]

La incidencia del carcinoma de células claras varía según factores geográficos, demográficos y, en menor medida, hereditarios. Existen algunos factores de riesgo conocidos para su desarrollo, sin embargo, la importancia de otros potenciales sigue siendo controvertida. Los más comunes incluyen tabaquismo, factores genéticos y hemodiálisis. La incidencia de este cáncer ha aumentado en todo el mundo a una tasa de aproximadamente 2 a 3% por década[6]​ hasta los últimos años, en los que el número de casos nuevos se ha estabilizado.[7]​ Esta patología es más común en personas entre 50 y 70 años de edad[8]​ y tiende a ser más frecuente en hombres que en mujeres (aproximadamente 1,6:1)[9]​. Cerca de un tercio de los pacientes presentan metástasis al momento del diagnóstico. Los países desarrollados tienen una mayor incidencia que los que se encuentran en vías de desarrollo, con las tasas más altas registradas en América del Norte, Europa y Australia/Nueva Zelanda[10]​. En Latinoamérica el país con más alta incidencia de cáncer de células renales es Uruguay.[11]

La tríada clásica del cáncer de riñón es sangre en la orina, dolor en un flanco y la aparición de una masa abdominal. A esta tríada se le conoce como la tríada demasiado tarde, pues para cuando el paciente presenta los tres síntomas la enfermedad ha avanzado más allá de un punto curativo. En la actualidad, la mayoría de los tumores renales son asintomáticos y se detectan accidentalmente durante un examen de imagenología, por lo general en busca de causas no relacionadas.

Los síntomas iniciales de carcinoma de células renales a menudo incluyen sangre en la orina (que ocurre en el 40% de las personas afectadas en el momento en que buscan atención médica por primera vez), dolor abdominal (40%), una masa en el abdomen (25%), pérdida de peso (33%), fiebre (20%), presión arterial alta (20%), sudores nocturnos y, en general, malestar. [12]​ Cuando el carcinoma de celular renales hace metástasis, se disemina con mayor frecuencia a los ganglios linfáticos, los pulmones, el hígado, las glándulas suprarrenales, el cerebro o los huesos.[13]​ La inmunoterapia y la terapia dirigida han mejorado el pronóstico para el cáncer de células renales metastásico.[14][5]

Otros signos pueden incluir:

Se desconoce exactamente cuál es la razón de la aparición de células cancerosas en el riñón. Se sabe que los antecedentes personales de tabaquismo aumenta el riesgo de un carcinoma de células renales. Ciertas personas pueden haber heredado el riesgo de un cáncer renal por lo que es importante la historia familiar del individuo.

Se ha comenzado a pensar que la inhalación de diversos químicos puede ser causal y se ha notado que hay un continuo aumento en el diagnóstico en mujeres. Se ha visto también un porcentaje desproporcionado de personas obesas con cáncer de riñón, por lo que se espera que ese trastorno sea un factor de importancia. Aquellos con el Síndrome de von Hippel-Lindau, una enfermedad hereditaria que también afecta los capilares del cerebro, con frecuencia son diagnosticados con cáncer renal. En riesgo están también quienes, por otras enfermedades del riñón, requieren de tratamiento por hemodiálisis.

La apariencia macroscópica muestra un tumor multilobulado de color amarillento situado en la corteza renal, el cual con frecuencia contiene zonas de necrosis, hemorragia y fibrosis. Bajo el microscopio, se ven en el tumor células que forman cordones, papilas, túbulos o nidos y que tienden a ser células atípicas, poligonales y de gran tamaño. Debido a que estas células acumulan glucógeno y lípidos, su citoplasma tiene una apariencia clara con el núcleo celular central y una membrana plasmática evidente. Algunas células pueden ser de menor tamaño con un citoplasma rojizo o eosinofílico, muy similares a las células tubulares normales. El estroma se encuentra reducido y bien vascularizado. El tumor comprime el parénquima que le rodea, produciendo una pseudo-cápsula.[15]​ La producción y secreción de sustancias vasoactivas, como la renina, pueden causar hipertensión arterial y la liberación de eritropoyetina puede causar una producción aumentada de glóbulos rojos o eritrocitosis.

El carcinoma de células renales tiene 5 tipos histológicos:

La estadificación del carcinoma de riñón es muy similar a la estadificación de otros tumores malignos, con aplicación al riñón diseñada por y denominada Flocks y Kadesky:

Otro sistema usado con frecuencia en el diagnóstico del carcinoma de células renales es el sistema TNM, reportado por patólogos, radiólogos, etc:

Las opciones de tratamiento para el cáncer de células renales son la cirugía, radioterapia, quimioterapia, terapia hormonal, inmunoterapia o una combinación de estas. Más del 50% de los pacientes con cáncer de células renales se curan en los estadios iniciales de la enfermedad, pero el pronóstico para el estadio IV es considerablemente malo. La probabilidad de cura depende directamente en el estadio, es decir, el grado de diseminación del tumor, de modo que el abordaje es curativo en las etapas tempranas.

Para los pacientes con cáncer metastásico, el sunitinib probablemente da como resultado una mayor progresión del cáncer que pembrolizumab, axitinib y avelumab.[20]​ En comparación con el pembrolizumab y el axitinib, probablemente provoque más muertes, pero puede reducir levemente los efectos no deseados graves.[20]​ En comparación con las combinaciones de inmunoterapia (nivolumab e ipilimumab), el sunitinib puede producir una mayor progresión y efectos graves.[20]​ Puede haber poca o ninguna diferencia en la progresión, la supervivencia y los efectos graves entre pazopanib y sunitib.[20]



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