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Ceneo



Los ceneos, cineos, quineos o kenitas (no confundir con los sineos, pueblo de origen camita que aparece en Génesis X: 17, Números XXIV: 21 -22 y I Crónicas I: 15), también conocidos posteriormente como recabitas, fueron un pueblo bíblico que convivió armónicamente junto al pueblo israelita en la tierra de Canaán desde el periodo narrado por el Libro de los Jueces.

Alcanzaron su mayor protagonismo en la época de los dos reinos, principalmente en el tiempo previo a la caída del Primer Templo a manos de los babilonios. Su rastro en la Biblia se pierde tras el retorno de los judíos del exilio babilónico.

El personaje bíblico más antiguo al que se le aplica el adjetivo de cineo es a Jetro, esto en el Libro de los Jueces:

La ascendencia cinea del linaje de Yetro se confirma en otros dos pasajes bíblicos, uno en el libro de los jueces y otro por asociación al nombre de Hobab en el Libro de los Números:

Siendo entonces los cineos descritos como descendientes de Yetro, que a su vez era medianita, podemos deducir pues que los cineos eran una comunidad escindida del cuerpo principal medianita, y por lo mismo que los cineos eran un pueblo semita, al ser los medianitas descendientes de Madian, hijo de Abraham y su concubina Keturá.

Acorde con la Biblia el pueblo cineo debió transitar junto al israelita durante el largo periplo rumbo a la tierra de Canaán:

Después de haber concluido la historia narrada en el Pentateuco, los cineos debieron cruzar el Jordán junto a los israelitas acaudillados por Josué, y en principio debieron instalarse en la Ciudad de las palmas (Ir Hatmarin), también conocida como Hammath a orillas del Mar de Chinnereth (actualmente Mar de Galilea) como nos lo dejaba ver la anterior cita de Jueces I, esto también nos lo confirma un pasaje del Libro Primero de las Crónicas:

La misma cita que narra la ubicación de los cineos en tiempo de los jueces también nos relata el momento en que ellos proceden a asentarse en tierras de la tribu de Judá, territorios en los que debieron vivir hasta la época de la desaparición del Reino de Judá, donde el profeta Jeremías nos los describe, bajo el nombre de recabitas, acampando junto al templo durante al asedio a Jerusalén por las fuerzas de Nabucodonosor.

Aparte del importante papel que ejerció Jetro y su progenie como familia de Moisés, otros cineos también alcanzaron un protagonismo secundario en asocio a la nación israelita o alguna mención en la Biblia.

En primera medida está Heber el cineo, pero principalmente Jael (Yael), su esposa, la cual fue determinante en la batalla de los Jueces Débora y Barac en contra de Sísara, general del ejército de Jabín, rey cananita de la ciudad de Asor. Derrotadas las tropas de Sísara este procedió a huir a pie, buscando refugio en la tienda de Yael, pues pensaba que los cineos eran neutrales en el conflicto. Usando su astucia Yael procedió a ofrecerle leche a Sisara, con lo que consiguió que este se durmiera, acto seguido ella le clavó una estaca en la sien. Con este acto no solo se consiguió un periodo de paz para el pueblo israelita sino que se dio cumplimiento a la profecía revelada a Barac por el Eterno a través de Débora, según la cual Barac ganaría la batalla pero por su desconfianza la gloria sería entregada a una mujer. (Jueces IV - V)

Tiempo después, instaurada la monarquía, los cineos son advertidos por el rey Saúl para que abandonen sus emplazamientos ante la eventual batalla contra los amalecitas, pues el rey reconoce su solidaridad pasada para con el pueblo de Israel y teme que en medio del combate los cineos sean lastimados (I Samuel XV: 6:).

Posteriormente, en la época de los dos reinos, los cineos adquieren un papel protagónico en la campaña del rey Jehú contra los adoradores de Baal por medio de Jonadab (Yehonadav bn Rejav). Afanado de mostrar su celo a Dios, Jehú con ayuda de Jonadab tiende una trampa a los sacerdotes y adoradores de Baal, convocándolos a todos al templo del falso dios y teniéndolos a todos reunidos en dicho lugar los israelitas y lor recabitas tienden una emboscada y proceden luego a pasarlos por la espada (II Reyes X: 15 – 29).

En el tiempo del asedio al Primer Templo, los cineos, ahora llamados recabitas, representados por Jazanías (Yaazaniyá) y su familia son usados por Jeremías como ejemplo de celo y temor a los principios morales en comparación al disoluto estilo de vida de los israelitas y su falta de fidelidad para con la Ley. En este capítulo también se nos mostrará a Jonadab como el gran legislador del pueblo cineo. Para ese entonces la violencia que acometía al reino de Judá había hecho que los cineos se desplazaran al interior de las murallas jerosolimitanas.

La última mención que en el Tanaj se hace de los recabitas procede del libro de Nehemías, donde se señala que Malquias el recabita, jefe de la comunidad de Bet Hakarem (Hakarem) ayudó en la reedificación de Jerusalén, construyendo el portón de los desperdicios (Nehemías 3:14).

El profeta Jeremías en Jeremías XXXV: 5 -9 hace una descripción detallada de las principales reglas de conducta al interior del pueblo cineo:

Dos principales interpretaciones surgen en torno al estilo de vida de los recabitas.

Al señalarlos en otros pasajes bíblicos su condición de escribas se les podía poner en asocio con las funciones de los levitas, esta relación tan estrecha con la Ley los conminaba a la renuncia a toda clase de posesión material y buscando ser fieles seguidores de los profetas y adherentes radicales al Yahvismo.

Por otro lado, la obligación de vivir en tiendas y de no explotar la tierra por medio de la actividad agrícola podía obedecer a un pacto con los israelitas, por medio del cual se buscaba que los cineos no pudieran tomar posesión de la tierra de Israel al ser considerados extranjeros tal como lo expresa la cita de Jeremías. Esta clase de pacto era muy común entre los pueblos semitas y otros de medio oriente, casos similares ocurrían con los zoroastrianos, a quienes en muchas naciones se les dejó establecer y vivir en paz bajo la condición de no poder hacer conversiones a la fe de Zaratustra.

Pero un hecho claro es que ya sea por un pacto, o por convicciones religiosas en rechazo a la vida sedentaria de los recabitas llegaron al extremo de negarse a vivir en casas cuando se vieron obligados a refugiarse en Jerusalén.

La abstención de beber vino y por consonancia de la embriaguez no tiene una razón clara, puede obedecer a las restricciones y reservas que habitualmente algunos pueblos semitas han tenido hacia la ingesta de alcohol.

En el libro historia del pueblo judío Hayin Tadmor maneja la tesis de que el profeta Elías pudo haber sido un cineo, argumentando esto en su lucha sin descanso contra los adoradores del falso dios Baal así como en su estilo de vida itinerante y sin apego a cosas materiales. Si bien el hecho de que Elias fuera cineo es una teoría un hecho fue la alta participación de los cineos dentro del movimiento Yavista liderado por el profeta y su sucesor Eliseo.[1]

La historia de los bienaventurados o historia de los recabitas es una leyenda contenida en un libro pseudoepigráfico del Tanaj basada en la tradición de la haggadah judía acerca del capítulo 35 del libro de Jeremías. Se propagó mucho en los primeros siglos de la era común, como lo prueban sus múltiples traducciones en lenguas antiguas. Las más importantes copias que se conservan son las versiones cóptica, griega y siriaca.

La versión cóptica, titulada historia de los benditos de los tiempos de Jeremías, es la más extensa y comprende tres partes: descripción de las persecuciones de los recabitas en tiempos de Jeremías por el rey Sedecias, su confinamiento en una prisión a la que los había lanzado el rey al no querer renunciar a la severidad de su vida y la fuga y posterior éxodo de los recabitas producido en medio de milagros rumbo a una isla donde fundan una sociedad utópica que asemejaba la vida en el paraíso bíblico.

Las leyenda sobre los recabitas contiene tantas elementos comunes con los escritos de Qumram que algunos estudiosos han lanzado la hipótesis de que constituye una transposición de la historia de los esenios. Sin embargo los materiales paralelos se encuentran también en la literatura rabínica.

En el siglo IV aparecieron otras leyendas según las cuales algunos monjes habrían sido trasportados de forma milagrosa a la isla de los recabitas.

Por medio de la Biblia podemos establecer una lista de nombres cineos o relacionados con ellos, tal es el caso de:



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