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Córdoba de Calchaquí



Córdoba de Calchaquí o Córdoba del Calchaquí fue una ciudad fundada en el centro de los Valles Calchaquíes por Juan Pérez de Zurita en el año 1559. Fue destruida y arrasada por el cacique Juan Calchaquí en el año 1562.

Cuando en 1558 llegó desde Chile el nuevo gobernador Juan Pérez de Zurita, advirtió que la presencia española en el Tucumán resultaría casi imposible de mantener sin el acuerdo y consentimiento del jefe aborigen Juan Calchaquí, cacique de los diaguitas de la región.

Fue entonces cuando dos de los más célebres capitanes de Zurita, Julián Sedeño y Hernán Mejía de Mirabal, tomaron prisionero a Chumbicha, hermano de Juan Calchaquí, lo que obligó a este último a dialogar.

Pudieron hacer así un tratado de paz, en virtud del cual Chumbicha fue liberado y escoltado hasta su pueblo con los honores debidos a un príncipe. Impresionado por esta conducta, Juan Calchaquí tomó afecto por el general español y una admiración cercana a la devoción y accedió a bautizarse, adoptando el nombre de su amigo y padrino, es decir Juan.

Cedió además tierras para la fundación de una ciudad, que tuvo lugar en marzo de 1559, y a la que Juan Pérez de Zurita nombró Córdoba de Calchaquí, en un doble homenaje a su tierra natal y a su aliado.[1]

Se cree que su emplazamiento fue en el actual Fuerte Quemado de Santa María. Según el Oidor Juan Matienzo, se ubicaba a 6 leguas al sur de Angastaco y 5 al norte de Tolombón, que daría a la altura de San Carlos, actual provincia de Salta.[2]

Lamentablemente, una torpe actitud para con el cacique de parte del sucesor de Zurita, Gregorio de Castañeda, quebró la paz y desató la guerra. En una discusión con el cacique le propinó una bofetada, lo que tuvo por respuesta una feroz invasión de los diaguitas

A partir de 1561 distintas parcialidades confederadas con Juan Calchaquí, avanzaron, atacaron y destruyeron las ciudades de Londres, Cañete, Córdoba de Calchaquí y Nieva, matando a sus vecinos. Todas estas ciudades habían sido fundadas por Juan Pérez de Zurita.

Los frutos de la paciente y esforzada labor de Zurita se perdieron así merced a la torpeza de Castañeda. La única ciudad del Tucumán que quedó en pie fue Santiago del Estero, cuyos pobladores sufrieron grandes penurias para mantenerla.[1]

Juan Calchaquí logró sembrar el terror entre los pobladores de Cañete y Londres que, por octubre de 1562, despoblaron ambas ciudades, de modo que Córdoba de Calchaquí quedó sola en los valles, destinada a vivir uno de los episodios más dolorosos de la historia virreinal.

El curaca la atacó el 22 de noviembre de 1562, día en que los treinta y un vecinos de la ciudad, sus mujeres, hijos y sirvientes se despertaron con el ruido aterrante de la multitud de indios que los sitiaba. Aguantaron una semana pero, al quedarse sin agua, una noche huyeron todos con la ilusión de llegar a Charcas, pero los indígenas los persiguieron cruelmente.

Fue en esa fuga que algunos, por no detenerse, dejaron caer a sus hijos de los caballos. Abandonaron a sus mujeres que fueron tomadas prisioneras junto con sus hijos, ultrajadas y muertas a flechazos.

Cuando los fugitivos pasaron por Nieva sus escasos pobladores se les unieron en la fuga. Gregorio de Castañeda se guareció en Santiago del Estero y finalmente huyó a Chile. Con la desaparición de Córdoba de Calchaquí terminó, en diciembre de 1562, la Primera Guerra Calchaquí. De cinco ciudades que llegó a tener el Tucumán, quedó nuevamente con sólo una: Santiago del Estero.[3]

La historiografía hispano-americana considera a esta guerra como "una de las mayores tragedias de nuestra historia".[4]​ La destrucción de estas ciudades y la guerra con los calchaquíes provocó la decisión del rey Felipe II de España en 1563 de separar el Tucumán de Chile para crear una nueva gobernación dependiente del Virreinato del Perú.



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